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Resurgen las creencias paranormales: por qué nos gusta pasar miedo
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Resurgen las creencias paranormales: por qué nos gusta pasar miedo

Si sabemos que las casas encantadas y las películas de terror nos harán pasarlo mal, ¿por qué siguen siendo populares? ¿Quizá es que disfrutamos de la sensación?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Sabemos que la nueva película que han estrenado nos hará taparnos los ojos y saltar en los momentos más indicados para ello y, aun así, compramos la entrada. Estamos en el parque de atracciones y queremos entrar en la casa del terror, aunque vayamos a correr como alma que lleva el diablo cuando algún actor caracterizado se nos acerque. ¿Por qué nos gusta tanto pasar miedo?

Primero, quizá, habría que entender por qué siendo seres racionales e inteligentes seguimos creyendo en fantasmas y seres sobrenaturales. De hecho, las creencias en lo paranormal están resurgiendo en todo el mundo de nuevo, como explica 'The Athlantic', indicando que en Gran Bretaña la cifra de crédulos ha aumentado un 52%. Según los expertos, fenómenos como la parálisis del sueño o la pareidolia, pasando por la creencia de que los ruidos significan algo "fuera de lo común", son algunos de los motivos por los que acabamos creyendo en las presencias del más allá.

Pesadillas

A medida que se acerca Halloween, la fiesta irlandesa que se ha popularizado desde hace unos años en todo el mundo, es natural preguntarse por esa perversidad del ser humano de inventar una fiesta para asustarnos unos a otros. ¿Por qué nos exponemos intencionalmente a todo esto que nos asusta? Lo cierto es que tiene que ver con nuestro sistema evolutivo, según explica el doctor Frank T. McAndrew en 'Psychology Today'.

placeholder 'El grito' de Munch.
'El grito' de Munch.

"Se ha argumentado en muchas ocasiones que hemos desarrollado un intenso interés por los chismes porque es una gran ventaja evolutiva, ya que en el pasado servía para mantenerse al tanto de los asuntos privados de aliados y enemigos", explica. "Las personas que seguían el rumbo de la tribu sabían quién tenía amigos poderosos y quién no, y quién estaba durmiendo con quién, por lo tanto estaban preparados para explotar relaciones que serían ventajosas para ellos o para evitar batallas que no podían ganar. Estas personas se volvieron socialmente exitosas y sus genes nos han llegado a lo largo de los siglos".

Por lo general, estamos más interesados en los rumores de personas que conocemos personalmente, pero también podemos interesarnos por historias sobre extraños que han sobrevivido a percances extraordinarios (como ataques de tiburones o accidentes aéreos, piensa algo muy raro) y nos sentimos igualmente intrigados por las historias de éxito de algunas personas. "Nuestro disfrute por las casas embrujadas y las películas de terror puede aprovechar los mismos mecanismos psicológicos evolucionados que los chismes para el aprendizaje estratégico, por lo que encontrarnos atraídos por esas historias de miedo podría atraernos beneficios reales".

Pasar un miedo ficticio en un cine o una casa encantada nos puede ayudar a desarrollar estrategias que podrían salvarnos en un futuro

En la seguridad de una sala de cine, ver a otros lidiar con asesinos en serie o amenazas paranormales nos permite ensayar estrategias mentales que podríamos usar si alguna vez nos encontramos en una situación similar. Del mismo modo, caminar por una casa embrujada en un parque de atracciones puede proporcionarnos información relevante sobre nosotros mismos. Puede ser útil saber qué tipos de cosas nos dan miedo y cuáles no, y examinar nuestras reacciones emocionales a experiencias inquietantes puede ayudarnos a medir nuestro nivel de preparación a la hora de enfrentarnos a encuentros paranormales. Esto a su vez podría decirnos qué estrategias podrían funcionar mejor si un encuentro de ese tipo (poco probable, pero nunca se sabe) alguna vez ocurriera en la vida real.

Foto: Franklin Roosevelt afirmó que “la única cosa a la que debemos temer es al miedo mismo”. (iStock)

Otras teorías, sin embargo, apuntan a que tiene que ver con la hiperactivación física, puesto que al disfrutar de este tipo de sensaciones no experimentamos miedo de verdad sino una descarga de adrenalina. Es decir, esta teoría apunta que en lugar de los genes tiene que ver con nuestro funcionamiento cerebral, cuando nos encontramos frente a un estímulo potencialmente peligroso nuestro cuerpo se prepara para actuar y algunas sustancias como la mencionada adrenalina o la norepinefrina ayudaban a nuestros antepasados a escapar.

El problema es que, aunque el mecanismo de huida no ha evolucionado prácticamente, sí lo han hecho los peligros a los que nos enfrentamos, y en esta diferencia podría estar la razón por la que nos gusta pasar miedo. Sea por el motivo que sea, no tiene pinta de que las películas de miedo o las casas encantadas vayan a perder su popularidad a corto plazo.

Sabemos que la nueva película que han estrenado nos hará taparnos los ojos y saltar en los momentos más indicados para ello y, aun así, compramos la entrada. Estamos en el parque de atracciones y queremos entrar en la casa del terror, aunque vayamos a correr como alma que lleva el diablo cuando algún actor caracterizado se nos acerque. ¿Por qué nos gusta tanto pasar miedo?

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