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El peor cliente de la historia (y la única respuesta que darle)
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El peor cliente de la historia (y la única respuesta que darle)

Imagina que tu hobby es hacer camisetas y tienes una cuenta en Instagram donde se pueden realizar pedidos. ¿Cómo reaccionarías si quien lo hace es un maleducado?

Foto: Foto: (iStock)
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Trabajar de dependiente, camarero o cualquier empleo que requiera tener contacto con otras personas y se preste un servicio a veces puede convertirse en un verdadero infierno. Es cierto que en este tipo de oficios se necesita mucha paciencia, y normalmente "el cliente lleva la razón".

En los países anglosajones se suele decir "if you pay peanuts you get monkeys", que quiere decir que si pagas con cacahuetes solo puedes contratar monos. Una buena atención al cliente es lo más importante para una empresa si lo que quiere es fidelizar y triunfar, pero solo debe darse cuando estos lo merecen. Solo alguien que ha trabajado cara al público puede entender que a veces hay que respirar tres veces antes de contestar a alguien, pero algunas ocasiones es inevitable. Y si no que se lo cuenten a esta empresaria que realiza mantas de crochet y vende por Instagram.

No siempre llevan la razón

"¡Hola! Tus mantas son alucinantes, ¿tienen comisión?", pregunta el cliente, que tras ver que no responde al instante y de forma impertinente escribe "¿hola?". A los minutos el perfil contesta "Perdona, he estado fuera de la ciudad con mi prometido y no prestaba atención a Instagram", a lo que el otro responde: "Esa no es una buena forma de hacer negocios". El comerciante se disculpa y él contesta: "No tratas correctamente a posibles clientes".

La persona que vende sus mantas vuelve a disculparse de nuevo y a explicar que no estaba en la ciudad sino con su prometido, pero amablemente pregunta: "¿Hay algo que pueda hacer por ti?", y el cliente responde: "Sí. Un descuento por no haber atendido mi mensaje cuando debías. Quiero una manta con las puntadas al estilo 'cathrines', ¿sabes lo que es no? De color gris y azul claro y crema. Ah, y me gustaría que estuviera hecho de fibra natural como lana o alpaca. Nada de mierda sintética".

"¿Qué talla? Y necesito saber qué tipo de material quieres que utilice porque hay diferencia entre lana, alpaca o 'esa mierda sintética", vuelve a preguntar. "Lana. Y va a ser para el sofá así que tiene que ser lo suficientemente grande para que dos personas quepan debajo", responde. "Entonces tú quieres una de tamaño 'queen', ¿Hilo grueso o fino?", prosigue. "Normal, no lo quiero muy voluminoso", contesta.

Solo alguien que ha trabajado cara al público puede entender que a veces hay que respirar tres veces antes de responder

Es entonces cuando le da un presupuesto de 400 dólares (unos 325 euros) del que necesita el 50% por adelantado y el otro 50% se abonará a la entrega del pedido, que llegará en unas 3-4 semanas. El cliente, no muy contento con la respuesta, se queda anonado y le pregunta si la cosa va en serio. "Claro", responde la empresaria. "Es un precio desorbitado por una puta manta. Puedo ir a Walmart y comprar una por 15 dólares (unos diez euros)", dice el interesado. "Entonces ve a esa tienda a comprarla", vuelve a decirle la diseñadora de mantas.

"Si la quieres, es lo que hay"

El cliente no da crédito del presupuesto que le han dado y empieza a discutir con ella. No entiende que el esfuerzo y el material orgánico se tienen que pagar y que si quiere algo sintético saldría más barato. Ella intenta desgranar su factura para que lo entienda, diciéndole que 160 serían para el material y 240 (ya que le llevaría como unas 120 horas terminarla) de la mano de obra: algo que sigue sin entender. Continúa intentando convencer a la chica de que no es un precio razonable. "Es para mi novia que está enferma y quiero verla feliz", añade él. "Lo siento, pero sigue costando 400 dólares", explica la chica.

La conversación se sigue calentando y cuando el cliente parece aceptar el precio, tampoco entiende por qué debe pagar la mitad por adelantado. Ella se lo explica poco a poco, pero él sigue en sus trece sin entender nada hasta el punto de amenazar con hundirle el negocio, difundir que es una estafa y arruinarla. "Esto no es un trabajo. Soy instructora de vuelo y el crochet es solo mi hobby. Hago descuentos en ocasiones, pero esta no es mi principal fuente de ingresos. Si quieres la manta, esto es lo que hay", dice ella. "Que te den. Deberías hacerlo gratis si no necesitas el dinero", comenta él, a lo que ella responde:

"¿Sabes qué? Si la quieres, la haré por 800".

Trabajar de dependiente, camarero o cualquier empleo que requiera tener contacto con otras personas y se preste un servicio a veces puede convertirse en un verdadero infierno. Es cierto que en este tipo de oficios se necesita mucha paciencia, y normalmente "el cliente lleva la razón".

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