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El misterio de la gente que moría asesinada en un parque de Malibú
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¿un enigma encubierto?

El misterio de la gente que moría asesinada en un parque de Malibú

En junio de 2018 la vida de Erica Wu y sus hijas paró de golpe. Desde entonces, solo buscan la verdad: quién asesino a su marido en un parque estatal y las razones

Foto: Foto: iStock.
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Sucedió el 22 de junio de 2018, en el bello Parque Estatal Malibú Creek. Se trata de una zona adusta, salvaje y en ocasiones árida, que también esconde enormes lagos grisáceos, flores que crecen en la adversidad y rocas por las que los campistas más valientes escalan, dispuestos a descubrir mundos nuevos. En un lugar así y en una zona paradisíaca, al oeste de Los Ángeles, donde las estrellas del cinematógrafo deciden pasar sus vacaciones de verano, parece imposible que pueda suceder algo malo. Pero, como cualquier otra parte de este planeta, no está exenta de peligro.

Las desapariciones y extrañas muertes en esa zona se suceden con extraña asiduidad. En 2017, Elaina Park, una víctima de 20 años. Casi ocho años antes otra mujer, en esta ocasión de 24, Mitrice Richardson. Un cuerpo mutilado en julio de hace dos años. Algunos campistas con mayor suerte, que pasaban la noche a la intemperie, aseguraron haber oído ruido de disparos. Un coche apareció con agujeros en la carrocería, otro hombre que en un principio pensaba que algún tipo de animal salvaje le había mordido el brazo descubrió que la herida supuraba pólvora.

No fue un caso aislado

Llegamos de nuevo al 22 de junio del año pasado. Un hombre y sus dos hijas pequeñas habían decidido pasar la noche acampando en el parque. Se oyeron disparos, pero no fue hasta que amaneció y se descubrió el cadáver cuando cundió el pánico. La gente comenzó a salir despavorida de sus tiendas y a correr hacia sus coches, mientras las dos niñas recién huérfanas eran llevadas con su tío, que también había acampado en otra tienda cercana.

Como suele suceder en esta clase de sucesos y casos misteriosos (nosotros tenemos, sin ir más lejos, Alcàsser), las teorías conspirativas comenzaron a circular por las bocas de los vecinos: ¿Un loco con un arma suelta?, ¿peleas callejeras?, ¿ajustes de cuentas? Y, sobre todo, ¿tenía el muerto algo que esconder? La violencia en un área bella y aparentemente segura siempre es más difícil de comprender.

Tristán y Erica crecieron en Fresno y ahí se enamoraron. Ninguno podía imaginar el incidente que años después terminaría con su felicidad

Lo que también tendemos a olvidar en estas ocasiones es a la familia de la víctima, más allá de las imágenes que nos muestran en televisión y la explotación informativa de la tristeza y el llanto. En esta ocasión, la víctima se llamaba Tristán Beaudette y su viuda Erica Wu. Ella es la pequeña de cuatro hermanas y tiene una mirada pensativa, creció en Fresno, California, hija de un vendedor de seguros que falleció cuando tan solo tenía ocho años.

Tristán y ella fueron a escuelas diferentes y se conocieron gracias a un amigo en común. La historia es sencilla: algún baile, la promesa de que volverían a verse (él iba a pasar un año en Suiza y ella se iba a Stanford), y finalmente la culminación de esas palabras. Él acabó viviendo en Berkeley. Ella en San Francisco. Tristán iba a verla en bicicleta todos los días y volvía de la misma manera. Él trabajaba en un laboratorio e investigaba cómo tratar distintos tipos de cáncer. Se comprometieron y después se mudaron al sur de California, al Condado de Orange. Siempre supieron que querían niños: Tristán, dos, Erica, cuatro. Ella encontró un trabajo en el Área de la Bahía.

Ninguno de los dos podía imaginarse que, años después, se especularía por el posible asesino. La policía arresta a un hombre con un rifle de 42 años, Anthony Rauda, que ya había sido detenido en otra ocasión por allanamiento de morada. Quizá podría haber sido él ya que vivía por la zona, pero como en cualquier otro crimen que se preste, no tenía sentido que incluso después de haber sido arrestado siguieran oyéndose disparos. Solo unas semanas después se desató un gran incendio, a todas luces premeditado, en Malibú Creek.

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En las primeras semanas de enero de este año las autoridades acusaron a Anthony de todos los disparos ocurridos en el área durante los últimos tres años, incluido el de Tristán: diez cargos de intento de homicidio voluntario, cinco cargos de robo en segundo grado, un asesinato perpetrado. Solo un mes antes, Erica había presentado una denuncia contra la Comisión y la Policía del parque del Estado de California, alegando que estaban al tanto de varios tiroteos sin resolver en la zona donde Tristán fue hallado muerto, pero que nadie alertó adecuadamente al público.

Años antes de tener hijos, Tristán y su cuñado, Scott, ya habían realizado un viaje en bicicleta al Parque Estatal en una época parecida. Cuando finalmente llegaron a la cima, después de un largo viaje, se miraron impresionados por la maravilla que tenían ante sus ojos. El camino a través de las flores silvestres no había sido fácil, pero mereció la pena: por un lado estaba el valle, por otro, el océano, y ellos arriba, dominando todo como guerreros imbatibles. Gritaron de alegría durante la bajada.

No hay lógica en absoluto. La gente siempre busca una historia detrás, sensacionalismo, no quieren mala suerte o aleatoriedad

Scott, que fue el primer adulto al que le comunicaron la noticia del fallecimiento, pues acampaba un poco más lejos aquella fatídica noche y había pasado las últimas horas con Tristán, no podía entenderlo. Para Erica fue como si un meteorito la golpeara con fuerza. Su marido, en un campamento lleno de gente, había sido asesinado por un arma de fuego que nadie sabía a quién pertenecía. "¿Cómo pudo pasar?", se preguntaba en una entrevista concedida a 'GQ'. "No hay lógica en absoluto, ni causa ni efecto, estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado, pero fue como ser golpeado por un rayo. Y lo que he aprendido de todo esto es que la gente quiere una historia, sensacionalismo. No quieren mala suerte o aleatoriedad, quieren un motivo".

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El reclamo de la familia Wu contra el condado de Los Ángeles y el estado de California señala que cuatro agencias locales y estatales diferentes estaban al tanto de los disparos no resueltos en el área antes de que Tristan y Scott fueran al campamento. Hubo más denuncias al respecto. Otra mujer, Meliss Tatangelo, había acampado para dormir en el coche en 2017 y descubrió un agujero en la parte trasera del vehículo, provocado de manera inequívoca por una bala. "Pero todo fueron negativas", explicó. "Nadie quería hacerse responsable, cuando llegaron los guardas de los Parques Estatales me dijeron algo así como: 'Estas cosas no suceden aquí'. Tuve que escribir en Facebook la historia para que la gente de la comunidad se enterara, intenté alertar a los periódicos pero nadie me hizo caso. Es Malibú, al fin y al cabo".

Ese hombre no tendría que haber sido asesinado. Si se hubiera advertido a los ciudadanos no habría pasado esto

Tras la muerte de Tristán, comentó con otro post en Facebook, y entonces, de repente, todo el mundo estaba interesado en el tema. "Ese hombre no tendría que haber sido asesinado. No había ninguna razón. Si se hubieran hecho las cosas bien y se hubiera advertido a los ciudadanos no habría pasado esto". Sin embargo, incluso cuando se denunció al Condado de Los Ángeles y se pidió que se tomaran responsabilidades y se advirtiera de los peligros del parque, nadie quiso hacerlo. La periodista Cece Woods, de 'The Local Malibú', contactó con Meliss y le confesó que llevaba un tiempo investigando: "Comenzó a recopilar historias de tiroteos en el Parque Estatal y pensaba '¿qué diablos? ¿tenemos un francotirador aquí?'.

"Hemos tenido cuatro incidentes con una escopeta" especuló Woods. "Y al menos tres de ellos estaban dentro de parques estatales y no fueron investigados en absoluto". Sobre Tristán también tenía la idea de que no era una muerte casual, más bien un éxito. "El tipo era importante, estaba investigando sobre vacunas": Habló con Erica un par de veces e insistió en que creía que las autoridades habían arrestado a la persona equivocada. Había visto a los agentes peinar las colinas después de que Anthony fuera arrestado. "Después del incendio tenía claro que el verdadero culpable estaba ahí fuera". Pero a esas alturas había tantas teorías de la conspiración que para Erica, Scott y los demás era difícil creerlo.

Seguir adelante

El Parque Estatal, a pesar de todo, sigue abierto al público. Se cerró un tiempo muy breve después del homicidio, pero el 23 de mayo de este año se volvió a abrir. En octubre de 2018 el coche de un estudiante recibió un disparo, después de que Anthony Rauda fuera arrestado. En marzo se escucharon disparos después de las 3 de la madrugada. Los empleados de Parques Estatales no están convencidos de que el sospechoso de asesinato esté bajo custodia, si es que realmente es una única persona.

Erica y su familia, por su parte, hace tiempo que dejaron de interesarse por el verdadero asesino. Como ella misma dijo en la entrevista, no cambiaría nada su forma de vida. Tendrá que seguir despertándose cada día sin ver la cara del hombre que ama y hará el desayuno a sus hijas. Han inventado pequeños rituales para recordar a Tristán, como servirse un café de más porque a él le encantaba, aunque suene a tontería. "No hay una lección que aprender de esto que nos ha sucedido, nada nos distingue de cualquier otra familia en duelo. Sigo mirando nuestras fotos. Las últimas que nos hicimos fueron en la playa, mientras recogíamos rocas del mar. Él trataba de lanzarlas más altas que las olas y las niñas la miraban, solo trataba de lanzarlas más altas".

Sucedió el 22 de junio de 2018, en el bello Parque Estatal Malibú Creek. Se trata de una zona adusta, salvaje y en ocasiones árida, que también esconde enormes lagos grisáceos, flores que crecen en la adversidad y rocas por las que los campistas más valientes escalan, dispuestos a descubrir mundos nuevos. En un lugar así y en una zona paradisíaca, al oeste de Los Ángeles, donde las estrellas del cinematógrafo deciden pasar sus vacaciones de verano, parece imposible que pueda suceder algo malo. Pero, como cualquier otra parte de este planeta, no está exenta de peligro.

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