Por qué los hombres no ligan (y qué desvela del lado oscuro de la sociedad)
Una encuesta sobre los motivos por los que ellos creen que no encuentran pareja es una buena excusa para analizar qué está ocurriendo en nuestra intimidad
"Soy jodidamente feo y me ha caído la maldición de tener unos genes lamentables".
"“Tengo grandes problemas de autoestima. Creo que no valgo para nada, y no salgo porque no quiero molestar a los demás con mi presencia estúpida e inútil”.
"Mi coeficiente intelectual desciende a menos de 40 cuando hablo con mujeres".
"No puedo conocer mujeres entre mi cocina y mi habitación".
"Soy demasiado raro para follar".
"Ser ingeniero mecánico es un trabajo que mola, pero no estás exactamente rodeado de mujeres".
"Una ansiedad insoportable cada vez que intento hablar con una mujer que me interesa".
"Trabajo seis días a la semana y los sábados juego a videojuegos y duermo".
"Con dos trabajos es difícil encontrar tiempo para salir con alguien".
"Depresión incapacitante".
"Tengo 41 años y he conseguido lo mismo que un chaval de 19 años".
"Mis habilidades sociales son las mismas que un pez muerto".
"No tengo dinero para citas, no puedo pagar ni la calefacción".
"Todas las mujeres que llaman mi atención o están pilladas o están locas, o ambas cosas".
"Somos feos, pero tenemos la música".
Son 16 frases, pero podría seguir hasta el medio centenar. Todas ellas están extraídas de uno de los hilos con más respuestas de los foros de Reddit, el agregador de noticias más popular del mundo. Con una excepción: la última, que es un verso del 'Chelsea Hotel No 2' de Leonard Cohen. No desentona porque recoge bien el espíritu que late detrás de todas estas manifestaciones de hombres que intentan racionalizar por qué no tienen pareja. Es un paseo por el lado oscuro de la masculinidad, una selección de entre más de 6.794 mensajes que muestra ese amplio abanico que abarca desde los problemas mentales, económicos o sociales hasta la mentalidad victimista que dio forma al movimiento incel.
El autor del estudio, del que ya hablamos el pasado verano, es el evolucionista Menelaos Apostolou, de la Universidad de Nicosia, se pregunta por qué cada vez más varones están solteros, una tendencia que se repite en todos los países occidentales, incluida España. La mayoría de respuestas están relacionadas con un sentimiento de no estar a la altura ante las expectativas de la sociedad. Por lo general, la mayoría de respuestas tienen que ver con una mala apariencia física, obesidad o calvicie, que se declinan en 43 categorías diferentes: se han rendido, tienen miedo a ser rechazados, creen que no serán buena pareja, no confían en las mujeres…
El artículo es mucho más que un catálogo de miedos e inseguridades masculinas. Como añade en 'Salon' el periodista Matthew Rozsa, la concepción de la masculinidad que late bajo estas respuestas en algunos casos no está tan lejana con el movimiento radical incel, que tanto ha dado que hablar a lo largo del último año, especialmente después de que uno de los varones que se identificaban con dicho movimiento asesinase a 10 peatones y dejase 15 heridos tras un ataque en Toronto.
Sienten vergüenza, que son unos perdedores, que la sociedad se ríe de ellos y que están condenados a morir solos
“Esta cultura de la masculinidad daña psicológicamente a los hombres y a menudo hiere físicamente a las mujeres”, escribe. “Lo que tienen en común la mayor parte de respuestas, y la comunidad incel que desprecia al género femenino, es un sentimiento de incompetencia”. El listón del hombre ideal se ha elevado tanto, razona Rozsa, que cuando no puede alcanzarse, “a menudo se siente vergüenza, que son unos perdedores, que la sociedad se ríe de ellos y que están condenados a morir solos”. Entonces es cuando surge un gran riesgo: las redes sociales facilitan que lo que anteriormente se habría sufrido en soledad ahora se comparta en grupo, retroalimentando comportamientos peligrosos.
Es la base del conocido como 'groupthink', la causa principal de la radicalización en nuestras sociedades. Un término acuñado por el psicólogo Irving Janis para explicar cómo gente competente es conducida a tomar decisiones malas o irracionales. Como recordaba el profesor de Harvard Cass Sunstein, autor de 'Las leyes del miedo', "no hay ninguna predisposición natural hacia el terrorismo, incluso entre las personas más desgraciadas de los países más pobres". Para dar el paso a la violencia era necesaria una radicalización producida en comunidad. El sentimiento común que se vive en estos grupos es "de humillación". Algo muy parecido a lo que manifestaban los incel en sus foros.
Una autoestima herida
Rozsa ha analizado a menudo la masculinidad en las páginas de 'Salon'. Ha identificado, entre otras cosas, cómo este victimismo ha permeado también en la política: hace apenas dos meses, Donald Trump manifestaba que “son tiempos terroríficos para ser un hombre joven en América”, al mismo tiempo que consideraba que “a las mujeres les está yendo bastante bien”. Pero también en el cine, a través de su comentario sobre 'Ralph rompe Internet', que considera un gran análisis de la masculinidad tóxica en la red.
Lo que proponía en su artículo el terapeuta Harris O'Malley, especializado en dar consejos a empollones, es intentar que cada cual alcance la mejor versión de sí mismo, sin compararse con el resto. Por ejemplo, en lugar de traicionar la propia identidad, dejar de ser por todos los medios una persona introvertida para convertirse en el alma de la fiesta, comprender que ese es un rasgo de su carácter y evolucionar dentro de esos parámetros, sin sentirse avergonzado. Lo más importante es dejar de intentar encajar en los cánones del hombre ideal para convertirse, simplemente, en alguien con quien uno pueda estar a gusto. Como el lector habrá notado, uno de esos consejos que tradicionalmente iban dirigido a las mujeres, víctimas propicias de las exigencias desmesuradas de la industria de la belleza.
Es la visión completamente opuesta a la que propone una de las industrias que más se aprovechan de estas debilidades masculinas, la del ligoteo. Esta se ha relacionado a menudo con los incel porque comparten esa visión de que “los hombres están oprimidos y de que las mujeres disfrutan de privilegios injustos”, como recuerda en su tesis doctoral Lilly Mary, de la Universidad de Ottawa, en uno de los trabajos más detallados sobre la 'manosfera', esos lugares de internet donde se reúnen los hombres y que pueden dar lugar al peligro 'groupthink'. Tanto unos como otros están de acuerdo en que los hombres no están a la altura. En ocasiones, esto deriva en frustración; en otros casos, en violencia externa.
Un peligro para todos
Se trata de una situación complicada. En parte, porque gran parte de la imparable violencia hacia las mujeres encuentra su justificación en este razonamiento; pero, por otra parte, corre el riesgo de culpabilizar a algunos de los hombres que no encuentran pareja de pertenecer a un movimiento con el que no se identifican. Como se pone de manifiesto en la encuesta, tan solo un pequeño porcentaje de las respuestas desprecian a las mujeres –como aquel que dice que “estoy soltero porque por ahora no puedo confiar en las mujeres”– y, de ellos, tan solo un muy pequeño porcentaje utilizaría la violencia.
Sumergirse en algunas de las declaraciones presentadas en el trabajo del chipriota es descubrir una realidad que en muchos casos no es visible, y que sin embargo, puede ocasionar graves problemas de autoestima. "Voy en silla de ruedas, muy pocas chicas se fijarían en mí", lamenta uno de ellos. “Soy seropostivo”, añade otro. Un tercero, simplemente, confiesa que “soy joven y alcohólico y nadie quiere salir con alguien como yo”. Los homosexuales también suelen encontrar más problemas que los heteros, porque como explica uno de ellos, “soy gay pero el 99% de las personas que me atraen no”. Estas confesiones dibujan un panorama íntimo mucho más oscuro y complejo de lo que se percibe a simple vista. Una doble vida de frustración, problemas mentales y posibles odios que se desarrolla lejos de nuestra vista, donde no se puede hacer nada.
"Soy jodidamente feo y me ha caído la maldición de tener unos genes lamentables".