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¿Por qué nos gusta tanto reírnos de la desgracia ajena?
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¿Por qué nos gusta tanto reírnos de la desgracia ajena?

Los alemanes tienen una palabra para ello: 'Schadenfreude', y ahora sabemos por qué no podemos evitar soltar una carcajada cuando alguien se tropieza por la calle

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Es así. Como diría Julio Iglesias: "Y lo sabes". Te encuentras viendo un programa de esos en los que la gente envía sus videos más bochornosos, en bodas, barbacoas, piscinas municipales, cosas así, y de repente... la novia se tropieza, o el novio se cae de bruces contra la tarta, o todos los invitados sentados en un banco se resbalan y acaban en el suelo... y tú te ríes, claro, no lo puedes evitar.

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No te sientas mal, si es algo natural. No es como si te rieras de que han despedido a tu mejor amigo del trabajo, que también puede suceder dependiendo de tu mezquindad. Pero cuando un señor trajeado camina por la calle, se le dobla un pie y está a punto de quedarse sin dientes sabes que te vas a reír disimuladamente sin poder evitarlo. Los alemanes, tan serios generalmente, tienen una palabra para ello: 'Schadenfreude', el sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación de otro. Decía Schopenhauer: "Sentir envidia es humano, gozar de la desgracia de otros, demoníaco".

Siento 'schadenfreude'

Pero ¿por qué nos sucede? Según un nuevo estudio, este sentimiento se puede dividir en tres subtipos. Hay algunos más morales que otros. No es lo mismo reírte de que tu amigo lleve papel higiénico pegado al zapato que de la enfermedad de alguien. Esto es sentido común. Lo señalan en 'Science Direct': Agresión, rivalidad o justicia son los tres motivos principales por los que sentimos 'schadenfreude', correlacionados en su desarrollo aunque separados.

Lo que realmente une a todas las personas que, por un motivo u otro, sienten ese placer de ver a otros caer (en sentido literal o figurado) es el proceso de deshumanización, según cuenta Shensheng Wang para 'Live Science', graduado en psicología por la Universidad de Atlanta.

Los sentimientos de agresión, rivalidad o justicia están relacionados con que disfrutemos viendo caer a los demás

Por tanto, el disfrutar de la desgracia ajena podría venir dado por tres causas:

  • El sentimiento de justicia de ver fracasar a alguien que (creemos) lo merece.
  • La agresión, es decir, trazar una línea entre "ellos" y "nosotros". Esto se ve muy claro en los deportes de competición, en los que sientes verdadero regocijo cuando tu equipo, aquel con el que te sientes identificado, gana, y el rival pierde.
  • La rivalidad, a nivel personal, que está motivada por la envidia y el rencor.

Hasta el momento no había muchos estudios que englobaran esta subdivisión de 'schodenfreude', por lo tanto es algo reciente.

¿Cuándo empezamos a sentirlo?

Según las investigaciones, desde los dos años de edad podemos comenzar a experimentar este particular sentimiento. Si alguien pensaba que los niños son seres inocentes y bienintencionados, desde luego tiene que volver a darle un repaso a su ejemplar de 'El señor de las mocas'.

Los celos son, quizá, el sentimiento más humano de todos. En un estudio de 2014, los investigadores establecieron un experimento para entender mejor el 'schadenfreude' en niños muy pequeños. Se pidió a varias madres que leyeran un libro mientras jugaba con su hijo y un compañero de preescolar.

Después de varios minutos, la madre derramaría agua "accidentalmente" en las páginas de su libro. En la segunda condición haría lo mismo pero acurrucaría al amigo de su niño en su regazo mientras leía, haciendo que su propio hijo se pusiera celoso de la atención. Los investigadores descubrieron que los niños celosos estaban más contentos con el agua derramada que los que no habían sido preparados para experimentar celos.

Los investigadores señalan también que, cuanto más se encuentre tu personalidad enmarcada dentro de unos determinados patrones, más profundamente experimentarás esta sensación. La emoción es más común en personas con alto grado de psicopatía (insensibles y no empáticas), rasgos maquiavélicos, narcisistas (obsesionados con el yo) y sádicos. Aun así, como todos los seres humanos tenemos claroscuros y somos duales, es normal que alguna vez lo experimentemos. Puedes respirar tranquilo y seguir riéndote con las reposiciones de 'Humor amarillo'.

Es así. Como diría Julio Iglesias: "Y lo sabes". Te encuentras viendo un programa de esos en los que la gente envía sus videos más bochornosos, en bodas, barbacoas, piscinas municipales, cosas así, y de repente... la novia se tropieza, o el novio se cae de bruces contra la tarta, o todos los invitados sentados en un banco se resbalan y acaban en el suelo... y tú te ríes, claro, no lo puedes evitar.

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