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La historia de Jim: cómo un inofensivo suplemento alimentario destrozó su vida
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Pudo acabar con su vida

La historia de Jim: cómo un inofensivo suplemento alimentario destrozó su vida

Con cincuenta años y todas las ganas del mundo por vivir de forma saludable, un suplemento de té verde ha estado a punto de matarlo

Foto: Té verde
Té verde

La historia de Jim McCants es una de esas que, por mucho que te las cuenten, no te las crees. Jim es un norteamericano medio que, al alcanzar los 50, quiere llevar una vida saludable para no terminar como su padre, a quien un infarto segó su vida con sólo 59 años. La BBC nos muestra un testimonio dantesco.

Todo empezó en la graduación de su hijo, en un día que debería haber sido feliz pero en el que su mujer se dio cuenta de lo amarillo que estaba. Poco después ingresaba en el hospital sin saber qué le pasaba: descartaron el alcohol, porque no bebía; descartaron drogas y medicamentos, porque tampoco tomaba ninguno. Hasta que alguien hizo la pregunta: ¿tomas algún suplemento alimentario?

Foto: Té verde japonés. (iStock)

Jim corría cinco o seis veces a la semana y su ilusión por estar en forma le llevó a comprar un suplemento de té verde que veía anunciado en televisión: en teoría era beneficioso para la salud por sus antioxidantes, ayudaba a adelgazar e incluso prevenía contra el cáncer. Contraindicaciones, ninguna. Los médicos apuntaron rápidamente hacia esta posibilidad y Jim, que llevaba casi tres meses tomando el suplemento, no supo que pensar.

Hasta que los resultados a todas las pruebas que le hicieron fueron concluyentes: necesitaba un trasplante de hígado y lo necesitaba urgentemente. No llegaría a la semana. “De repente me di cuenta de lo que de verdad importa: no pensaba en proyectos en el trabajo (era director financiero de una empresa), pensaba en las personas que me importan”.

Estudios incompletos

El té verde se ha bebido durante milenios y los médicos confirman que podrá seguir tomándose de la misma manera de ahora en adelante. El problema es los suplementos que venden ese té verde concentrado: no son considerados medicamentos, sino alimentos, por lo que no tienen que pasar estrictos controles para ver si tienen algún efecto secundario. Las miradas apuntan al Epigallocatechin-3-gallate o EGCG, un ingrediente potencialmente tóxico y el más abundante de los compuestos naturales con propiedades antioxidantes en el té verde, llamadas catequinas.

Puede que factores genéticos provoquen que unas personas puedan ser más o menos afectadas por ese ingrediente, o su propia constitución. Como no hay estudios, se desconoce. Lo cierto es que millones de personas toman estos suplementos en todo el mundo, pero al menos ya se han detectado 80 casos en diferentes puntos del planeta similares a los de Jim. Y los problemas abarcan desde la ictericia al trasplante de hígado, como en su caso. Una joven canadiense de 17 años ha tenido que recibir dos trasplantes, de hígado y riñón para sobrevivir.

Una reciente investigación de la Agencia Europea de la Alimentación cifra en 800 miligramos diarios la cantidad segura de catequinas: a partir de esa cifra, puede provocar problemas de salud. La suerte quiso que, al día siguiente de recibir la noticia, una nueva llamada diera esperanza a Jim: había un hígado para él. El trasplante le salvó la vida pero, cuatro años después, sigue teniendo múltiples problemas de salud: los riñones están dañados y necesita de diálisis, pero en el futuro tendrá que recibir un nuevo trasplante.

Jim ha presentado una demanda contra Vitalcost, la empresa que le vendió los suplementos de té verde y que no ha querido hacer declaraciones sobre lo sucedido. “Espero que les obliguen a poner un gran aviso en los productos y en la web del peligro que supone este producto”. Lo triste es que Jim estaba dispuesto a gastarse el dinero y que no le sirviera para nada, lo asumía: “Lo que no acepto es el riesgo de que por tomar ese suplemento pudiera destrozar mi hígado, ese es un riesgo demasiado grande para que nadie lo corra”.

La historia de Jim McCants es una de esas que, por mucho que te las cuenten, no te las crees. Jim es un norteamericano medio que, al alcanzar los 50, quiere llevar una vida saludable para no terminar como su padre, a quien un infarto segó su vida con sólo 59 años. La BBC nos muestra un testimonio dantesco.

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