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Una adicta al sexo revela en qué nos equivocamos al pensar en ese problema
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Una adicta al sexo revela en qué nos equivocamos al pensar en ese problema

Erica Garza ha sufrido hipersexualidad. Tras su recuperación, detalla en su libro las experiencias que la llevaron a darse cuenta de que estaba enferma

Foto: Foto: iStock.
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Tener muchos amantes y ver horas de pornografía no es necesariamente la forma de obtener la liberación sexual. Si bien muchas personas tienen el poder de poseer su propia sexualidad de esta manera, para algunos puede significar exactamente lo contrario. En lugar de disfrutar y tener afecto, el sexo puede entrelazarse con la vergüenza y utilizarse como un arma en el camino hacia la autodestrucción.

La adicción al sexo es un problema de salud más que notable en nuestra sociedad. Se calcula que el 8% de la población española sufre algún trastorno relacionado con el sexo. Además, el fenómeno, denominado como hipersexualidad, se ve fomentado por el fácil acceso de las personas a través de Internet. Para Erica Garza, la vida era buscar parejas sexuales, ver porno y ponerse en situaciones potencialmente peligrosas, todo para la "liberarse", algo que le ayudaba a olvidarse de todo lo demás que estaba tratando de ignorar.

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"La mejor manera de decirlo es simplemente sentir esa falta de impotencia y de control a la hora de expresar tu sexualidad", asegura Garza a 'Business Insider'. En su libro 'Getting Off: el viaje de una mujer a través del sexo y la adicción a la pornografía' ", esta mujer de 35 años cuenta la historia de cómo cancelaba continuamente sus planes por quedarse en una habitación oscura, masturbarse y tener sexo con hombres sin usar protección.

Vergüenza y asco

El sexo y la vergüenza estaban tan fusionados que buscó situaciones que le parecían "repugnantes" solo para poder llegar al orgasmo. El sexo sin protección, por ejemplo, le dio una carga extra de adrenalina.

Su hija crecerá sabiendo que es digna para tener placer cuando quiera y que el deseo no es algo malo

"Sentí que necesitaba una combinación de humillación y placer para sentirme satisfecha con una experiencia sexual. Si no usaba ningún método anticonceptivo, era algo que me hacía sentir muy mal porque sabía que debía tratar mejor a mi cuerpo. Tenía presente que algo malo podía pasar, y quería creer que me estaba poniendo en esas destructivas situaciones, pero me se sentía demasiado bien como para no hacerlo", asegura.

El libro de Garza ha recibido mucha publicidad desde su lanzamiento, en gran parte porque proporciona un lado de la adicción al sexo que mucha gente no conocía antes. Se cree que las mujeres en particular están subrepresentadas en la búsqueda de ayuda por el estigma y la vergüenza que pueden sentir al respecto. De hecho, un tercio de todos los adictos al sexo son mujeres, aunque se cree que esta cifra es más baja que la realidad.

"Putas" y "machos"

Además, en los medios, casi siempre es un hombre el que dice ir a rehabilitación por un problema sexual (así lo hizo Harvey Weinstein el año pasado). Según Garza, las mujeres probablemente se sienten más abochornadas si sufren este trastorno o incluso en relación con el sexo en general. Sigue siendo un tabú ser una mujer que necesita o le gusta el sexo.

"Debido a la idea de que los hombres quieren practicarlo más veces que las mujeres, cuando ellas no se ajustan a esa narrativa, se acaban sintiendo mal", explica. "Conocemos el lenguaje que hemos asociado en nuestra cultura con las féminas que lo hacen mucho. Usamos términos como 'putas' y 'zorras', mientras que con los hombres simplemente nos encogemos de hombros y decimos que es normal o los llamamos 'machotes'. Son solo 'hombres siendo ellos mismos', ese ese el tipo de mentalidad. Y realmente espero que mi historia cambie las cosas", añade.

Otra idea equivocada común sobre la adicción al sexo es que debes haber sufrido algún tipo de trauma infantil. Para Garza al menos, ese no era el caso en absoluto. Creció en un hogar católico latino, lo que significaba que el sexo estaba fuera de la mesa como un tema de conversación, y lo que la llevó a asociarlo con sentimientos más vergonzosos. Pero, en general, estuvo un hogar cálido y solidario donde se sintió amada y cuidada.

Recuperación

A diferencia de otras adicciones como la heroína o el alcohol no es necesario que te desanimes en la recuperación. No tienes que dejar de tener relaciones sexuales o incluso de ver pornografía. Se trata más bien de desarrollar una relación más sana con el sexo y de aprender a no utilizarlo de manera destructiva.

"Creo que mucha gente que ingresa en algún programa está tan asustada que acaba volviendo a sus viejos patrones de comportamiento y se aislan por completo. Así no se puede vivir. Eso tampoco es felicidad y se convierte en un problema completamente diferente. El punto está más en cómo encontrar el equilibrio y forjar un nuevo camino con tu sexualidad en lugar de renunciar por completo", explica.

Sentí que necesitaba una combinación de humillación y placer para sentirme satisfecha con una experiencia sexual

Encontrar esta estabilidad fue una de las partes más desafiantes para su rehabilitación, particularmente cuando se trataba de establecer sus propios límites y pasar de vez en cuando encima de ellos. Pero con el tiempo comenzó a darse cuenta de que el problema no era su sexualidad sino la vergüenza, las mentiras y el peligro innecesario.

Debido a que su problema con el sexo es completamente personal y diferente para todos los que lo padecen, es difícil de definir. "Para una persona no es fácil admitir que tiene un problema sexual. Decir que no existe solo hace que las personas sientan que simplemente deben dejar de hablar sobre ello. No pueden realizar ninguna acción para cambiar porque no hay contexto para ayudarlos", explica. Una vez que alguien puede admitir el problema, se abre un abanico en el que existen recursos disponibles para encontrar una solución. Si es al contrario, las personas no saben qué hacer para obtener ayuda.

Proceso continuo

Garza ahora está felizmente casada y tiene una hija. Planea ser abierta con su hija sobre el sexo en el futuro, por lo que siempre podrá acudir a ella con preguntas sexuales cuando tenga los descubrimientos que Garza sintió que tenía que esconder y de los que se avergonzaba. "No quiero abochonarla ni silenciarla. Voy a ser tan honesta y abierta como pueda para que vea la realidad", asegura.

Afortunadamente esto significa que crecerá sabiendo que es digna para tener placer cuando quiera y que el deseo no es algo malo. Desafortunadamente, una educación sexualmente positiva es algo con lo que las personas, incluso en las sociedades más progresistas, deben luchar. Puede llevar un tiempo para que los padres discutan abiertamente la existencia del porno con sus hijos adolescentes, pero deben hacerlo.

No obstante, las cosas están cambiando, y Garza está cumpliendo su parte. Está agradecida por cómo se fue su recuperación, pero es un proceso continuo en el que hubo altibajos. "Siento que estoy en un lugar mucho mejor porque cuando me siento excitada no siento la necesidad de destruir mi vida nuevamente. No necesito cerrar las cortinas y atiborrarme con porno. Prefiero hablar sobre mis sentimientos y lo que me lo está provocando... Sigo dando pasos en esa dirección de revelarlo todo y sentirme vulnerable. Esa es la mayor ayuda, en lugar encerrarme conmigo misma", concluye.

Tener muchos amantes y ver horas de pornografía no es necesariamente la forma de obtener la liberación sexual. Si bien muchas personas tienen el poder de poseer su propia sexualidad de esta manera, para algunos puede significar exactamente lo contrario. En lugar de disfrutar y tener afecto, el sexo puede entrelazarse con la vergüenza y utilizarse como un arma en el camino hacia la autodestrucción.

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