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Las hazañas eróticas del 'cuarentón hijoputa': "Solo intento sentirme bien conmigo mismo"
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Las hazañas eróticas del 'cuarentón hijoputa': "Solo intento sentirme bien conmigo mismo"

Entrevistamos a Hernán Migoya y Santiago Sequeiros con motivo de la publicación de su último libro, 'Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa'

Foto: Hernán Migoya (izq), ilustración del 'cuarentón hijoputa' (centro), Santiago Sequeiros (dcha)
Hernán Migoya (izq), ilustración del 'cuarentón hijoputa' (centro), Santiago Sequeiros (dcha)

Cuando vimos 'Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa' (ed. Dibbuks), con una ilustración de un hombre con nariz de pene en la portada, no lo pensamos dos veces: queríamos devorar ese libro y hablar con sus autores. Todo en sí era llamativo. Entre tanto ensayo político y novela 'rándom' que se publica últimamente, esa recopilación de hilarantes narraciones de ficción satírica y erotico-festiva, imaginadas por Hernán Migoya y magníficamente ilustradas por Santiago Sequeiros, eran como un faro luminoso. ¡Léeme, léeme!, parecía que gritaba. Y no nos quedó de otra.

Las 180 páginas volaron en dos días. No podíamos parar de seguirle la pista al cuarentón hijoputa, el protagonista, que va pasando de cama en cama y de mujer en mujer, a veces de una en una, a veces de dos en dos, en grupo, o con hombres. Su mentalidad, mezcla de pringado estúpido, pajero y salido te acaba enamorando. Es una mezcla entre pena y cariño. Todos los relatos de los que se compone el libro son estimulantes y libertinos, un canto al sexo libre en una cuidada edición que seduce a todo amante de la literatura y del arte picarescos.

El libro es una recopilación de hilarantes narraciones de ficción satírica y erotico-festiva, imaginadas por Migoya e ilustradas por Sequeiros

El lenguaje, prosa y ritmo con el que Hernán va contando las desventuras sexuales del cuarentón nos encantó, y las ilustraciones de Santiago que acompañan a cada historia nos maravillaron. Queríamos saber más, hablar con ellos. Y eso hicimos. Cada uno estábamos en una punta del país, así que nos reunimos en una llamada a tres (seguro que el 'cuarentón' habría tenido broma verde para esto). Este fue pues el resultado de la conversación de El Confidencial con los autores más irreverentes de la actualidad:

PREGUNTA: Antes de nada, ¡enhorabuena por el libro! La primera duda que he tenido al leerlo, y que me interesa mucho por la gran cantidad de detalles que hay en los relatos, es si estos son reales o si tienen algún parecido con la realidad.

placeholder Hernán Migoya.
Hernán Migoya.

HERNÁN: En realidad, están basado en la vida de Santi, que es un caballero... Jajaja.

SANTIAGO: Jajajajajaajajaja.

HERNÁN: No, grado coincidencia, ninguno. Todo es resultado de años de tesón masturbatorio, que al final han acabado dando sus frutos. Yo pertenezco a esa generación de masturbadores compulsivos, que pasó su adolescencia tocándose a solas. Y al final le hemos sacado partido. Es todo pura fantasía.

SANTIAGO: No follamos tanto, no. Apenas follamos, de hecho.

P: El 'cuarentón hijoputa' tiene mucho sexo, con muchas mujeres y hombres diferentes. ¿Qué tiene de parecido el personaje con vosotros?

H: Jajajajaja. Lo que mas se parece es que para dibujar el carácter y la personalidad del cuarentón me he basado en la parte más cínica y desenfadada, hedonista, más hijoputa de los hombres. En realidad es un compendio de chistes verdes que te permites con tus amistades más intimas, porque tienes confianza con ellos. Es un personaje muy generoso, porque te permite combinar todas las estupideces que se te ocurren en la vida real y que no podrías meterlas en una serie o película. Y aquí tienen cabida. Es un personaje ridículo pero que funciona. En el fondo es la redención de todo escritor satírico. Con el 'cuarentón hijoputa' funciona muy bien, como una especie de muñeco deformable. No tiene miedo a ser estúpido o de hacer el ridículo, o de vivir situaciones patéticas. Y sobre todo al hablar de sexo es una posición muy sana y divertida. Los cuentos reflejan el vacío que hay detrás de toda exploración sexual. Me gusta desculpabilizar el sexo... Lo que quería con estos cuentos, en estos tiempos en los que se demoniza el sexo libre, es hacer un sexo sin culpa.

S: Jajajaja. Visualmente se parece a Hernán, jajaja. El personaje está adquiriendo su propia identidad. Es una mezcla de Homer Simpson, RanXerox... Y bueno, yo he tenido experiencias de tipo swinger, pero mis experiencias en los dibujos no las reflejan. En los dibujos no logro trasladar la realidad, tal y como puede entenderse en el sexo. Cuando dibujo, reflejo el miedo, la dificultad, ese punto entre la desintegración y la identidad que se produce en el sexo. Disgregación sexual, en definitiva.

P: El libro lo protagoniza un hombre que tiene sexo con diferentes personas, y que le mueve el sexo por el sexo. Y está escrito por un hombre e ilustrado por otro varón. ¿Creéis que si lo hubiera escrito una mujer le hubieran caído críticas por el hecho de serlo?

H: Yo no me identifico con la mayoría de hombres... ¿Si lo hubiese escrito una mujer? Pues, no sé. Me gustaría tener un gran físico para promocionar el libro. Tener el de Sasha Grey, por ejemplo.

placeholder Santiago Sequeiros. (Ana Port)
Santiago Sequeiros. (Ana Port)

S: No estarías cómodo con el físico de Sasha Grey. Estarías más incómodo. Si fuese una mujer la autora, se venderían más libros, pero estaría menos cómoda.

H: Es un país bastante pacato a nivel literario y a lo mejor las autoras lo tendrían mas complicado o más difícil. Yo sigo mucho a Valérie Tasso: me parece que su visión del sexo y lo que implica es supersano, y muy inteligente, sorprendentemente rigurosa. No me parezco a la mayoría de hombres, no comparto ni creo en ningún determinismo sexual. Me parezco más a muchas feministas lesbianas que a hombres hetero.

S: Sí, pero es cierto que aunque una mujer vendería más lo tendría más complicado, porque la gente ni siquiera preguntaría lo que tú: si los relatos coinciden con la realidad. Simplemente darían por hecho que así es.

P: El personaje del libro es un cuarentón que disfruta del sexo libre, que no quiere comprometerse ni tener hijos. Tampoco busca enamorarse. ¿Qué opináis de esta forma de vivir? ¿Creéis que se puede estar así toda la vida?

S: ¡Yo lo estoy intentando! Jajaja Pero no follo tanto porque no me dejan...

H: No te preocupes, Santi. Con todo lo que vamos a ganar, adoptaremos un niño. El niño nos mataría a los dos, pero bueno.

P: ¡Se os moriría!

S: Jajaja. Yo le tengo pánico al compromiso, la verdad. No me veo siendo padre, me entra ansiedad solo de pensarlo. Me gustan los niños de otros. No en plan de cogerlos y cuidarlos, pero sí me gusta verlos y que otros los tengan. Pero si son tuyos, luego tienes que responsabilizarte de ellos... TODA la vida... y ya no eres tú. Pfff. A mí me ha costado mucho cuidad de mí mismo, y lo hago bien desde los 40. Ahora tengo 46. No me veo capaz de ser padre ni casarme. Mi plan de vida que tengo está marcado. Yo solo intento sentirme bien conmigo mismo.

Yo le tengo pánico al compromiso, la verdad. No me veo siendo padre, me entra ansiedad solo de pensarlo. Me gustan los niños de otros

H: Una de las cosas más bonitas que ha pasado en la sociedad actual es que se ha roto la necesidad de formar un núcleo familiar, te hablo de convencional o no. Ya nadie te mira raro por querer formar una familia contigo mismo. Me parece un gran avance. Hay gente como loca por casarse y tener hijos. Nosotros no, y está muy bien que la sociedad comience a permitir esto.

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P: A pesar de que el 'cuarentón hijoputa' es muy individualista, tanto en sus relaciones personales como sexuales, es muy generoso en la cama. Un muy buen amante. Le pone mucho empeño en que la mujer disfrute. ¿Creéis que esto es posible porque está soltero? Si el 'cuarentón' tuviese una pareja, ¿sería tan bueno en la cama?

H: No hay ninguna militancia moral, didáctica, pedagógica en el personaje. El cuarentón se desmarca. No se pretende aleccionar a nadie, y me gusta mucho ese posicionamiento: él vive su vida, no le dice a nadie lo que tiene que hacer, y nadie se lo dice a él. Nunca impone nada. Y eso me gusta en estos tiempos en los que todos buscan emparejarse y comenzar una relación. Una pareja entra en rutina, es inevitable. Las pobres parejas... Su cariño acaba sustituyendo a la pasión, y tampoco hay que poner sobre sus hombros esa presión de satisfacer a quien tiene al lado. Pueden hacer otras cosas, como ver Netflix juntos.

S: Cuando vives en pareja el sexo es cotidiano. Solo juegan los dos, y las relaciones sexuales se vuelven algo más del día a día, como pagar el alquiler o hacer la compra. En cuanto a la reciprocidad en el sexo, siempre hay que dar placer. Cuando yo me preocupo del placer del otro, me da placer a mí. Si no hay eso, el sexo no tiene sentido.

Una pareja entra en rutina, es inevitable. Las pobres parejas. Su cariño acaba sustituyendo a la pasión. Pero pueden ver Netflix juntos

H: Sí, en el sexo excita mucho excitar a la otra persona. No se puede concebir de un modo egoísta. Siempre tiene que haber interacción, y el cuarentón lo sabe: él disfruta dando placer.

S: Que conste que no hemos compartido trío...

H: Jajajaja. ¡Ni dúo!

P: Tanto el lenguaje del libro, como el tono y las ilustraciones, son bastante claras, es decir, esquivan completamente lo que se entiende como políticamente correcto.

H: A mí me parece normal, pero a todo el mundo le sorprende. No obstante, hemos recibido una reacción muy positiva por parte de la prensa, y pensábamos que no iba a ser así.

S: En mi caso, las ilustraciones del libro van evolucionando. La primera es un poco normal, no es muy erótica, porque la verdad es que el tema de dibujar erotismo se me da de pena. La segunda ilustración era un poco igual, porque sale una mujer con un ojo dentro de la vulva... Sin embargo, ya en la tercera, el 'cuarentón' sodomiza a una mujer. Ahí cambia de repente mi punto de vista. En ese momento supe que mi parte iba a evolucionar. Empecé a cambiar las cosas de sitio, las partes del cuerpo, era todo más surrealista pero sin ser gore. Para mí son amputaciones psicológicas, y por eso se empiezan a oscurecer un poco. A ver, yo emocionalmente estoy muy jodido, y soy un dibujante que no puede distanciarse de sus dibujos. O sea, si es para un encargo, pues sí, pero si estoy durante largo tiempo con un trabajo, es inevitable que acabe apareciendo el miedo, la represión... y eso se acaba reflejando en los dibujos.

P: Tengo curiosidad, ¿cómo acabasteis haciendo esto juntos? ¿Quién se lo propuso a quién?

H: ¿Se lo dices tú o yo? Jajaja.

S: No sé, ¡tú!

H: Somos amigos, muy buenos amigos desde el 96. Tenemos muchos gustos diferentes, pero emocionalmente somos muy parecidos. Tenemos un carácter similar, y hay una cierta pureza en nuestros gustos. Los dos podíamos haber sido snobs o patanes, no tenemos doblez al abrazar lo que nos apasiona. Y reconocemos esa pureza en el otro, porque sabemos que ninguno se va a aprovechar del otro.

S: Sí, somos muy buenos amigos. Y nos entendemos muy bien, aunque él tenga un pésimo gusto musical. ¿Quién era ese que te gustaba?

H: Jajaja.

S: Jajaja.

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P: ¿Cuál es el relato y la ilustración de la que os sentís más orgullosos?

H: A mí de Santi me gusta mucho la del salón de comic, donde el 'cuarentón' sujeta a 'Wonder Woman' y comienza a pegar patadas a todos los frikis que hay alrededor con el pene fuera. Es una imagen que me trasmite mucha ternura, en parte porque una novia a la que quise mucho era cosplayer y se disfrazaba de estos personajes, y también porque he sido -o lo soy- toda la vida un friki. Siempre he formado parte de este marasmo de 'outsiders' de cosas raras. Y porque es un 'freak' representando a otros 'freaks', y me parece muy tierno y muy bonito. En cuanto al relato, mi favorito es el de 'Los poliamorosos son gilipollas'. Es un tema muy actual, y supone una especie de crítica a la obsesión que hay ahora por otorgar respetabilidad al sexo libre disfrazándolo de otra cosa. Ese cuento propone una dignificación de la promiscuidad per se, para mujeres y hombres. Porque los falsos progres afirman ahora que si el sexo con varias personas incluye amor, ya es respetable... o sea, aburguesan el sexo. De esa forma maquillan la vergüenza que esta sociedad les obliga a albergar por sentir deseo. Y no, el sexo es bueno porque sí: la obra reivindica el sexo por el sexo y ya está. Y si desestabiliza la sociedad, que se joda la sociedad.

S: No sé, me gustan muchas ilustraciones y cuentos. No podría decirte uno ahora. Bueno, y de Hernán, todos, sobre todo los últimos, porque cada día escribe mejor.

H: Jajaja. Cuidaremos bien del niño.

S: Jajaja.

¿"Poliamor"? Es una obsesión por otorgar respetabilidad al sexo libre. Es una dignificación de la promiscuidad

P: ¿Quién debería leer este libro?

H: Vaya pregunta... No tengo ni idea. A mí me ha hecho ilusión que lo hagas leído tú y que te haya gustado. Yo a priori siempre pienso que vamos a vender muy mal, pero no me importa. Lo más seguro, con perdón de Ricardo, mi editor, es que vendamos poco, pero bueno, estamos contentos. Yo estoy muy feliz por Santi, porque llevaba mucho años sin editar una obra encuadernada, y para él es una oportunidad maravillosa.

S: Yo creo que se venderá bien, en el sentido de cubrir los gastos y que a nosotros no nos llegará casi nada. Pero dentro del mercado es lo normal. Esta es la expectativa que tenemos. Los dibujos aseguran unas ventas a un determinado target, pero nunca serán un bombazo.

P: Oye, yo le he dicho a tres amigos cuarentones que lo estaba leyendo y me han dicho que se lo pase. Les diré que lo compren. Nos vemos el 14 de marzo en Madrid, en la presentación del libro.

H: ¡Al final vendemos algo y todo!

S: ¡Gracias! Allí nos vemos.

Cuando vimos 'Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa' (ed. Dibbuks), con una ilustración de un hombre con nariz de pene en la portada, no lo pensamos dos veces: queríamos devorar ese libro y hablar con sus autores. Todo en sí era llamativo. Entre tanto ensayo político y novela 'rándom' que se publica últimamente, esa recopilación de hilarantes narraciones de ficción satírica y erotico-festiva, imaginadas por Hernán Migoya y magníficamente ilustradas por Santiago Sequeiros, eran como un faro luminoso. ¡Léeme, léeme!, parecía que gritaba. Y no nos quedó de otra.

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