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La mujer insolente que salvó a Reino Unido en la II Guerra Mundial
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La mujer insolente que salvó a Reino Unido en la II Guerra Mundial

Lady Houston, una 'femme fatale' casada hasta cuatro veces, donó una inmensa fortuna a la aviación británica para luchar contra Hitler

Foto: Retrato de la época de Lady Houston. (The Island Wiki)
Retrato de la época de Lady Houston. (The Island Wiki)

Muchas veces, la historia nos devuelve una narración de los hechos no del todo estricta en cuanto a méritos se refiere. Sucede, como en otros muchos casos, que las mujeres se han visto silenciadas o apartadas del relato histórico cuando de no ser por ellas no se habría producido el ansiado cambio que revierte la situación hacia la victoria. Incluso en las guerras, cuando todas las medallas se las cuelgan los hombres que han sido enviados al frente o han mandado a sus soldados a luchar, las mujeres parecen figurar en un segundo plano al margen de todo reconocimiento.

Esta es la historia de cómo una importante aristócrata inglesa insufló esperanza al pueblo británico al prestar ayuda económica para ganar la guerra contra los nazis. Lady "Poppy" Fannie Lucy Houston donó casi toda su fortuna a la compañía de fabricación de aviones bélicos Supramarine. Dicho cuerpo militar producía los famosos aviones Spitfire, todo un símbolo del valor nacional inglés durante la Segunda Guerra Mundial, con el flamante líder Sir Winston Churchill a la cabeza. De no ser por ella, quizás no habrían podido desarrollar aviones mucho más rápidos que los de los alemanes. Al fin y al cabo, la velocidad de los cazas británicos fue uno de los grandes condicionantes que más influyeron en que la victoria se decantase a favor de Inglaterra.

Lady Houston sirvió de enfermera en la Primera Guerra Mundial y apoyó la causa sufragista para conseguir el voto femenino

Apodada Lucy Lady Houston, como si se tratara del título de una pegadiza canción de The Beatles, nació en 1864 en la provincia de Lambeth. El Oxford Dictionary of National Biography la describe de esta forma tan literaria: "Una bella joven y coqueta con un lenguaje insolente, cintura pequeña, que se hizo experta en moda y modales parisinos". Por la descripción, podemos deducir que se trataba de una atractiva dama bohemia a la que le gustaba seducir tanto como incordiar, adelantada a su tiempo, filántropa, imprevisible y honesta, una 'femme fatale' que no tenía reparos en decir verdades incómodas a la mínima en que se le presentaba la ocasión.

Por sus hechos les conoceréis, y en el caso de Lady Houston podemos decir que apoyó durante toda su vida la causa sufragista para conseguir el voto de la mujer. Además, dispuso su ayuda y talento a las enfermeras que sirvieron en el frente durante la Primera Guerra Mundial, cuyas acciones le valieron el título honorífico de dama y le llevaron a encabezar uno de los primeros puestos en la lista de mujeres excepcionales del país. Pero por lo que de verdad tuvo un papel decisivo fue por la donación altruista de todo su dinero a la empresa fabricante de los míticos aviones Spitfire, según informa 'The Daily Beast'.

Foto: Foto: iStock.

Supermarine era una compañía relativamente pequeña, cuyas posesiones ascendían a poco más de un hangar y un grupo de talleres que pugnaban por convertirse en la mayor fábrica de aviones militares de las islas y que aguardaban con temor las amenazas invasoras de Hitler. Lo que les hizo destacar frente al resto de aviones fue precisamente los avances implementados que les hicieron ser los más rápidos. Mucho antes de la guerra contra el imperio nazi, en los últimos años de la década de 1920, la empresa produjo una serie de hidroaviones que compitieron en las carreras anuales por el trofeo Schneider, el mayor evento de competición de altos vuelos hiperrápidos de la época.

Cuando Supermarine se fijó en Lady Houston, ya habían ganado dos carreras consecutivas e iban a por la tercera, lo que les haría ganadores del torneo. El diseñador jefe de la empresa, Reginald Mitchell, había reducido el equipo del avión hasta conseguir una versión minimalista del mismo destinada a conseguir un efecto mucho más aerodinámico. Luego, le añadió un motor producido por la marca automovilística Rolls Royce. Nadie podría pensar que este prototipo de naves podían ser decisivas para salvar al país británico de la invasión nazi. El avión quedó listo para ser pilotado con todas sus actualizaciones en 1931, ocho años antes de que estallara el conflicto.

placeholder Una escuadrilla de Spitfires. (This Island Wiki)
Una escuadrilla de Spitfires. (This Island Wiki)

Mitchell solicitó una subvención de 100.000 libras (unos 115.790 euros) al Ministerio del Aire para cubrir los gastos de la investigación y la producción de las naves, pero se la rechazaron. Los altos mandos de la Royal Air Force (RAF), consternados, vieron como sus deseos de pilotar el caza más rápido fabricado hasta la fecha se evaporaban. Pero aquí es cuando Lady Houston aparece para echar una mano, y en un acto altruista nada previsible, se ofreció a pagarl las 100.000 libras de su proyecto alegando con labia y aplomo: "Todo británico de verdad preferiría vender su última camisa antes de admitir que Inglaterra no puede defenderse por sí misma".

placeholder Una fotografía de la época de Lady Houston. (This Island Wiki)
Una fotografía de la época de Lady Houston. (This Island Wiki)

Pero, ¿cómo podía una muchacha como ella permitirse el lujo de pagar semejante cantidad de dinero? A decir verdad, gracias a su destreza con la voz como miembro de un coro elitista y a sus múltiples matrimonios arruinados que le redundaron importantes herencias monetarias. En su juventud, comenzó a ascender rápidamente como corista en el tardío Londres victoriano. Cuando tenía tan solo diecisiete años, se marchó a París con el que sería el primer hombre de su vida, el cual, por cierto, doblaba su edad. El hombre en cuestión resultó ser un miembro de la familia de propietarios cerveceros de la marca Bass, una de las más populares de la época. A pesar de llevar una relación bastante turbulenta caracterizada por el espíritu 'Lolita' (haciendo homenaje a la fantástica novela de Nabokov), le dejó un salario vitalicio de 6.000 libras (casi 7.000 euros) por año.

Nueve años después, se casaría con un noble llamado Theodore Francis Brinckman, pero se divorció de él en 1895. A los seis años, se volvería a casar con otro hombre poderoso, George Frederick William Byron, un barón que pertenecía a la élite pero que no dudaba en mostrar opiniones progresistas, como el movimiento sufragista. Pero William Byron murió en 1917 a la edad de 63 años. El último hombre en discordia sería Sir Robert Houston, de quien recibiría el apellido y que murió solo dos años después de su matrimonio. Aquí es cuando recibió la máxima herencia de todas, haciéndose con la fortuna de 5,5 millones de libras.

El 'crowdfunding' de 1940 que salvó a Inglaterra

Pronto, gracias a las donaciones de Lady Houston, el Spitfire de Reginald Mitchell no solo triunfó en todas las competiciones aéreas, también se ganó el respaldo de la sociedad británica y del propio Sir Winston Churchil. En 1940, cuando la esvástica se expandía por todo el continente europeo, se produce un hecho llamativo que nos retrotrae a un asunto del presente: el que quizás sea el primer 'crowdfunding' de la historia. El primer ministro británico creó el llamado 'Fondo Spitfire' e hizo un llamamiento a la población para que financiara el proyecto con donaciones anónimas.

Cuando los Spitfires volaron para combatir a las fuerzas nazis, los ciudadanos miraron al cielo y dijeron: "Yo pagué un poco de esos aviones"

Los resultados fueron sorprendentes. Si algo distingue a los británicos del resto de europeos, ta vez sea su capacidad de remar todos al unísono a la hora de afrontar una situación límite. Solo un año después, el 'Fondo Spitfire' consiguió 13 millones de libras en donaciones anónimas que equivaldrían a 650 millones de libras hoy en día (752 millones de euros) solo destinados en reforzar la defensa aérea británica. Si el coste de fabricación de cada Spitfire era de 5.000, la capacidad productiva resultó alarmantemente alta.

La pena fue que Lady Houston, la primera involucrada en el proyecto, no viviría para ver la acrobática danza de los aviones en el cielo desafiando a las tropas nazis. Justo en el año en que aquí, en España, se producía el alzamiento que daba comienzo a al Guerra Civil, Lady Houston murió a la edad de 79 años. Por su parte, Reginald Mitchell, el entusiasta fabricante de aviones militares de la Supermarine, murió un año después que ella, a los 42 años. Una pena que ninguno de los dos vieran a esas raudas máquinas surcar el cielo insuflando esperanza a todos sus ciudadanos que decían: "Yo pagué un poco de ese Spitfire".

Muchas veces, la historia nos devuelve una narración de los hechos no del todo estricta en cuanto a méritos se refiere. Sucede, como en otros muchos casos, que las mujeres se han visto silenciadas o apartadas del relato histórico cuando de no ser por ellas no se habría producido el ansiado cambio que revierte la situación hacia la victoria. Incluso en las guerras, cuando todas las medallas se las cuelgan los hombres que han sido enviados al frente o han mandado a sus soldados a luchar, las mujeres parecen figurar en un segundo plano al margen de todo reconocimiento.

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