El misterio de los grandes grupos de mujeres que emigraron solas por Europa
Una investigación arqueológica descubre que las mujeres del siglo V viajaron por todo Europa para establecer "enlaces matrimoniales estratégicos" entre civilizaciones diferentes
Durante la Era de la Migración (entre el 300 y el 700 d. C.), poblaciones como las de los godos o los vándalos recorrieron Europa desgastando al Imperio Romano y asentándose en los territorios que conquistaban tras su avance. Una de ellas fue la de los bávaros, quienes se establecieron alrededor del siglo VI en lo que hoy es el sur de Alemania. No es hasta catorce siglos después, en 1960, cuando un grupo de arqueólogos descubría cráneos de esta civilización a lo largo de los ríos Isar y Danubio.
Una de las características más llamativas de estas piezas calavéricas es que el hueso parecía haber sido forzado. Existen pocas pistas sobre a quién pertenecían o del por qué se había llevado a cabo esta práctica en terreno europeo. Es así como el antropólogo y genetista, Joachim Burger, de la Universidad Johannes Gutenberg alemana, se propuso secuenciar el ADN de pequeños fragmentos de hueso y compararlos con las tumbas de las poblaciones modernas en toda Europa y Asia.
Estas mujeres parecían muy diferentes a las locales, eran muy exóticas
Hay diferentes teorías sobre la mesa. En aquellos años, el sudeste de Europa era el hogar de la temida confederación de tribus conocidas como los hunos, famosos por sus calaveras estiradas localizadas en los cementerios al oeste de Baviera. Pero, ¿cómo llego la práctica a Alemania? Un nuevo estudio publicado por la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' sugiere una versión alternativa: mujeres.
Un equipo internacional de investigadores ha analizado recientemente los genomas de 36 conjuntos de huesos enterrados en seis cementerios de Baviera durante los siglos V y VI. El resultado mostró que se trataba de 26 mujeres, 14 de las cuales tenían el cráneo deformado, además de 10 hombres, según informa 'National Geographic'. Los científicos resolvieron que dichas cabezas fueron cuidadosamente forzadas desde el nacimiento. En otro estudio publicado hace solo unos días, la Academia Nacional de las Ciencias estadounidense añadió que pertenecían a individuos de clase alta.
Una migración femenina insólita
“Estas mujeres parecían muy diferentes a las locales, eran muy exóticas”, afirmó Joachim Burger, uno de los investigadores del proyecto y genetista de poblaciones en la Universidad de Maguncia, Alemania, en 'The State'. “En varias culturas de todo el mundo, los cráneos alargados artificialmente pudieron denotar una forma de belleza o un alto estatus debido al tiempo y esfuerzo requerido para vendar y estirar la cabeza de un niño”, aseveró.
No fueron solo las modificaciones del cráneo: las mujeres probablemente tenían ojos marrones y cabello rubio o castaño, lo que les hizo sospechar que fueran de ascendencia asiática, de Rumanía y Bulgaria. “Arqueológicamente, no son tan diferentes del resto de la población”, subrayó Joachim Burger. “Pero en cuanto a genética, son totalmente diferentes”.
Por primera vez, parece haber pruebas de que las mujeres también emigraron por vastas superficies de territorio, no solo los hombres
No está claro a qué se debió esta insólita migración femenina. Los autores del estudio especulan que podía tratarse de alianzas estratégicas entre poblaciones muy distantes en toda Europa. “Este es un estudio sólido con resultados bastante interesantes”, aseguró Jean-Jacques Hublin del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania. “Usualmente, los movimientos de larga distancia involucran a más hombres (exploradores, soldados, élites políticas…), y los movimientos de corto alcance son más comunes para las mujeres (las esposas solían viajar a la zona de origen de su marido)”.
Esto supone una gran revelación, ya que por primera vez parece haber pruebas de que las mujeres también emigraron por vastas superficies de territorio europeo, no solo los hombres. A pesar de sus orígenes extranjeros, las mujeres se integraron rápidamente en la sociedad bávara, de acuerdo a los investigadores. Llevaban la misma ropa que los lugareños y fueron enterrados con los mismos artefactos.
Todo se debe a un "choque cultural" entre civilizaciones que volverían a encontrarse en los comienzos de la Edad Media
Susanne Hakenbeck, arqueóloga de la Universidad de Cambridge, ha dedicado años de su vida a reconstruir las historias de estas mujeres y otras personas con el cráneo deformado artificialmente en el Viejo Continente. Sus análisis de los isótopos óseos revelaron que las modificaciones craneales eran muy comunes entre habitantes residentes en Asia Central y Austria en ese momento histórico, pero “solo se ve un puñado de mujeres adultas con estas características en lugares más al oeste” como Alemania.
“Nadie había pensado que el matrimonio y el parentesco tenían una función realmente importante en ese período”, arguyó Hakenbeck. La nueva investigación podría probar que esto es falso y que las mujeres se casaron con hombres bávaros como resultado de alianzas matrimoniales estratégicas. Burger sugirió que todo se debe a un “choque cultural” entre civilizaciones que se encontrarían en el comienzo de la Edad Media: "Hay mujeres exóticas con cráneos exóticos que llegan a estos lugares aburridos y extranjeros. Deben haber llegado a propósito. No es un caso único, hay bastantes”, concluyó Burger.
Durante la Era de la Migración (entre el 300 y el 700 d. C.), poblaciones como las de los godos o los vándalos recorrieron Europa desgastando al Imperio Romano y asentándose en los territorios que conquistaban tras su avance. Una de ellas fue la de los bávaros, quienes se establecieron alrededor del siglo VI en lo que hoy es el sur de Alemania. No es hasta catorce siglos después, en 1960, cuando un grupo de arqueólogos descubría cráneos de esta civilización a lo largo de los ríos Isar y Danubio.