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La dominatrix culta: pega a sus clientes, pero también leen libros
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"Me gusta que cambien su pensamiento"

La dominatrix culta: pega a sus clientes, pero también leen libros

La joven Mistress Velvet desvela qué hace con sus clientes cuando requieren sus servicios y no son precisamente prácticas de 'bondage' o sadomasoquismo

Foto: Mistress Velvet. (Instagram)
Mistress Velvet. (Instagram)

Mistress Velvet es una dominatrix con carrera. Se graduó en el máster de Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo (BDSM) porque pensó que podría ser algo muy divertido con lo que ganar mucho dinero: "¿Por qué no intentarlo?", le dijó a 'Huffington Post'.

Sus clientes la contratan para que sea su dueña, la persona que toma el rol dominante en la relación o la ama que castigará a su esclavo. "La mayoría de las personas que contratan mis servicios son hombres blancos heterosexuales", explica. Aunque al principio su orgullo fue cuestionado por un consumidor que dudó sobre su temperamento para este tipo de prácticas, Velvet sintió que era una situación personalmente gratificante y decidió bucear un poco más en el tema.

Foto: Fotograma del cortometraje.

Dinámicas de poder

Con el tiempo empezó a teorizar mucho sobre las técnicas que podía emplear a las personas que requerían sus servicios y sobre qué podría hacer una mujer negra con ese tipo de supremacía sobre un varón blanco cisgénero. Así que comenzó a introducir la teoría feminista de mujeres de color en sus sesiones con los clientes, quienes explicaron que su relación en ese espacio ha impactado en su comportamiento.

Solía tener miedo a que la gente no me tratara bien y sentía las ansiedades generales que tienen las trabajadoras sexuales

"Uno de mis clientes a partir de entonces solo quería estar con mujeres de color y otra a la que eduqué sobre la opresión sistémica de las féminas fundó una organización sin ánimo de lucro para apoyar a las madres negras del sur de Chicago", explica. Velvet confesó al medio cómo reacciona su clientela a sus tareas o BDSM como un espacio para la curación sobre pensamientos negativos hacia la gente de color, la diversidad y el privilegio en el trabajo sexual.

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Todo esto le hizo pensar que podía cambiar el pensamiento de muchos. "Dejarles que sean tan sumisos no permite un cambio más drástico en sus ideas. Así que tengo que hacer que ellos lean sobre el feminismo de color porque simplemente nos fetichizan y quiero que sean conscientes de que están contribuyendo a un problema sistémico por el privilegiode ser blancos y ricos", aseguro.

Parece raro y a muchos les sorprende que cuando presenta ese concepto a las personas que acuden a ella no se sientan extrañados, pero confiesa que les gusta leer los ensayos cuando les da permiso para pensar en ellos. "Hablamos al respecto y muchos creen que nunca habían pensado en tales conceptos, lo que les resulta muy útil", explica.

"Siempre vuelven"

Velvet piensa que la idolatran a un nivel diferente. Los clientes creen que es dominatrix a todas horas durante toda la semana pero a muchos les recuerda que su educación también se centra en el BDSM como curación para chicas con ella y que piensa en ello todo el tiempo, algo que les aterroriza y lo hace todo más real. "Normalmente empiezo con el 'Pensamiento Feminista Negro' de Patricia Hill Collins. Es un poco viejo y algunas cosas han sido impugnadas pero es un libro realmente bueno: tiene un capítulo sobre la imagen que me obsesiona, entonces se lo hago leer", confiesa.

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Cuando les pregunta sobre cómo tratan a las mujeres negras y los estereotipos sobre ellas, les pregunta: "¿Por qué quieres estar conmigo, por qué me encuentras atractiva?" Y a veces pueden responder cosas que me recuerdan a lo que muchos piensan sobre nosotras: muchos prejuicios y estereotipos, así que hago que lean sobre cómo se relacionan sus ideas con el racismo y les digo: 'Aquí están sus raíces. Por eso eres problemático'. Así consigo que me idolatren".

De todo se aprende

Velvet confiesa que no era nada buena al principio. Asegura que su primer cliente fue muy amable y que después de varios intentos, en los cuales se disculpaba cada vez que lo golpeaba, le dijo que dejara la profesión porque nunca se convertiría en una verdadera dominatrix. "Creo que me desafió, o al menos lo sentí así. Así que lo convertí en un reto".

Empezó en este negocio hace un par de años cuando trabajaba a tiempo completo. Necesitaba más ingresos o sería desalojada de su vivienda y tenía un amigo que llevaba en esta industria unos seis años, algo que le parecía muy interesante: "Le pregunté muchas cosas sobre el tema y pensé que podría ser algo con lo que me lo podría pasar bien y donde ganara lo suficiente para no estar preocupada por las facturas", explica.

"Lo primero que aporta es estabilidad económica. Cuando comencé, lo hacía esencialmente para poder sobrevivir, porque necesitaba ganar dinero y que no me echaran de casa, además de huir de una relación de la que no estaba disfrutando en absoluto. Me di cuenta que me estaba involucrando emocionalmente con algunos de ellos. Me sentía segura. Creo que las formas en las que el patriarcado afecta a los hombres hace que no puedan ser sumisos en muchos aspectos; vienen a mí en busca de un espacio seguro para explorar las partes que pueden no verse como masculinas o que les hace tener vergüenza. Es posible que muchos no tengan la oportunidad de estar plenamente satisfechos en muchos ámbitos (incluido el sexual) por las limitaciones sociales", asegura.

La mayoría las personas que contratan mis servicios son hombres blancos heterosexuales

Eso es lo que le atrajo más hacia esta labor de ama. Cree que esta práctica es reparadora a nivel individual, aunque no de manera sistemática. Eso se debe a la naturaleza de la dinámica: sus clientes suelen ser personas acomodadas para poder mantener una relación con ella. Así, empezó a pensar más acerca de su relación con ellos porque se empezaron a hacer preguntas: "Realmente esto afecta a cómo pienso fuera de nuestras sesiones", le confesó uno de ellos.

Para volver a la "vida normal" se viste con su ropa normal y regresa a su casa andando para pensar en sus cosas sin entender cómo después de haber "castigado" a alguno de sus clientes siente que no puede caminar sin ser hostigada. Además, es una realidad que las dominatrix de color ganan mucho menos dinero que las caucásicas. "Somos muchas, pero nosotras tenemos menos tráfico, la gente no nos busca tanto, pero estamos aquí", asegura.

Cansancio mental

"Sin tratar de idealizarlo demasiado, tiene muchos efectos. Honestamente, dejo la sesión sintiéndome completamente agotada. Hay mucho trabajo previo. Intento dibujar la escena en base a las cosas que me dicen que les gusta. Tienes que hacer algo original todo el tiempo y especialmente cuando no es algo natural en mí el ser dominante. Es el tipo de papel que encarno es un rol que disfruto, pero que aún requiere mucho trabajo. Ya no lo experimento tanto ahora que trabajo en una mazmorra y hay un proceso de selección, pero solía sentir miedo a que la gente no me tratara bien y sentía las ansiedades generales que tienen las trabajadoras sexuales", confiesa.

Solo sus hermanos saben a qué se dedica. Más allá de eso, los conceptos que tiene la gente sobre estas figuras son erróneos. "En primer lugar, las personas piensan que probablemente usamos cuero todo el tiempo. No es así . No es parte de mi estética y no tiene ninguna inversión emocional, que es realmente duro desapegado y frío. Pero esto en realidad implica muchas habilidades. Tienes que entrenarte para usar usar la soga y practicar de una manera ética y segura".

"Hay algo realmente hermoso en poder brindar dolor a alguien, pero de una manera que es fundamentalmente amorosa. Voy a azotarte, pero sé cuáles son tus límites y tus niveles de dolor. Sé lo que te hace sentir bien. Es una relación, y eso me hace sentir bien. Honestamente, la parte más gratificante es el después. Por supuesto, me gustaría saber si creen que ha sido una gran sesión. Pero creo que lo que más me gusta es que confíen en mí. La gente termina realmente creciendo y aprendiendo más acerca de ellos mismos en ese espacio. Me encanta poder brindar eso", concluye.

Mistress Velvet es una dominatrix con carrera. Se graduó en el máster de Bondage y Disciplina; Dominación y Sumisión; Sadismo y Masoquismo (BDSM) porque pensó que podría ser algo muy divertido con lo que ganar mucho dinero: "¿Por qué no intentarlo?", le dijó a 'Huffington Post'.

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