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Trató el azúcar como una droga: así perdió este hombre 130 kilos
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Trató el azúcar como una droga: así perdió este hombre 130 kilos

Sean Anderson tiene 46 años y pesaba 230 kilos. Este estadounidense decidió cambiar sus hábitos dejando atrás solo un alimento

Foto: Anderson. (Instagram)
Anderson. (Instagram)

Aunque no lo creas, comes azúcar. Hasta el alimento que menos te esperas lleva una porción de ella. Desde hace muchos años grandes empresas han entorpecido las investigaciones científicas para restar importancia o suprimir evidencias sobre cómo es una de las principales causas de enfermedades cardíacas.

Desde que en 2016 la revista de la Asociación Médica Estadounidense publicara un artículo en el que varios profesores de la Universidad de San Francisco destaparan la manipulación de la industria alimentaria parece que la verdad va saliendo poco a poco a la luz. "Debes tratarla como una droga", asegura Sean Anderson.

Foto: Una mujer consumiendo terrones de azúcar. (iStock)

Este estadounidense de 46 años recuerda el día en que decidió que tenía que hacer algo con respecto a su peso. Era más joven y a pesar de toda una vida de dieta, pesaba 230 kilos. Su presión arterial estaba fuera de control, tenía las piernas hinchadas y le costaba respirar. Sus problemas de salud lo estaban obligando a faltar al trabajo, incluso siendo sedentario.

"Fui al médico en junio de 2008 y me describió con detalles gráficos lo que la hipertensión estaba haciendo en mis órganos internos. Me dijo: 'Si sales de esta oficina y te mueres mientras caminas por el aparcamiento hasta tu coche, ninguno de nosotros se sorprendería lo más mínimo". Llamó a su mujer, Irene, y le comentó: "Es lo que hay, tengo que cambiar ya". Cuando llegó a casa su familia lo encontraron en el camino de entrada llorando y agobiado por la situación. "Fue como algo sacado de una película", explica.

Hay que estar mentalizado. Las cosas no son fáciles y es posible engordar de nuevo

A los tres días de empezar con la dieta, el ejercicio y de empezar a cambiar su vida, ya se había rendido: su motivación era nula. Después de un día de mucho estrés en el trabajo compró medio kilo de helado en el camino a casa. "Hice lo que había hecho toda mi vida. Volví a la comida. Después de la visita del médico y la emotiva reunión que declaraba la guerra al azúcar desde aquel momento, me senté en el sofá con una tarrina de helado. Las mujeres de mi casa entraron y me pillaron: no tenían palabras. No podían creerlo", explica.

Responsabilidad

Es la clave. Anderson agonizó durante meses e intentó descubrir qué podía hacer para cambiar. Decidió que necesitaba hacerse responsable de sus actos y alguien que le apoyase. Entonces, el 15 de septiembre de 2008, lanzó su blog, 'The Daily Diary of a Winning Loser' donde cada noche compartía sus sentimientos y experiencias por escrito.

Estableció una tabla diaria de 1.500 calorías y prohibió "pedir prestado" al día siguiente. Dentro de ese límite, todo lo que quería comer debía gustarme. "Al principio no significaba nada ingerir algo de comida basura", dice. "De hecho, si llegaba al final del día y me habían sobrado calorías, solo por el gusto me tomaba una barrita de chocolate y caramelo y luego lo escribía en mi web, casi presumiendo, que estaba perdiendo peso y que además me tomaba un caprichito", añade.

A pesar de empezar con un enfoque de "nada está fuera de los límites", pronto se dio cuenta de que si modificaba sus elecciones de alimentos, podría estar más satisfecho con comidas de mejor calidad. Empezó a cocinar más y tomar menos comida rápida, sin dejar de cumplir con su tabla.

El primer paso es el peor

Anderson también comenzó a hacer ejercicio. Su primer paseo duró menos de cinco minutos, pero en menos de un mes caminaba casi dos kilómetros. Finalmente expandió su rutina de entrenamientos cardiovasculares a elípticos, caminatas en cinta, trote y jugando a raquetbol contra la pared.

Su plan funcionó. Después de un año y medio alcanzó su meta de peso de 105 kilos. Su blog ganó impulso. Escribió un libro, 'Transformation Road', en el que narraba su éxito de adelgazamiento. Hizo varias entrevistas en los medios de comunicación y dio charlas en hospitales locales. Todavía tomaba un poco de azúcar refinado, pero mantuvo su objetivo durante un año y medio.

No por pesar más eres peor. Quiérete tal cual eres. Eso es lo primero que debes hacer

Sin embargo, las cosas no fueron perfectas. "Hay algo más en todo esto. Es algo mucho más profundo. Una de las cosas que pensé cuando alcancé mi meta es que mi vida iba a ser increíble en todos los sentidos y formas. Creí que mi carrera y mi matrimonio sería mejor. Pero llegué a ese peso y todavía no estaba feliz. Fue una gran decepción", explica.

Su matrimonio terminó alrededor del momento en que alcanzó su objetivo y más tarde una ruptura con una nueva novia le llevó a buscar comida para sentirse bien y cómodo de nuevo. Recuperó 75 kilos y dejó de escribir su blog. Odiaba salir de casa porque su aumento de peso era notable y muchas personas en su comunidad lo iban a reconocer.

Tu peso no te define

Tuvo lo que él llama su epifanía el 15 de mayo de 2014. Una multa por exceso de velocidad el día anterior lo obligó a renovar su licencia de conducir caducada. Su foto anterior fue tomada cuando había adelgazado y ahora su peso se había inflado hasta casi llegar a los 180 kilos.

"Odiaba mi imagen. Estaba abrumado por las emociones negativas. Entonces comenzaron a inundarme los pensamientos: ¿por qué iba a permitir que la forma de mi cara determinara mi autoestima? Soy una gran persona sin importar cuán grande sea mi rostro o cuánto pese. Nunca trataría a otra persona de la misma manera que a mí mismo. Todas las cosas positivas que amo de mí mismo son iguales aunque pese trescientos kilos. Decidí que no podía condicionar mi felicidad a algo que fluctúa tanto", confiesa.

Hizo una lista de cosas que mantuvo igual independientemente de su peso: talentos, gustos y aversiones, pasatiempos o su amor por las personas. "Centrarse en todo eso fue como regar una flor que comienza a florecer en el medio del desierto. Tenía una nueva comprensión y aprecio por lo que era. Ya no iba a obtener mi autoestima gracias a mi peso. Fue un cambio completo de perspectiva", explica.

Adiós a la adicción

Reconoció que era adicto al azúcar refinada. Eso le ayudó a pasar de una mentalidad de dieta a una de recuperación. Renunció por completo a ella del mismo modo que un alcohólico renuncia a la bebida. También reinició un presupuesto de calorías, esta vez asignando 1.700 calorías al día. Fotografió todo lo que comió y lo registró en una aplicación web. Tuiteó las fotos y enumeró los ingredientes: "Asumí mi responsabilidad. No hice eso con mi pérdida de peso inicial".

Cambió su dieta a alimentos de un solo ingrediente: aguacates, manzanas, pechugas de pollo, con excepciones para cosas como el pan Ezekiel, que no contiene azúcar refinada o harina. Sin embargo él no come cosas que no le gustan. La ensalada, el brócoli y la pizza de corteza de coliflor no son parte de su plan, aunque ha desarrollado un gusto por la batatas o los espárragos.

Recuerda: esto es un viaje de ida. Mantenerse es lo más difícil. Trabaja en ello y podrás con lo que sea

Se comprometió a escribir posts todos los días: "Fui sincero con mis lectores. Les dije: 'Miren, recuperé peso y ahora hay que volver a luchar. Ninguno de nosotros hace esto solos. Conectarse directamente e intercambiar ayuda con otras personas en el mismo bote salvavidas marca una diferencia monumental", comenta.

Mantenerse es lo difícil

Perdió el peso que ganó y más. Ahora se mantiene en 92 kilos y lleva así más de dos años y medio, con un presupuesto diario de 2.300 calorías. "No quiero nada. Como bien, años luz mejor que antes". Comienza todos los días con meditación, dos tazas de agua, 20 flexiones y 20 sentadillas, luego se 'recompensa' con un café. Visualiza cómo quiere que vaya su día en relación con su plan de alimentación.

"Para poder mantener un peso corporal saludable necesito tener un plan establecido todos los días. Esto es algo que tengo que hacer el resto de mi vida. Sé que soy muy capaz de volver a engordar, asi que se necesita práctica diaria para evitarlo", concluye.

Aunque no lo creas, comes azúcar. Hasta el alimento que menos te esperas lleva una porción de ella. Desde hace muchos años grandes empresas han entorpecido las investigaciones científicas para restar importancia o suprimir evidencias sobre cómo es una de las principales causas de enfermedades cardíacas.

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