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Quejarse demasiado no es bueno para tu salud (por muy a gusto que te quedes)
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HACERLO UN POCO, DESESTRESA

Quejarse demasiado no es bueno para tu salud (por muy a gusto que te quedes)

Quejarse en exceso tiene aparejado una serie de problemas que pueden afectar a tu salud, tanto física como psicológica

Foto: Jaime Mata  se queja de una jugada durante el encuentro Villarreal Getafe
Jaime Mata se queja de una jugada durante el encuentro Villarreal Getafe

Quejarse puede convertirse en una forma de aliviarnos del estrés, aligera nuestra carga mental y nos facilita la obtención de nuevas perspectivas. Igualmente, nos puede servir para conectar con otras personas, que comparten nuestras preocupaciones o que, simplemente, nos escuchan.

Según una encuesta llevada a cabo en el Reino Unido, de la que se hace eco el diario The Irish Times, los británicos se quejan, de promedio, durante 10.000 minutos (casi 7 días) al año, una cifra que se eleva si hablamos de los “millennials”. ¿Y de que nos quejamos? Aparte de los problemas personales de cada uno, la meteorología y la política eran las temáticas principales de las quejas

Foto: No hace falta que pongas esa cara para que te cambien el plato. (iStock)

No obstante, quejarse, como todo, hay que hacerlo con moderación y no sobre problemas menores. Lloriquear constantemente no es bueno para salud física y psicológica.

En exceso, nos estresa

La queja crónica nos proporciona negatividad y activa la hormona del estrés, el cortisol. El sistema inmunitario se debilita y la presión arterial aumenta, lo que aumenta el riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas y otras dolencias.

Una encuesta señala que pasamos 7 días al año solo quejándonos

Cuando hablamos de algo malo que nos ha pasado, revivimos la escena con lo que los sentimientos negativos se repiten. Quejarse repetidamente aumenta la negatividad sobre otros aspectos de la vida. Diversos estudios concluyen que esto puede desencadenar en ansiedad y depresión a medida que nos atascamos en las emociones negativas

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Angry young woman stuck in a traffic jam

Otra desventaja de las quejas constantes es que pueden conducir a la inacción. Gastamos demasiado tiempo en lamentarnos que, al final, no hacemos nada por solucionar lo que nos preocupa.

Si esto lo aplicamos al entorno laboral, los resultados no son mucho mejores. Quejarse demasiado en el trabajo es emocionalmente agotador e impacta negativamente en la moral, la creatividad y la productividad. Con el tiempo, lleva a que los trabajadores lleguen a odiar sus empleos.

Quejarse puede convertirse en una forma de aliviarnos del estrés, aligera nuestra carga mental y nos facilita la obtención de nuevas perspectivas. Igualmente, nos puede servir para conectar con otras personas, que comparten nuestras preocupaciones o que, simplemente, nos escuchan.

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