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Qué piensan las prostitutas sobre el 8-M
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"NO PUEDO DEJAR DE IR A TRABAJAR"

Qué piensan las prostitutas sobre el 8-M

Las profesionales del sexo, que se definen como feministas, tienen diferentes perspectivas acerca de la huelga y entienden que es un momento para luchar por sus derechos

Foto: Una prostituta, trabajando a la intemperie. (EFE)
Una prostituta, trabajando a la intemperie. (EFE)

Dice que se llama Andrea y que es paraguaya. Lo primero probablemente no sea verdad; lo segundo tampoco, porque hay una tendencia entre las prostitutas sudamericanas a decir que son de aquel país aunque no lo sean. Ejerce en el barrio de Aluche, en Madrid. Y, al principio, antes de soltar la carcajada, se queda muy desconcertada cuando se le pregunta por la huelga feminista del 8 de marzo: “¿Y eso qué es?”.

Más aturdida se queda aún cuando se le inquiere por su opinión sobre el feminismo liberal que propugna Ciudadanos. Ahí, directamente, adopta la misma expresión que pondría si estuviera hablando con un marciano. “¡Yo no sé nada de todas esas cosas!, ¿quieres que suba al coche o no?”. Sin embargo, las trabajadoras sexuales también estarán presentes en la huelga del 8 de marzo. Han convocado ‘quedadas’ previas a las manifestaciones en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia, Sevilla, Málaga o Zaragoza, a pesar de que buena parte de las ideólogas del feminismo no comparte sus reivindicaciones de legalizar su actividad.

Viko no tiene muy buena imagen de los partidos: "Nos tienen bastante asqueadas"

“El sector abolicionista hace mucho ruido, pero también hay un sector feminista que nos apoya”, puntualiza Viko, prostituta desde hace 17 años y firme defensora de que se regularice. “El feminismo tiene muchos puntos en común, pero luego hay opiniones distintas con respecto a distintas cosas, y esta es una de ellas”, subraya. Hace menos de una semana, Inés Arrimadas desgranó lo que su formación, Ciudadanos, denomina “feminismo liberal”.

“Que se nos escuche”

Entre sus puntos fuertes está, precisamente, la legalización de la prostitución, además de poner el acento en la gestación subrogada. Sin embargo, Viko, cercana al colectivo Hetaira aunque habla en su propio nombre, no se conmueve: “Lo que ellos ofrecen no nos interesa. Somos proderechos, no regulacionistas. Nos gusta más el sistema de Nueva Zelanda, no el de Alemania”. En general, Viko no tiene muy buena imagen de los partidos: “Nos tienen bastante asqueadas. Queremos que se escuche a las putas, estamos cansadas de que se hable de nosotras sin nosotras”.

Con una sonrisa de disculpa, dice que no puede “faltar al trabajo porque si no vengo me cambian por otra y hay mucha necesidad"

Tampoco tiene buena consideración de los sectores feministas que las excluyen y las acusan de que sus postulados favorecen a los proxenetas: “No vamos a dejar de luchar, somos mujeres también y muy feministas”, zanja con una risa. Las distintas asociaciones estarán presentes en la manifestación, pero muchas de las mujeres que ejercen la prostitución no acudirán. Al igual que en otros sectores, a muchas no les apetece perder el día laboral. O, directamente, les da miedo. Yera asegura que le encantaría ir, que es tan feminista como la que más, pero con una sonrisa de disculpa dice que no puede “faltar al trabajo porque si no vengo me cambian por otra y hay mucha necesidad”.

“Iré a la de Vox”

Marisa trabaja en un pequeño club de la zona de Carabanchel. Ella no tiene problemas en hablar del asunto. “¡Yo voy a ir a la manifestación que hay el domingo y que organiza Vox, esa no la conoce usted!”, suelta a voz en grito. “Las mujeres siempre hemos tenido derechos y siempre hemos mandado más que los hombres. En realidad, todo lo que hay detrás del 8 de marzo es puro comunismo camuflado”, insiste cada vez más inflamada.

Nosotras ganamos bastante dinero, y yo soy muy de derechas y de orden

Marisa, de origen gallego, lleva en el oficio más de 30 años. Está dada de alta como camarera. Al igual que la mayoría de las chicas que trabajan en los clubes de la capital. En los últimos años, la inspección de trabajo ha obligado a estos negocios a contratar a las chicas y darlas de alta como camareras o relaciones públicas. Eso sí, lo frecuente es que luego todos los seguros sociales se les descuenten del sueldo. “Es lo normal, además, nosotras ganamos bastante dinero”, se resigna esta mujer, que se define como “muy de derechas y de orden”.

Igual el jefe me deja ir a la manifestación, pero igual se enfada. Prefiero no arriesgarme

Miriam, que lleva un vestido negro lleno de franjas horizontales que dejan su piel y pechos casi al descubierto, tiene contrato como relaciones públicas. Es colombiana y lleva 10 años ejerciendo en España. Frisará la cuarentena. Y se considera feminista: “Yo no dejo que un hombre me mangonee. Y mucho menos que me toque. Una vez uno lo hizo y le di una paliza para que le quedara claro lo que me transmitió mi papá, ‘a las mujeres no se les pone la mano encima”. Sin embargo, confiesa que no podrá acudir a la manifestación. “Me da apuro pedirlo. Igual el jefe me deja, pero igual se enfada, prefiero no arriesgarme”.

Un día para la unidad

“Eso no quiere decir que no las apoye, las apoyo, pero no puedo dejar de venir a trabajar. No creo que sea la única, también pasará en otros trabajos, ¿no?”. A esas alturas, ya el tema de Ciudadanos y su feminismo liberal no surge en las conversaciones porque ninguna tiene la más remota idea de sobre qué se les está hablando cuando se les pregunta al respecto. Su compañera, que no quiere decir su nombre, ni siquiera el de ‘batalla’, se escuda en que ella es rumana y ha venido a trabajar “no a hacer manifestaciones, aunque soy mujer como cualquier otra”.

En este sector, como en cualquier otro, las inmigrantes y las trabajadoras más precarias se sienten mucho más coartadas a la hora de exigir sus derechos. Aparte de que el entorno, a pesar de que se trata de clubes con todos sus papeles en regla, no invita precisamente a las reivindicaciones laborales. Viko, que sí estará orgullosa junto con muchas otras compañeras, incluidas algunas de las que trabajan en condiciones muy duras en los polígonos industriales, como el de la Colonia Marconi, resume su postura: “Creo que es un día para estar unidas, luchar por nuestros derechos y la igualdad, inclusivo, solidario y con sororidad. Y nada ni nadie debe enturbiar eso. Se lo debemos a nuestras antecesoras, que tanto han conseguido, y a las que nos siguen por detrás, que todavía tienen mucho que luchar”.

Dice que se llama Andrea y que es paraguaya. Lo primero probablemente no sea verdad; lo segundo tampoco, porque hay una tendencia entre las prostitutas sudamericanas a decir que son de aquel país aunque no lo sean. Ejerce en el barrio de Aluche, en Madrid. Y, al principio, antes de soltar la carcajada, se queda muy desconcertada cuando se le pregunta por la huelga feminista del 8 de marzo: “¿Y eso qué es?”.

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