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Por qué los italianos se mudan en masa a España
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Por qué los italianos se mudan en masa a España

Italia es ya la quinta nacionalidad con más extranjeros residentes y la única, junto a la china, que no ha dejado de crecer durante todos los años de la crisis

Foto: Imagen: EC.
Imagen: EC.

Francesco Torromacco, napolitano de 35 años, fue “durante mucho tiempo” el guardaespaldas de Eros Ramazzoti. Pero ahora busca trabajo en Torremolinos porque en Italia “la mentalidad es muy cerrada y yo soy una persona libre”, dice. Lo mismo puede ser camarero que vigilante, asegura, porque sabe hacer “muchas cosas”. Pero de lo que está seguro es de que “para no hacer nada, prefiero estar en España”. Llegó hace dos meses, así que no desespera, argumentando que “el trabajo no lo es todo y allí el ambiente es más feo”. Es un inmigrante italiano del sur de la bota, un hombre sin una profesión muy definida. Y uno de los más de 260.000 italianos que residen en España, la quinta nacionalidad extranjera más numerosa y creciente desde los años noventa del pasado siglo. Pero su perfil no es el más representativo. No hay un retrato robot, los hay ricos, pobres, cultos, incultos, hombres, mujeres, del sur y del norte.

"El sol, la playa, las costumbres, la cultura, todo se parece". Esas cosas, dicen desde las instituciones, son las que hacen que los italianos hayan decidido venir en masa a España. Pero hay un dato que hace tambalearse la explicación: ¿por qué no sucede también al revés? En Italia solo están inscritos algo más de 20.000 españoles como residentes permanentes. "El amor, los muchos erasmus que echan raíces", prosiguen. Pero tampoco en ese punto las cifras corroboran la tesis: los españoles eligen Italia como principal opción para sus becas europeas, un total de 12.000. Pero casi todos regresan aunque hayan encontrado allí pareja. "La precariedad laboral o la falta de expectativas de los jóvenes", apuntan también. Pero las cifras revelan que España es uno de los países punteros en esa cuestión y, 'a priori', un destino muy inapropiado para encontrar trabajo. Y además los italianos que vienen a España no son todos jóvenes.

Los jóvenes pensábamos que Italia necesitaba un modernizador, como Zapatero, que nunca ha llegado

"¡No crea! Hay muchas más oportunidades laborales en España que en Italia", apunta Giuseppe Grosso (Milán, 1982). "Allí todo es más difícil y más burocrático. Hay cribas y exámenes para todo, como ser dentista, profesor, periodista o casi cualquier cosa, necesitas una habilitación de un colegio profesional", explica. Grosso, un muchacho con el pelo rizado que se da un ligero aire al motociclista Valentino Rossi, ha fundado junto a un socio español una editorial en Madrid, Altamarea, especializada en literatura y ensayo italianos del siglo XX y que sacará sus primeros títulos este próximo 4 de abril. Estudió lingüística y pidió una beca en una universidad española: "Muchos lo hacían, era más sencillo que allá". Grosso cree que Italia ha entrado en una fase de "gangrena" y que su generación, al menos los más progresistas de ella, entendía que España era "el epicentro de una utopía mediterránea".

placeholder Giuseppe Grosso. (D. B.)
Giuseppe Grosso. (D. B.)

En 2008, Flor Barroso, filóloga, escribía una tesina con un capítulo dedicado al efecto Zapatero en Italia. El 70% de los italianos veía España como un país moderno. "Los jóvenes estábamos emocionados con José Luis Rodríguez Zapatero", subraya Grosso, que recuerda el documental 'Viva Zapatero', de Sabina Guzzanti, en 2005. "Los jóvenes pensábamos que Italia necesitaba un modernizador que nunca ha llegado, aunque su sociedad está preparada para ello". Otro intelectual, Fabio Volo, emitía durante aquellos años un programa de televisión desde Barcelona, 'Italo-Spagnolo', en el que relataba la vida cotidiana desde el centro de la capital catalana. "Fue todo un fenómeno, España estaba en la televisión casi cada día como un referente, pero ahora ya no pasa".

Precariedad e impuestos

Una percepción, la de que eso ya no pasa, que desmiente Angela Scrivano (Palermo, 1974), que se mudó a Valencia hace tres años, aún en la incipiente salida de la crisis. "Cada semana veía en la televisión como España escapaba mejor de la crisis y muchas empresas se iban a este país", comenta esta mujer, que es administrativa y estudió un bachiller en gestión. De hecho, los últimos cinco años se ha acelerado la cantidad de italianos que llegan a España. Y ya no van tanto a Barcelona. Madrid casi ha alcanzado a la capital catalana. "Los jóvenes allí no tienen futuro, ni en el sur ni en el norte, hay mucha más precariedad y muchos más impuestos".

Una visión, la que tiene que ver con el tipo impositivo, a la que se apunta Ferdinando Meo, milanés de 37 años. Meo, que agita la mano desde un callejón para saludar y de paso que se pueda encontrar su oficina, escondida en un hueco de la calle, llegó hace tres años y medio para gestionar como CEO la filial española de la multinacional Groupon. "Es normal que estas empresas tengan su sede principal del sur de Europa en Italia y que cuando abren sucursales en otros países mediterráneos seamos los italianos quienes las lideremos", explica. En su opinión, el hecho de poder acogerse a la Ley Beckham durante cinco años y tributar al 29% frente al 47% es algo muy atractivo para estos directivos extranjeros. "En Madrid o en Barcelona hay mejor ambiente que en Milán. Se vive mejor porque además nosotros cobramos lo mismo y la vida es bastante más barata", explica el ejecutivo, que ahora ha fundado su propia empresa, Alkemy Iberia, dedicada a asuntos digitales diversos. Meo no cree que emigren de otro modo italianos del norte o profesionales muy especializados como los ingenieros.

Muchos italianos, entre Milán y el extranjero, prefieren el extranjero, sobre todo si hay una cercanía cultural

Pero se equivoca. Al menos con respecto a F. P., de 28 años y originaria de un pueblo al norte de Roma e ingeniera. "No me gustaba el ambiente de la empresa en Italia. Había mucho ambiente masculino. Bueno, eran más bien machistas", revela cogiendo carrerilla. Para ella, la clave está en que el trabajo en Italia está muy concentrado al norte del país y que muchos italianos "entre Milán y el extranjero, prefieren el extranjero, sobre todo si hay una cercanía cultural y climática". Francesca abandonó Roma, además, porque "no podía asumir el alquiler de un piso para vivir yo sola y en Madrid puedo perfectamente". Cree que el inmigrante italiano en España es mayoritariamente, "en un 75%, con pocos estudios y que le interesa el sol y las mujeres, y en un 25% en trabajos concretos que exigen estudios superiores".

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Ferdinando Meo. (D. B.)

Casi todos los italianos, incluidos algunos que prefieren no dar su nombre, creen que durante los últimos 20 años, y coincidiendo con la irrupción de la figura de Silvio Berlusconi, la sociedad italiana se ha fracturado además de en el tradicional eje norte-sur, de tipo económico, en otro más difuso que tiene que ver con valores sociales. Grosso, sobre ese particular, lamenta que la sociedad italiana "lleva mucho tiempo dormida y se ha vuelto individualista y muy poco reactiva, muy poco proclive a protestar y alcanzar hitos sociales".

'Little Italy'

La llegada de estos últimos italianos ha configurado un mapa en el que hay presencia de todos los estratos sociales y todas las procedencias desde la península itálica. En los últimos años, la nacionalidad extranjera más presente en los barrios del centro de Madrid es la italiana. "Los restaurantes y los servicios para italianos son ahora muchos y magníficos. ¡Hay hasta pizzerías tan buenas como las de Italia!", exclama una de las diplomáticas de la embajada. Uno de esos comercios italianos lo abrió hace pocos meses un veterano. Tiene hijos mayores. Vende lasañas y canelones en una minúscula tienda en lo que se ha empezado a llamar el 'Little Italy' de Madrid, las calles aledañas al Liceo Italiano, en el distrito de Chamberí.

Esa transversalidad de la inmigración italiana ha oscurecido el dato que distorsionaba las cifras de inmigrantes del país transalpino: los latinoamericanos con pasaporte de ese país. A día de hoy, los que más entran en España con documentación italiana son personas nacidas en Italia, aunque ha habido un repunte de los de origen venezolano (cerca de 2.000 personas nacidas en aquel país se han inscrito en el último año en la embajada italiana en Madrid) a causa de la crisis política y económica del régimen de Maduro. Hasta la fecha, eran mayoritariamente argentinos y, en menor medida, uruguayos.

Para elegir España, basta con "el clima, la calidad de los servicios, la facilidad de la vida cotidiana y un nivel de renta bastante alto"

"Hay de todo y desde todas partes de Italia", es el resumen de Andrea Vota, natural de Catania (Sicilia), de 35 años. Su historia, como la de muchos otros, tiene que ver con un curso, en este caso del Instituto de Empresa, y un avistamiento de una sociedad y un día a día que le parecieron "más acogedores". Sin embargo, el día a día de Vota es más original: fundó una ONG en Madrid que recoge los excedentes alimentarios de eventos tipo bodas, bautizos o convenciones de empresas. No gana nada con ello, simplemente evitar que se tire la comida y así se pueda usar en comedores sociales. Vota, que estudio Ciencias Políticas, cree que más allá de otras razones más profundas, basta con "el clima, la calidad de los servicios, la facilidad de la vida cotidiana y un nivel de renta bastante alto" para decantarse por España.

Y un último apunte que desliza Grosso. "Será más normal irse a Alemania o Reino Unido por la economía y, de hecho, muchos lo hacen, pero en España, además de lo cultural y el idioma, los italianos todavía tenemos un poco de prestigio y se nos ve como iguales, no por encima del hombro". Seguramente por eso Torromaco, el guardaespaldas de Eros Ramazzoti, prefiere esperar a que pase el tren de la buena suerte en España: "Se respira mejor".

Francesco Torromacco, napolitano de 35 años, fue “durante mucho tiempo” el guardaespaldas de Eros Ramazzoti. Pero ahora busca trabajo en Torremolinos porque en Italia “la mentalidad es muy cerrada y yo soy una persona libre”, dice. Lo mismo puede ser camarero que vigilante, asegura, porque sabe hacer “muchas cosas”. Pero de lo que está seguro es de que “para no hacer nada, prefiero estar en España”. Llegó hace dos meses, así que no desespera, argumentando que “el trabajo no lo es todo y allí el ambiente es más feo”. Es un inmigrante italiano del sur de la bota, un hombre sin una profesión muy definida. Y uno de los más de 260.000 italianos que residen en España, la quinta nacionalidad extranjera más numerosa y creciente desde los años noventa del pasado siglo. Pero su perfil no es el más representativo. No hay un retrato robot, los hay ricos, pobres, cultos, incultos, hombres, mujeres, del sur y del norte.

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