Pasa de las tarjetas y felicitaciones impresas: la creadora del Día de la Madre las combatía

Los hijos han homenajeado a sus madres a lo largo de casi toda la historia. Desde el Antiguo Egipto, civilización en la que el pueblo veneraba a la diosa Isis, conocida como 'La gran madre' o la Antigua Grecia, en la que se adoraba a la diosa Rea, considerada la madre de los dioses del Olimpo; y hasta llegar al catolicismo europeo, en el que se honraba a la Virgen María el 8 de diciembre, las costumbres han ido cambiando y adaptando este día a las distintas culturas hasta desligarse de lo religioso y convertirse en lo que es hoy en día; una fecha, en España siempre el primer domingo de mayo, en la que se homenajea la labor de las madres y que muchos hijos e hijas aprovechan para mostrar el cariño que sienten hacia sus progenitoras.

Sin embargo, lo que muchos desconocen es que esta festividad, casi tal y como la conocemos en 2019, fue propulsada a principios del siglo XX por una madre y una hija llamadas, ambas, Anna Jarvis, gracias a quienes se instauró el segundo domingo de mayo el Día de la Madre remitiéndose al Día de la Amistad de la Madre y a las distintas labores que Anna Jarvis madre, activista social en Virigina (EEUU), había llevado a cabo para reivindicar el trabajo de las mujeres y en particular, de las madres trabajadoras.

En 1914 Estados Unidos celebró por primera vez el Día de la Madre tras la exitosa campaña de Jarvis

Aunque Anna Jarvis madre había trabajado durante gran parte de su vida por la reivindicación del trabajo de las madres trabajadoras, fue su hija quien dio el último empujón al proyecto. Dos años después de la muerte de su madre, Jarvis hija organizó el 12 de mayo de 1907 el Día de la Madre con el objetivo de perpetuar el trabajo de su progenitora y homenajearla. Desde entonces, Anna Jarvis empezó una campaña para fijar esta fecha en el calendario de festividades con tal éxito que en 1914 el presidente Thomas Woodrow Wilson recogió su testigo y proclamó así el primer Día de la Madre a nivel estatal; una tradición que años más tarde llegó a nuestro país fijándose el primer domingo del mismo mes.

Cuando Anna Jarvis promulgó el Día de la Madre, la hija de la activista social y también defensora de los derechos de las mujeres trabajadoras, no contaba con que lo que ella había planeado como un homenaje a las labores de trabajo y cuidados maternos, y en especial, al trabajo de su propia madre, adquiriría un carácter comercial que superaba la barrera de los claveles blancos, una flor que ella misma había usado para reivindicar la fecha.

Se arrepintió de propulsarlo

Al darse cuenta de cómo avanzaban los acontecimientos y de que algunos comercios estaban haciendo negocio con su proyecto, Anna Jarvis, según recoge la prensa estadounidense, llegó a mostrar su arrepentimiento por haber haber promulgado el Día de la Madre y luchó por que los hijos dejasen de comprar flores, tarjetas o dulces a sus madres durante este día. De hecho, Jarvis se enfrentó abiertamente a quienes favorecían el uso capitalista de esta festividad, un hecho que, según recogía entonces el medio Baltimore Sun y del que se hizo eco Abc News, le costó su detención en 1925 tras participar en un boicot a unos confiteros de Filadelfia.

A Anna Jarvis se le atribuye, según han recogido varios libros sobre la historia general y la de las mujeres, una frase en la que se resume toda su indignación por el uso comercial de lo que pretendía ser un homenaje a una labor social y en la que muestra con determinación cuál es su idea sobre las felicitaciones y tarjetas compradas para regalar el Día de la Madre: "Una tarjeta impresa no significa más que que eres demasiado indolente para escribirle de puño y letra a la mujer que ha más por ti que nadie en el mundo".