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Las técnicas para calmar el dolor que los médicos no te suelen contar
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¿ya lo sabías?

Las técnicas para calmar el dolor que los médicos no te suelen contar

Claro que pueden darte medicamentos para aliviarlo, pero los mejores doctores primero hablarán contigo sobre las causas que lo originan

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Tenemos más o menos claro que los analgésicos, antiinflamatorios y otros medicamentos sirven para aliviar el dolor. Pero muchos profesionales de la salud no te dirán cosas tan importantes como que no siempre lo que funciona en una persona lo hará en otra o que las afecciones crónicas son solo físicas porque causan mucha agitación mental y emocional, especialmente cuando afectan a la calidad de vida e impide hacer muchas tareas cotidianas.

Está claro que pueden darte las pastillas y el tratamiento que necesites, pero los mejores médicos buscarán la causa y raíz del dolor, que puede verse afectado por la falta de activad física, los altos niveles de estrés o simplemente un colchón malo. Lo que sí es importante que pienses es que aunque cualquiera puede tratarlo, es conveniente que busques a un especialista.

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¿Frío o calor?

Esta es la eterna duda que surge cuando sentimos dolor y no sabemos cómo calmarlo. Ambas sensaciones ayudan a aliviar los síntomas y son dos de las principales medidas no farmacológicas que favorecen la mitigación de los mismos. La aplicación de frío es recomendable para reducir la inflamación debida a un traumatismo, en caso de sufrir una cefalea o para prevenir la aparición de hematomas. Se puede administrar de forma húmeda, con compresas o en seco, a través de bolsas de hielo; siendo el tiempo de administración en periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante aproximadamente dos horas.

En España el uso de opiáceos se ha mantenido con precaución, pero últimamente se está recetando para dolores severos o cancerosos

Es aconsejable observar el estado de la piel antes de administrar hielo y, si decidimos utilizar frío seco, nunca hacerlo directamente sobre ella. Una vez que se haya puesto, se recomienda secarla adecuadamente, sin frotar y teniendo especial cuidado en no hacerlo en personas con problemas de circulación —porque se agravarán— o sobre heridas en proceso de curación.

El calor contribuye a aliviar el dolor y los espasmos musculares. También se puede aplicar de forma húmeda o de forma seca con bolsas de agua o los clásicos sacos de semilla y se aplican los mismos minutos que si fuera frío. Está contraindicado utilizar calor en cualquier herida que sangre durante las primeras 24 horas, ya que aumenta el flujo sanguíneo y favorece la hemorragia. Tampoco debe aplicarse en prominencias óseas porque son zonas de sensibilidad reducida y favorece las lesiones cutáneas.

¿Opiáceos?

Piénsalo dos veces antes de tomarlos. Investigaciones recientes muestran que tomarlos para el dolor crónico puede dañar y alterar el cerebro, lesionando su capacidad de sentir placer y provocando el deseo de consumir más drogas. Otros estudios encontraron que el uso a largo plazo en realidad puede conducir a un aumento de las afecciones de espalda o cuello. Y es lo que médicos deberían decirte acerca de este tipo de medicamentos.

En muchas ocasiones cambiar la alimentación ayuda a superar dolores que pensamos que vienen de otra parte

La oxicodona no es nueva, pero su uso se ha extendido en los últimos años para tratar nuevas afecciones. En España casi siempre se ha contenido el uso de opioides. Históricamente se han tomado medidas de precaución, reservándolo para el dolor agudo o el canceroso, pero últimamente estamos levantando la mano con otros dolores crónicos o para problemas muy comunes como la osteoartritis y las lumbalgias.

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Un caso paradigmático es el del dolor refractario, que no responde a los tratamientos. El paciente suele acudir a clínicas del dolor donde comienza la escalada analgésica: se le van suministrando fármacos hasta encontrar el que le palíe el sufrimiento. Empiezan con el famoso Tramadol –otro opioide de menor potencia– y van aumentando hasta que el paciente deja de quejarse. Por supuesto, por la tolerancia, lo normal es acabar en los opioides más fuertes.

Distráete y cambia la alimentacón

Una forma de lidiar con condiciones crónicas, o casi cualquier otro tipo de dolencia física, es modificar la percepción mental del dolor. Esto permite aumentar el umbral de tolerancia y, por ende, disminuir la necesidad de recurrir a medicamentos que pueden generar efectos secundarios e incluso adicción. Hay varias técnicas para hacerlo como ponerle atenció plena para aprender a conocer el dolor y observarlo objetivamente. También puedes respirar profundamente para mantener la concentración y el ritmo.

El frío y el calor ayudan a aliviar los síntomas y son dos de las principales medidas no farmacológicas que favorecen la mitigación de los mismos

La meditación y visualización es muy importante. Si la mente se distrae y empieza a pensar en otras cosas, se trae de vuelta la imagen que evoca tranquilidad. Acuérdate de tener mucha concentración y positivismo. El objetivo es poner atención de manera absoluta en lo que se está haciendo y a los detalles mínimos, notando como los sentidos reaccionan y cuáles son las sensaciones que se sienten.

Si padeces dolores crónicos quizá debes cambiar la alimentación. Elimina los lácteos durante algunas semanas; después vuelve a tomarlos y analiza cómo te sientes. Haz lo mismo con el trigo, la carne roja, los mariscos, los cítricos, los cacauhetes, cafeína y el alcohol. Si los síntomas empeoran cuando vuelves a comer un alimento, este podría estar contribuyendo a tus problemas.

Tenemos más o menos claro que los analgésicos, antiinflamatorios y otros medicamentos sirven para aliviar el dolor. Pero muchos profesionales de la salud no te dirán cosas tan importantes como que no siempre lo que funciona en una persona lo hará en otra o que las afecciones crónicas son solo físicas porque causan mucha agitación mental y emocional, especialmente cuando afectan a la calidad de vida e impide hacer muchas tareas cotidianas.

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