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Quién se está quedando con el agua
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INTERESES GLOBALES, CANTIDADES LIMITADAS

Quién se está quedando con el agua

Ha sido considerado uno de los recursos más rentables en el siglo XXI, así que cada vez más compañías están intentando controlar las fuentes, en perjuicio de muchos ciudadanos

Foto: Las cataratas del Iguazú, en el Acuífero Guaraní, una de las grandes reservas de agua del mundo. (iStock)
Las cataratas del Iguazú, en el Acuífero Guaraní, una de las grandes reservas de agua del mundo. (iStock)

“Las crisis globales relacionadas con el agua, desde las sequías en las granjas más productivas del mundo hasta los miles de millones de personas sin acceso a agua potable son la mayor amenaza a la que se enfrentará el planeta durante la próxima década”. Esta frase, recogida en la edición de 2015 del informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, se ha repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos. El agua, que en Occidente consideramos como un bien garantizado, es un recurso natural estratégico cuya importancia será cada vez mayor a medida que pasen los años. De ahí que Estados y empresas se hayan embarcado en una guerra subterránea para controlar y sacar rédito económico a este recurso que en un 92% se destina a la producción agrícola.

“A medida que se vayan notando los efectos del calentamiento global, esta pugna por el control de los recursos hídricos irá a más”, explica Pedro Baños, coronel del Ejército de Tierra en la reserva, antiguo jefe de Contrainteligencia del Ejército Europeo en Estrasburgo y autor de 'Así se domina el mundo'. El problema no es la cantidad total de agua disponible como su distribución en el planeta, como recuerda el coronel Emilio Sánchez de Rojas, jefe de departamento de investigación y análisis de la Escuela de Altos Estudios del Centro Superior de Estudios de la Defensa nacional: “Es un recurso renovable pero finito, por lo que su control estratégico empieza a ser importante. Si utilizásemos toda el agua que cae, habría suficiente, pero su distribución es tan irregular que hay zonas en auténtico estrés hídrico”.

Cada vez hay más grupos de capital riesgo que están intentando controlar el agua pensando que va a ser un recurso estratégico

En ese panorama, el agua se convierte en un bien valioso, una materia prima esencial tanto en la industria alimenticia como en la energética. De ahí que no solo los Estados velen por su posesión, sino también multinacionales y fondos de inversión. En 2008, un informe de Goldman Sachs lo denominó “el petróleo del siglo XXI”. En él recordaba que el consumo se doblaba cada 20 años y que en 2025, un tercio de la población global no tendría acceso al agua potable. Pocos años después se fundaba la Aqueduct Alliance, de la que formaban parte dicho banco, JP Morgan, General Electric, Shell o los gobiernos holandés y sueco, y cuyo objetivo era hacer frente común y compartir información estratégica.

“Cada vez hay más grupos de capital riesgo que están intentando controlar el agua pensando que va a ser un recurso estratégico en pocos años”, concede Baños. “Con el agua va asociada la agricultura y la producción de alimentos, cuya tecnología está en manos de grandes empresas del mundo occidental”, añade Jorge Olcina, catedrático de la Universidad de Alicante y presidente de la Asociación de Geógrafos de España. “Por tanto, el agua puede ahondar en las próximas décadas la separación ya existente entre países avanzados y subdesarrollados por su nivel de renta”. Como recuerda Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua, “políticos y consejeros delegados consultados por el FEM coinciden en que una crisis de agua podría convertirse en el mayor riesgo global para la humanidad”.

placeholder El equilibrio de 'agua virtual' por cada país y la dirección en la que se desplazó entre 1995-2005. (PNAS)
El equilibrio de 'agua virtual' por cada país y la dirección en la que se desplazó entre 1995-2005. (PNAS)

España es uno de los países con más problemas de agua del mundo, como desveló un informe del World Resources Institute (WRI). “Si sufrimos sequía como en 2017, tenemos un conflicto entre comunidades autónomas”, recuerda Baños. El problema, no obstante, no se resolvería importando agua de otros países (lo más cercano son las reservas del sur de Francia, recuerda Sánchez de Rojas, que añade que “tenemos cantidad suficiente de momento”) sino buscando la colaboración entre regiones y recurriendo a alternativas como la desalinización, la utilización de aguas subterráneas (más caras) o la limpieza de los ríos, que ha permitido recuperar un 10% del agua gris. También, añade el coronel, una mayor eficiencia en los regadíos, centrándose en los más rentables como frutas o verduras, y menos en plantas forrajeras o trigo, que requieren mayores cantidades de agua.

Insípida, inodora y incolora, pero rentable

Tradicionalmente, el control del agua como vía de comunicación había sido de gran importancia estratégica. Ahora lo es como recurso, lo que en muchos casos obliga a las potencias a adquirir agua en el extranjero. Es lo que ocurre con países como China, que como explica Baños, “tiene una gran deficiencia en cantidad y calidad de recursos hídricos, por lo que está comprando tierras cultivables en 20 países diferentes”. El experto recuerda que en muchos casos, se trata de “agua virtual”, es decir, la que se utiliza de modo indirecto para la consecución de un bien: por ejemplo, cuando el país oriental adquiere soja a Brasil y Argentina. “A medida que los países evolucionan, se consume más agua virtual”. Algunos compradores habituales son grandes productores como Holanda, Arabia Saudí, Turquía o Reino Unido. España importa una gran cantidad de agua virtual en forma de cereales, pero la exporta en forma de ganado.

El agua es un negocio seguro. Se obtiene generalmente con un bajo coste (lluvia, ríos, lagos) y se puede vender a alto precio a los consumidores

La población del mundo desarrollado, estimada en un 12% del total, consume en torno al 80% del agua potable. Como recordaba un artículo de 'PNAS', tres países (China, India y EEUU) consumen el 28% de los recursos hídricos. A medida que más países en vías de desarrollo se urbanicen, su demanda será aún mayor. Como recuerda Baños, “el agua virtual para conseguir una hamburguesa puede oscilar entre los 200 y los 300 litros, en los que se incluye el agua que ha consumido la vaca y la que ha servido para el pasto”. Empresas como Coca-Cola han recurrido a los pozos de países como la India o Latinoamérica (Chiapas) y Nestlé posee alrededor de 100 fábricas de agua embotellada en todo el mundo.

“El agua es un negocio seguro”, recuerda Jorge Olcina. “Se obtiene generalmente con bajo coste (lluvia, ríos, lagos) o moderado (depuración, desolación) y se puede vender a un alto precio a los consumidores (agua del grifo o embotellada)”. La gran diferencia se encuentra en las actitudes que los distintos gobiernos. “En aquellos contextos donde la regulación de este recurso no sea suficientemente fuerte y en la que el objetivo común no sea el interés general, se pueden producir abusos”, explica Delacámara, que ha asesorado al Parlamento Europeo. Es la gran diferencia entre EEUU –amparado en la doctrina del 'public trust'– o la Unión Europea, con legislaciones muy avanzadas en este sentido, y otros países subdesarrollados donde la producción es más barata que, como matiza Olcina, “quedan al amparo de las actuaciones de estas grandes empresas que encuentran apoyo en los gobiernos, en detrimento de la defensa de sus ciudadanos”.

placeholder La paradoja de Malí: grandes sequías y grandes cultivos de caña de azúcar para producir biodiésel. (iStock)
La paradoja de Malí: grandes sequías y grandes cultivos de caña de azúcar para producir biodiésel. (iStock)

El coronel Sánchez de Rojas califica de “círculo maligno” la situación de países como Mali, que “está en estrés hídrico desde hace tiempo pero emplea grandes cantidades de agua para regar terrenos cedidos a una multinacional donde se cultiva caña de azúcar para biodiésel que se lleva a Europa”. En ocasiones son los propios Estados los que comercializan su agua a los países que se encuentran río abajo. “Algunas de las multinacionales más contaminantes van a producir al Tercer Mundo y la población no ve el más mínimo beneficio”, añade el coronel. Es lo que ocurre en las zonas limítrofes entre India y Pakistán o en el río Níger. En ese panorama los mayores beneficiados serán Canadá y Rusia, asegura Baños, ya que son los que disponen de una mayor cantidad en forma de aguas heladas que cubren terrenos muy fértiles.

La geopolítica del agua

Los conflictos generados por el control de este recurso son cada vez más frecuentes, y afectan a todo el planeta. Está ocurriendo en lugares como Oriente Próximo, por ejemplo, en el aprovechamiento de los ríos Tigris y Eúfrates por parte de Turquía, donde tienen su nacimiento, en perjuicio de Siria, donde como denuncia Acción contra el Hambre más de la mitad de la red del agua ha sido dañada o destruida. Un enfrentamiento en el que Irán, como añade Baños, es un país interesado en el control de dicho río por su gran deficiencia hídrica. El agua, en parte, se encuentra también tras el conflicto entre Israel y Palestina.

Aunque hay quien dice que nunca se ha producido una guerra por el agua, no hay que olvidar que nada descarta que en el futuro no las vaya a haber

Una zona caliente es el Sahel, la transición entre el Sáhara, (al norte, y la sabana, al sur, que une el Atlántico y el mar Rojo. Baños se remonta a la zona occidental de Sudán para hablar de “la primera guerra del agua de tiempos modernos”, en la que se enfrentaron los ganaderos nómadas y los agricultores sedentarios. La lista es casi inacabable: Cachemira, donde está en juego el control de las fuentes del río Indo, de donde se nutre Pakistán; Tíbet, cuyos glaciares alimentan los grandes ríos de Asia; o el Acuífero Guaraní, una gran reserva natural de agua dulce que se extiende por debajo de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil (la tercera más grande del planeta) y que este último país quiere controlar en exclusiva; o la Presa del Renacimiento de Etiopía sobre el Nilo que ha hecho saltar las alarmas en Sudán y Egipto.

Las zonas en mayor peligro de sequía son las que se encuentran en el Ecuador del planeta, incluido el propio país ecuatoriano, uno de los que más azotados se verán por esta carestía. “Pienso en países de Asia o en África, donde gran parte del agua está contaminada”, añade Baños. “O en el mar de Aral, que ha desparecido”. También, como añade Delacámara, “una parte de América Latina (Perú, Argentina, Chile), el centro de Asia, África subsahariana, el oeste de Norteamérica y países de la cuenca mediterránea”.

placeholder Mapa de las predicciones para 2040, según el World Resources Institute.
Mapa de las predicciones para 2040, según el World Resources Institute.

España, a pesar de la protección que le ofrece la Unión Europea (que probablemente tendrá que intervenir tarde o temprano para arbitrar entre los países miembros) se enfrentará a problemas puntuales los años de sequía y que pueden generar discusiones internas como el del trasvase del Tajo al Segura entre Murcia y Castilla-La Mancha si no se lleva a cabo una política de Estado. Colaboración o enfrentamiento parece ser la disyuntiva en la que los poderes públicos se verán en los próximos años. Como concluye Sánchez de Rojas, “aunque hay quien dice que nunca se ha producido una guerra por el agua, no hay que olvidar que ninguna de las estrategias descarta que en el futuro no las haya”.

“Las crisis globales relacionadas con el agua, desde las sequías en las granjas más productivas del mundo hasta los miles de millones de personas sin acceso a agua potable son la mayor amenaza a la que se enfrentará el planeta durante la próxima década”. Esta frase, recogida en la edición de 2015 del informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, se ha repetido hasta la saciedad en los últimos tiempos. El agua, que en Occidente consideramos como un bien garantizado, es un recurso natural estratégico cuya importancia será cada vez mayor a medida que pasen los años. De ahí que Estados y empresas se hayan embarcado en una guerra subterránea para controlar y sacar rédito económico a este recurso que en un 92% se destina a la producción agrícola.

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