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Lo que hace China en sus cárceles para impedir que nadie se fugue. Y no se fugan
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Lo que hace China en sus cárceles para impedir que nadie se fugue. Y no se fugan

La cárcel de Yancheng es una de las primeras del mundo en implantar un sistema de vigilancia de inteligencia artificial para que la posibilidad de escapar sea una cosa del pasado

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Más de cuarenta años después de que el filósofo francés Michel Foucault definiera con precisión los mecanismos del sistema penal de los países occidentales, posiblemente le hubiera gustado analizar lo que promete ser la herramienta de control total de las prisiones del futuro. La inteligencia artificial, vista por muchos como la llave definitiva de la cuarta revolución industrial, está comenzando a usarse como método coercitivo supremo y absoluto en las prisiones de China. Su mayor ventaja es que, a diferencia de una vigilancia tradicional auspiciada por cámaras y seres humanos, nunca parpadea y es capaz, según asegura el 'South China Morning Post', de predecir las intenciones de los reclusos con alta dosis de fiabilidad a base de rastrear todos y cada uno de sus movimientos.

"No duermen, no comen, no parpadean". De esta forma tan de novela de ciencia ficción presentan a esta tecnología revolucionaria los medios de comunicación orientales. En concreto, esta herramienta se ha introducido en la prisión de Yancheng, una instalación penitenciaria dirigida directamente por el Ministerio de Justicia considerada por muchos como una "prisión de lujo" a pesar de vigilancia incesante, ya que las condiciones de vida son relativamente cómodas en su interior.

Si un preso es visto caminando de un lado a otro de la celda, la máquina podrá considerar que se trata de un comportamiento sospechoso

Allí están confinadas personas de alto status social, como Gu Kaili, esposa de Bo Xilai, exministro de Comercio hasta 2012, quien fue condenado a cadena perpetua el 22 de septiembre de 2013. También está Rui Chenggang, un productor de televisión que permanece detenido desde 2014 por razones desconocidas, o Zhang Shuguang, jefe de la empresa que construyó el famoso tren bala, también acusado de corrupción.

En diciembre, un grupo de inspectores disciplinarios del Partido advirtió que no se habían entendido correctamente estas "políticas de la nueva era" y que muchos cuardias estaban envueltos en "frecuentes violaciones reglamentarias". No queda suficientemente claro a qué se refieren estas denuncias, pero han puesto en duda las lealtades políticas de los guardias. De ahí que se haya establecido un plan para acabar con el factor humano de cara a la vigilancia de los presos y se haya instaurado la inteligencia artificial como herramienta.

La tecnología de reconocimiento facial, capaz de gestionar varios puntos al mismo tiempo, hace que la figura del guardia sea innecesaria

Después de meses de programación intensiva, la actualización del sistema de vigilancia en las instalaciones de Yancheng está casi terminada. Este nuevo proyecto de "cárcel inteligente" incluye una red de cámaras de vigilancia y sensores ocultos que se extienden como "fibras neuronales", tal y como señala el medio oriental, a lo largo de todo el hangar de 40 hectáreas que conecta todas las células carcelarias entre sí.

La red recopila y transmite los datos al "cerebro", un superordenador que reconoce, rastrea y monitoriza a los presos durante todo el día. Al final de cada jornada, el sistema genera un informe completo, que incluye no solo los movimientos por el espacio de los reclusos, sino un análisis de comportamiento e identificación facial. La mayoría de las veces los informes se archivan, pero si se detecta algo fuera de lo normal, la máquina activará una alerta que pondrá en sobreaviso a los vigilantes, incluso mucho antes de que se produzca cualquier intento de fuga.

Foto: Colegio a las afueras de Pekín. (Reuters/Jason Lee)

"Por ejemplo, si un preso ha sido visto caminando de un lado a otro de la celda, la máquina podrá considerar que se trata de un comportamiento extraño", explica Meng Qingbiao, uno de los padres del proyecto e ingeniero de la empresa que ha desarrollado el software, Tiandy. "Este comportamiento puede ser sospechoso, ya que o bien la persona está ansiosa o emocionada ante un supuesto plan de fuga".

El número de presos en Yancheng ha aumentado en los últimos años. En 2018, ingresaron en prisión 1.600 personas más que el año anterior, según un informe del sitio web de noticias 'The Paper', con sede en Shangái. Una cifra que ha ido aumentando a raíz de la corrupción generalizada dentro del Partido que preside Xi Jinping, por la que muchos funcionarios han sido condenados a prisión.

Algunos presos bien formados en informática pueden aprender nuevas maneras de engañar a la inteligencia artificial

"El sistema sabe dónde está cada persona y qué hace, sin importar la cantidad de reclusos", asegura Qingbiao. "No hace falta que un guardia humano vigile los monitores gracias a la tecnología de reconocimiento facial, capaz de gestionar una gran cantidad de objetivos de vigilancia al mismo tiempo". En concreto, puede rastrear hasta 200 caras segundo a segundo. "Por lo tanto, los prisioneros podrían mezclarse entre la multitud en un pasillo abarrotado, en el gimnasio o bien en una gran pelea, que nunca podrán escaparse por completo".

"Las fugas pasarán a la historia", asegura el técnico. "Incluso si fueran capaces de sobornar a los guardias para ayudarlos a escapar, el sistema lo detectaría, lo que haría sonar todas las alarmas". Ahora mismo, su empresa se encuentra en medio de unas negociaciones para extender la herramienta de vigilancia a las cárceles de Latinoamérica, donde los índices de violencia y riesgos de seguridad son muy altos.

Dudas éticas

La ONU es muy clara al respecto: "Los presos deberán ser tratados con el respeto necesario para garantizar su dignidad y valores inherentes al hecho de ser seres humanos", según recoge su código ético de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Un profesor de filosofía consultado por el 'South China Morning Post' ha declarado que esta tecnología afectará sin duda a las vidas de los prisioneros y a su estado mental.

"Las autoridades deben considerar que supervisar a prisioneros con máquinas puede ser contraproducente de muchas maneras", arguyó. "Algunos presos que estén bien formados en informática pueden aprender formas nuevas de engañar a la inteligencia artificial y explotar las debilidades de la máquina para sus propósitos. En definitiva, la tecnología no debería reemplazar a los humanos". China no es el primer país en introducir la inteligencia artificial como método de vigilancia en cárceles. En Gran Bretaña, la prisión de Altcourse instaló este programa en 2016 con la esperanza de evitar el contrabando entre prisioneros. El gobierno de Singapur también ha realizado una serie de experimentos para ver si la tecnología puede ayudar a los guardias a operar de manera más eficiente.

Más de cuarenta años después de que el filósofo francés Michel Foucault definiera con precisión los mecanismos del sistema penal de los países occidentales, posiblemente le hubiera gustado analizar lo que promete ser la herramienta de control total de las prisiones del futuro. La inteligencia artificial, vista por muchos como la llave definitiva de la cuarta revolución industrial, está comenzando a usarse como método coercitivo supremo y absoluto en las prisiones de China. Su mayor ventaja es que, a diferencia de una vigilancia tradicional auspiciada por cámaras y seres humanos, nunca parpadea y es capaz, según asegura el 'South China Morning Post', de predecir las intenciones de los reclusos con alta dosis de fiabilidad a base de rastrear todos y cada uno de sus movimientos.

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