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La nueva explicación a por qué el tiempo se te pasa cada vez más rápido
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La nueva explicación a por qué el tiempo se te pasa cada vez más rápido

¿A qué se debe que cuanto más mayores somos, más rápido parece que pasan los meses y años? Un científico de la Universidad de Duke parece tener la respuesta

Foto: Foto: iStock.
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Es una verdad a gritos: cuanto más pasa el tiempo, más parece acelerarse. Si tienes la suerte de guardar recuerdos de la niñez seguramente te acuerdes de lo largos que se hacían los veranos. Una vez entras en el agitado periodo de la adolescencia, los meses y años todavía parecían mantener un compás lento. Y para cuando pasas la veintena ya puedes aprovechar, que en un soplo llegarán los 30, los 40 y los 50.

Así es la vida. Pasa tan rápido que ni siquiera somos conscientes, y mucho más en un mundo hiperconectado en el que lo que sucedió ayer ya parece formar parte de un pasado remoto. La ciencia ha dado respuesta a esta sensación tan amarga a partir de una ley matemática descubierta en 1834 por Ernest Weber, pionero de la psicología experimental. Se trata de una función logarítmica que atiende a dos variables: la intensidad y la sensibilidad.

Cuando éramos más jóvenes, el cerebro era capaz de adquirir más información en menos tiempo, lo que produce esta sensación

Los diez primeros años de vida de un niño pasan lentamente debido a que todavía no está acostumbrado a ese concepto relativo llamado "tiempo", el cual establece una división a partir de segundos, minutos, horas, días meses y años. Pero a medida que va pasando, cuerpo y mente se van acostumbrando a este sistema métrico. Una nueva investigación científica parece contradecir esta teoría, y apela directamente a la edad de tu cerebro.

Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecándica de la Universidad de Duke y autor del estudio, sugiere que nuestra percepción de las experiencias vitales puede verse alterada a medida que envejecemos, ya que el cerebro necesita más tiempo para procesar nuevas imágenes mentales. Antes, cuando éramos más jóvenes, el cerebro es capaz de adquirir muchísima más información en menos tiempo, lo que producía la sensación de que los días pasaban más lentos.

Foto: Y el mundo gira y gira, y con él, el tiempo. (iStock)

La investigación, publicada en la revista 'European Review', establece que los cambios físicos de nuestros nervios y neuronas desempeñan un papel muy importante en la percepción del tiempo a medida que vamos sumando años. Cuando más envejecemos, estas estructuras se vuelven más complejas y comienzan a degradarse, creando mucha más resistencia a las señales eléctricas que reciben.

"A menudo, nos asombramos al pensar en la juventud como una época en la que los días parecían durar para siempre", ha explicado el científico a los medios. "No es que sus experiencias fueran mucho más profundas o más significativas, sino que estaban siendo procesadas a 'fuego rápido'". Según su hipótesis, la degradación de estas características neurológicas en nuestro cerebro hace que la velocidad a la que adquirimos y procesamos nueva información disminuya.

El presente es diferente del pasado porque la visión mental ha cambiado, no porque suene el reloj biológico

Los bebés, por ejemplo, "mueven sus ojos a un ritmo más veloz que los adultos, ya que están procesando imágenes a un ritmo mucho más rápido", asegura Bejan. "La mente de las personas más mayores, sin embargo, percibe menos imágenes en la misma cantidad de tiempo, lo que hace que las experiencias parezcan pasar más rápido".

"La mente humana siente que el tiempo cambia cuando las imágenes percibidas varían", agrega el investigador. "El presente es diferente del pasado porque la visión mental ha cambiado, no porque suene el reloj de nadie. Los días parecieron durar más en tu juventud porque la mente joven recibe más imágenes durante un día que la misma mente ya en la vejez".

Es una verdad a gritos: cuanto más pasa el tiempo, más parece acelerarse. Si tienes la suerte de guardar recuerdos de la niñez seguramente te acuerdes de lo largos que se hacían los veranos. Una vez entras en el agitado periodo de la adolescencia, los meses y años todavía parecían mantener un compás lento. Y para cuando pasas la veintena ya puedes aprovechar, que en un soplo llegarán los 30, los 40 y los 50.

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