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Un escándalo revela todo sobre los locales de masajes "con final feliz"
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TRÁFICO DE SERES HUMANOS

Un escándalo revela todo sobre los locales de masajes "con final feliz"

Sale a la luz una red de trata de mujeres inmigrantes obligadas a prostituirse en el sur de Florida. Algunos multimillonarios y magnates afines a Trump han sido señalados

Foto: Foto: iStock.
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"La gente viene aquí y no tiene donde vivir. Estos lugares ofrecen un sitio donde habitar y parece buena idea". Son las palabras de Tina, una mujer de 60 años natural de Taiwán dedicada a la industria del masaje. Ella, como tantas otras mujeres que desean salir de su situación de pobreza y tener una oportunidad en el mundo occidental, vino hace años por una agencia de viaje que le ayudó a conseguir un pasaporte para ir a Estados Unidos. Pero a la hora de la verdad, se lo arrebataron y ya ha sido arrestada varias veces mientras estaba fuera del trabajo.

Sin embargo, se siente afortunada. Una amiga íntima fue llevada por traficantes a Texas, le retuvieron el pasaporte y fue forzada a atender entre 8 y 12 clientes al día. "Un montón de negocios que parecen ser salas de pedicura o de pasaje, especialmente los de masajes, esconden cosas muy malas ahí dentro", asegura Tina en una entrevista en exclusiva con 'The New York Times'. "El 100% pertenece al crimen organizado".

Los jefes imponen hasta una tasa de 10 dólares por dormir en uno de los sofás de la sala de masajes, "donde las ratas mordisquean comida"

Esta es solo la punta de lanza del escándalo que en los últimos días ha sacudido Estados Unidos. Todo comenzó después de saltar a los medios un vídeo en el que el multimillonario de 77 años de edad Robert Kraft, propietario del equipo New England Patriots, fuera sorprendido en Orchids of Asia, una de estas salas, como la de Tina, al sur de Florida. Al parecer, el magnate pagó dinero por obtener servicios sexuales por parte de las trabajadoras de estas salas de masaje que en realidad eran obligadas a prostituirse en unas condiciones de vida paupérrimas. Según Polaris, una organización benéfica contra el tráfico de mujeres, hay más de 9.000 salones de masajes ilícitos por todo el país que mueven más de 2.500 millones de dólares al año (unos 2.221 millones de euros aproximadamente).

Las trabajadoras, además de ser sometidas a duras y asfixiantes jornadas laborales, eran alojadas en los mismos locales en los que atendían a los clientes. También eran trasladadas por hombres armados provenientes de mafias de un lugar a otro de Estados Unidos, tal y como cuenta la taiwanesa. El asunto ha salpicado hasta el entorno del presidente, Donald Trump, al existir una foto sospechosa con una fundadora de estas cadenas de masajes al sur de Florida, llamada Li Yang, en la fiesta de la Super Bowl el pasado 3 de febrero. "Me parece muy triste", alegó Trump a los medios en referencia al hecho de Kraft. "Ha proclamado que es inocente. Me llevé una gran sorpresa al enterarme".

Pasé una noche allí y me desperté con la mitad de mi cuerpo paralizada. No es un buen lugar para dormir

Kraft no es el único detenido. Se han llevado a cabo más de 200 arrestos y al menos 12 negocios han echado el cierre como resultado de una investigación de ocho meses que abarca tres condados por toda la zona de la Costa del Tesoro de Florida. Esta red multimillonaria de tráfico de personas y prostitución se extiende en un área que está considerada como el patio de recreo de muchos de los magnates estadounidenses, según informa 'The Daily Beast'.

Las víctimas alegan que muchos de los clientes se comportan de forma muy violenta con ellas, y que sus jefes les imponían una tasa de 10 dólares por dormir en un sofá en la sala de masajes, "donde las ratas mordisquean su propia comida", según informa 'The New York Times' en el artículo que destapó el caso. "Los clientes se comportaban de forma terrible", dijo una de las mujeres. "Después de realizar un servicio, utilizan cualquier excusa para llevarse mi dinero". Eso sí, "hay cosas peores", admite. Como por ejemplo, el hecho de que te quiten el pasaporte para mantener su situación civil en las sombras y no gozar de los derechos necesarios para denunciar los hechos. También eran obligadas a sufragar los gastos de su alimentación e, incluso, de los preservativos.

Foto: Happy ending. (iStock)

Historias como la de "Amalia" ponen los pelos de punta. "Cuando vine por primera vez, esperaba que hubiera algún tipo de centro comunitario, organización o agencia para informarme sobre cómo conseguir un empleo en mi carrera anterior", explica en 'The Daily Beast'. Con 50 años, decidió salir de su China natal para buscarse la vida en Estados Unidos. Cuando llegó al negocio comenzó a encargarse de atander al teléfono, pero de forma ocasional se ocupaba de los clientes, ya que así ganaba mucho más. "La mayoría de las chicas trabajan allí todo el año", reconoce. "Si se quedan, lo normal es que duerman en la cama de los masajes, lo cual es muy incómodo. Pasé una noche ahí y me desperté con la mitad de mi cuerpo paralizada por lo estrecha que es. No es una cama para dormir.

"No veo los salones de masajes como una especie de sitio escondido de la sociedad", opina Amalia. "Está justo ahí, en el barrio, en la plaza, en el centro comercial. En algunos de ellos ni siquiera hace falta que tengas una cita privada, entras ahí y listo. ¿Qué tipo de negocio secreto permite eso? Mucha gente lo ve como algo normal. Las autoridades dicen que trafican contigo y eres una esclava. Pero cuando vas a un restaurante de Manhattan pregúntate por los empleados que hay detrás de la cocina".

Al final estableces relaciones muy sólidas con las otras personas, tanto compañeras como clientes. Es un espacio muy íntimo

"Kasey" es otra mujer de 31 años que ya es veterana: hasta 12 años lleva en una de estas compañías. "Nací en China y vine con mi padre a este país", explica. Sin embargo, la convivencia entre ellos no fue buena, lo que le obligó a marcharse a casa de una amiga que trabajaba en una sala de masajes. "Quería hacer lo mismo que ella", reconoce. Por ello, decidió enrolarse en el negocio. Ahora, afirma que la mayoría de las mujeres obtienen el dinero en base a las propinas de los clientes.

"Se negocia con propinas en base a lo que la chica esté dispuesta a hacer", advierte Kasey. "Lo único que puedes garantizar es un masaje muy básico, todo lo demás depende ti". Y aquí llega lo peor: "Ha habido varias veces en las que el cliente se ha excedido conmigo. Una vez me violaron. Mi jefe me apoyó mucho. He oído hablar mal de otros jefes, pero al menos el mío me defendió de mi agresor e hizo que no se le pasase por la cabeza volver al local". A pesar de todo, está contenta con su vida. "Al final estableces relaciones muy sólidas con otras personas, tanto compañeros como clientes. Por un lado, sabes que todo es mentira y que solo estás trabajando, pero por otro es un espacio íntimo en el que las emociones florecen".

"La gente viene aquí y no tiene donde vivir. Estos lugares ofrecen un sitio donde habitar y parece buena idea". Son las palabras de Tina, una mujer de 60 años natural de Taiwán dedicada a la industria del masaje. Ella, como tantas otras mujeres que desean salir de su situación de pobreza y tener una oportunidad en el mundo occidental, vino hace años por una agencia de viaje que le ayudó a conseguir un pasaporte para ir a Estados Unidos. Pero a la hora de la verdad, se lo arrebataron y ya ha sido arrestada varias veces mientras estaba fuera del trabajo.

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