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La razón real por la que nunca debes beber directamente de la lata
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La razón real por la que nunca debes beber directamente de la lata

No solo por la gran cantidad de microbios que se pueden concentrar en la abertura, sino también por sustancias químicas peligrosas del propio recipiente como el bisfenol A

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Se calcula que en España consumimos unos 3,6 millones de latas de bebida al día. Dichos envases para albergar todo tipo de líquidos para el consumo humano están formados principalmente por aluminio, el cual recibe un tratamiento industrial en fábricas hasta convertirse en un cilindro que pesa siempre 9 gramos. Más tarde, se lavan y se barnizan para evitar que los componentes del aluminio pasen a la bebida que van a contener.

La Asociación de Latas de Bebidas remarca que se trata de un proceso seguro. "El proceso de fabricación de la lata es automático, se llena en máquinas de envasado que garantizan la higiene total tanto para el envase como para el líquido que contiene. Su almacenamiento en el distribuidor se realiza en los mismos lugares que el resto de productos sometidos a seguridad alimentaria", informan a través de un comunicado. "Los envases metálicos llevan un recubrimiento interior para evitar que las sustancias contenidas en el producto, includios distintos tipos de ácidos, puedan dañar el metal y provocar su disolución y migración".

Los efectos del bisfenol A se relacionan con el sistema endrocrino, la diabetes, enfermedades cardiovasculares o la obesidad

Pero, ¿qué peligros pueden conllevar para la salud de este tipo de envases? La suciedad puede estar visible, pero muchas veces no la percibimos directamente. Entonces, el consejo más típico es que siempre las limpies antes de abrirlas y beberlas, algo que en muy pocas ocasiones hacemos. Un grupo médico de expertos del programa norteamericano de televisión 'The Doctors' analizaron en 2017 latas extraídas de máquinas expendedoras, estaciones de servicio y supermercados. Aunque la gran mayoría no detectó agentes extraños, un grupo reducido de ellas dieron positivo en bacterias, incluida la E. coli, la cual puede causar diarrea, enfermedades respiratorias o neumonía.

De igual modo, uno de los componentes químicos alojados tanto en latas de bebidas como de conservas y que más peligros entraña en la salud es el bisfenol A. Dicha sustancia ha sido retirada del mercado de Estados Unidos y Canadá tras una serie de investigaciones del 'Journal of the Medical Association'. La Unión Europea lo prohibió en la fabricación de biberones, aunque las resinas de bisfenol A se siguen usando en otros productos, como es el caso del recubrimiento de las latas de metal donde se colocan alimentos y bebidas.

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Todavía no hay información suficiente para saber a ciencia cierta cuáles son los efectos dañinos que entraña el bisfenol A. De momento se sabe que puede afectar al sistema hormonal y endocrino, y también a la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad. Según la Asociación Española de Latas de Bebidas, esta sustancia "es totalmente segura dentro de los límites autorizados por la Autoridad Europea de Alimentación (EFSA) y por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (AECOSAN)".

Si bien el aluminio es un recurso sostenible y 100% reciclable, el proceso para extraer aluminio de la bauxita mineral implica arrancarlo directamente de la Tierra. Se estima que la fabricación de una lata con este material consume el doble de energía que la creación de una botella de vidrio. Otro detalle curioso, relacionado en particular con el consumo de bebidas azucaradas enlatadas, es que tanto colas como refrescos contienen alto contenido de azúcar. Esto las convierte en un objeto de culto para todo tipo de insectos, desde moscas hasta abejas y avispas, por lo que no te extrañes que estos pequeños seres acudan a la llamada del azúcar en los días de verano.

Un estudio demostró que con el paso del tiempo la cerveza enlatada aumenta su concentración de aluminio debido a la corrosión

La probabilidad de que una lata contenga muchas más sustancias nocivas también depende de si están abolladas o no, ya que tras el golpe las partículas de aluminio se pueden desprender del envase contaminando así la bebida que vas a ingerir. Un estudio de la Universidad Estatal de California descubrió que la cerveza enlatada, con el tiempo, aumentaba su concentración de aluminio debido a la corrosión sufrida por el alcohol. Pero en todo caso, en cantidades mínimas.

El aluminio no es el único envase que puede presentar peligros. La reutilización de botellas de plástico, por ejemplo, potencia tanto la frecuencia como la virulencia de sufrir episodios de migrañas y dolor de cabeza. Este tipo de envases suelen estar confeccionados con sustancias nocivas para el organismo, que se desprenden y filtran con la bebida tras un determinado número de usos. Por ello, si llevas bebiendo agua varios días de la misma botella de plástico, mejor compra una nueva.

Se calcula que en España consumimos unos 3,6 millones de latas de bebida al día. Dichos envases para albergar todo tipo de líquidos para el consumo humano están formados principalmente por aluminio, el cual recibe un tratamiento industrial en fábricas hasta convertirse en un cilindro que pesa siempre 9 gramos. Más tarde, se lavan y se barnizan para evitar que los componentes del aluminio pasen a la bebida que van a contener.

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