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La cápsula del suicidio que han inventado para "morir plácidamente"
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La cápsula del suicidio que han inventado para "morir plácidamente"

Esta máquina diseñada para procurar la muerte de pacientes terminales tiene una versión imprimible en 3D para casa

Foto: Foto: Youtube.
Foto: Youtube.

Hace unos meses que el reonocido botánico David Goodall, con 104 años, se dirigió desde Australia a Suiza para recibir un suicidio asistido. "Las personas mayores deberían tener el derecho de decidir esto por sí mismas", declaró en una conferencia de prensa en la víspera del planeado evento. Además, esperaba que su "partida" hiciera que las cosas cambiaran en su país y se permitiera que los ancianos puedan decidir cuándo y dónde desean morir.

Lo que muchos no recuerdan es que desde noviembre de 2017, el estado de Victoria, donde se encuentra la capital, Melbourne, reconoció este derecho. El legislativo aprobó tras más de cien horas de debates la propuesta de ley y las enmiendas que permitirán a pacientes terminales solicitar la dispensación de un fármaco que ponga fin a sus vidas a partir de junio de 2019.

Foto: El chef Anthony Bourdain (Lwp Kommunikáció)

Doctor Muerte

Es precisamente aquí donde se ha presentado la primera máquina específica para el suicidio. Imprimible en 3D directamente en la casa del paciente, el médico y creador de Sarco (así es como se llama), Philip Nitschke (al que algunos llaman "Doctor Muerte" y que en 1996 pasó a la historia como el primer doctor en administrar, legalmente, una inyección letal a uno de sus pacientes), explica cómo funciona. El dispositivo es una cápsula en forma de sarcófago que se monta sobre una plataforma y donde la persona entra, pone un código y se llena de nitrógeno.

La persona se sentirá un poco mareada, pero luego perderá rápidamente la conciencia y morirá dulcemente

Hay posibilidad de enterrarla con el cuerpo y la semana que viene habrá demostraciones con realidad virtual en las ciudades de Adelaida, Perth, Canberra y Sydney. El creador ha explicado que cuando las personas ingresan en ella, ponen los digitos y pulsan el botón se acciona un mecanismo que apunta al cielo para que comience el proceso. El médico ha explicado que para poder usarlo, la persona deberá completar un formulario online con el objetivo de evaluar sus facultades mentales. Si supera la prueba obtendrá un código válido durante 24 horas.

La decisión es solo tuya

Tanto en el momento de su apertura como el de su clausura, Sarco solicitará repetidamente la confirmación de que el paciente desea completar la transacción. El descanso eterno se alcanza sin ningún dolor, ya que consiste en reducir gradualmente el nivel de oxígeno dentro de la máquina y reemplazarlo con nitrógeno. De esta manera, como lo explica el mismo inventor, el paciente no sentirá nada ni tendrá problemas respiratorios. Ni siquiera se dará cuenta de la sensación de falta de oxígeno.

Esta controvertida ‘máquina suicida’, cuyo nombre es abreviatura de sarcófago, fue presentada por el activista australiano proeutanasia y el diseñador holandés Alexander Bannink en Ámsterdam el pasado abril. "La persona se sentirá un poco mareada, pero luego perderá rápidamente la conciencia y morirá dulcemente", expresa Nitschke.

Philip Nitschke pasó a la historia por ser el primer médico en administrar legalmente una inyección letal a uno de sus pacientes

"Cualquiera que quiera construir la máquina puede descargar los planos e imprimir en 3D su propio dispositivo. En muchos países, el suicidio no es ilegal, solo ayudar a una persona a conseguirlo lo es. Esta es una situación en la que una persona elige presionar un botón en lugar de pararse frente a un tren", continúa.

Hace unos meses que el reonocido botánico David Goodall, con 104 años, se dirigió desde Australia a Suiza para recibir un suicidio asistido. "Las personas mayores deberían tener el derecho de decidir esto por sí mismas", declaró en una conferencia de prensa en la víspera del planeado evento. Además, esperaba que su "partida" hiciera que las cosas cambiaran en su país y se permitiera que los ancianos puedan decidir cuándo y dónde desean morir.

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