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El plan de huida de los ricos para cuando lleguen los problemas
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Antes de que sea demasiado tarde

El plan de huida de los ricos para cuando lleguen los problemas

Varios millonarios del mundo de la tecnología y las finanzas ya han contado con los servicios de empresas fabricantes de búnkeres para escapar en caso de un gran desastre global

Foto: Nueva Zelanda es un sitio en el que todo 'hobbit millonario' querría vivir. (iStock)
Nueva Zelanda es un sitio en el que todo 'hobbit millonario' querría vivir. (iStock)

El fin del mundo ya está aquí. No es una broma. La posibilidad de un desastre sin precedentes que barra toda la civilización cada vez es más alta. Hagan sus apuestas: terremotos, tsunamis, olas de calor y sequía, ataques nucleares o crisis económicas que suman al planeta entero en el más absoluto caos. Parece que cada vez estamos más cerca de alcanzar esa promesa que desde comienzos del siglo XXI empezó a instalarse en la sociedad y en las ficciones de Hollywood. El documentalista británico Adam Curtis reflejó muy bien esta paranoia global en su maravilloso documental 'Hypernormalisation' estrenado en 2016.

Foto: El escritor, exempleado de Facebook y Twitter, Antonio García Martínez. Opinión

Desde hace unos años hasta hoy, las obsesiones por salvarse a título individual cada vez tienen más acogida entre las personas que ocupan las esferas más altas de la sociedad. El año pasado el periódico 'The New York Times' publicó una información que hablaba de la nueva moda entre los grandes inversores y hombres de negocios de comprar propiedades inmobiliarias en Nueva Zelanda por si acaso. El objetivo: disponer de un plan de emergencia para huir si finalmente se produce una debacle mundial a corto plazo.

"Esto se puede poner feo, puede haber una revolución. He visto cómo será el mundo dentro de 5 a 10 años y el final está llegando como un camión sin conductor que va a atropellarte", declaró Antonio García Márquez, un antiguo empleado de las grandes empresas de Sillicon Valley como Facebook o Twitter, en un artículo de la 'BBC'. Su plan estaba claro: construir un refugio en una isla del estado de Washington, al norte de Estados Unidos, en la que nadie reside. Hoy en día, la paranoia ya no se queda en lo anecdótico o lo particular. El fin del mundo ya ha llegado a Sillicon Valley.

Nada más suene la voz de alarma, los californianos planean tomar un avión privado y pirarse

A once metros bajo tierra se esconden dos búnkeres de supervivencia de 150 toneladas de peso traídos por mar y tierra desde un almacén de Texas a las costas de Nueva Zelanda. La empresa fabricante, Rising S Corporation, recibió el encargó de siete empresarios de Sillicon Valley, según Gary Lynch, jefe de la compañía, quien declara a 'Bloomberg' que "nada más suene la voz de alarma, los californianos planean tomar un avión privado y largarse".

La remota nación insular es perfecta no solo como destino turístico, sino también para estar protegido ante cualquier percance global que pueda ocurrir. Su belleza natural, la humildad de sus gentes y los bajos precios de alquiler (a la mitad que los del área de la Bahía de San Francisco) son algunos de los alicientes para escapar para siempre y que nadie te encuentre. "Se ha convertido en uno de los lugares favoritos de Sillicon Valley, precisamente porque no tiene nada que ver con Sillicon Valley", asegura Reggie Luedtke, un ingeniero biomédico estadounidense que se mudará este mismo octubre a la isla oceánica.

"Hay 300 millones de armas en este país, una por habitante. Y están en manos de quienes están siendo económicamente marginados. Puede haber una revolución violenta", analizaba Martínez. "El problema de fondo es que la gente de la tecnología no está siendo sincera. Hay una carrera entre la tecnología y la política y los tecnólogos van ganando. Destruirán el empleo y harán que la economía cambie mucho antes de que podamos reaccionar".

Seguro que todo el mundo recuerda los idílicos y hermosos paisajes de un lugar llamado La Comarca, habitado por unos seres bajitos con los pies muy peludos. Aquí es donde parece que va a vivir el millonario Julian Robertson, junto al presidente de Fidelity National Financial Inc, Bill Folley o el director de otro taquillazo: James Cameron, quien adquirió una mansión en el lago Pounui. Estos datos, recopilados por 'Bloomberg' en un artículo, muestran una clara realidad: los más ricos de entre los ricos están haciendo las maletas ante el temor de un final definitivo para la especie.

La conocida como la última parada de autobús del planeta antes de la Antártida prohibió en agosto a los extranjeros comprar viviendas

Roberto Vicino, fundador del "Proyecto Vivos" que desarrolla y construye enormes búnkeres subterráneos, reconoció que las élites más poderosas y ricas del planeta hablaron detalladamente sobre planes de huida a la isla durante el Foro Económico Mundial de Davos. "Prevén una revolución o un cambio súbito en el que la humanidad continúe después de que solo quede un 1% de población", anuncia Vicino. Ese diminuto porcentaje pertenece evidentemente a ellos. El precio de cada búnker oscila en torno a los 35.000 dólares por cabeza (cerca de 29.909 euros). Sin duda alguna, este es de los más baratos. Otra empresa que ya se ha lanzado a esta rauda carrera por la supervivencia llamada Lynch's Rising S vende plazas en búnkeres seguramente más sofisticados por 8 millones de dólares (unos 6,8 millones de euros).

"Más de diez estadounidenses de la Costa Oeste han comprado propiedades multimillonarias en la región de Queenstown en los últimos dos años", afirma Mark Harris, director general de la oficina de bienes raíces de Sotheby's. A tal punto ha llegado esta paranoica emigración que el gobierno de Nueva Zelanda prohibió en agosto comprar casas a los extranjeros, restricciones que entrarán en vigencia en los próximos meses. "Si eres el tipo de persona que dice 'Voy a tener un plan alternativo para cuando llegue el Armagedón', Nueva Zelanda es el sitio", asegura el primer ministro John Key a 'Bloomberg'. "Es conocida como 'la última parada de autobús del planeta antes de la Antártida. He visto a mucha gente que me ha dicho que le gustaría tener una casa en Nueva Zelanda si el mundo se va al infierno".

El fin del mundo ya está aquí. No es una broma. La posibilidad de un desastre sin precedentes que barra toda la civilización cada vez es más alta. Hagan sus apuestas: terremotos, tsunamis, olas de calor y sequía, ataques nucleares o crisis económicas que suman al planeta entero en el más absoluto caos. Parece que cada vez estamos más cerca de alcanzar esa promesa que desde comienzos del siglo XXI empezó a instalarse en la sociedad y en las ficciones de Hollywood. El documentalista británico Adam Curtis reflejó muy bien esta paranoia global en su maravilloso documental 'Hypernormalisation' estrenado en 2016.

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