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La profesión que sirve para descifrar notas de suicidas o contratar a altos directivos
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Peritos calígrafos y grafólogos

La profesión que sirve para descifrar notas de suicidas o contratar a altos directivos

Los peritos caligráficos y los grafólogos son fundamentales para los juzgados a la hora de dictaminar veredictos, pero también para los Recursos Humanos de muchas empresas

Foto: Los peritos caligráficos pueden estar horas analizando un documento. (iStock)
Los peritos caligráficos pueden estar horas analizando un documento. (iStock)

Existen más allá de las pantallas de televisión. En realidad, hay unos tipos que saben analizar la letra de los demás y los dictámenes que emiten sobre su autenticidad o autoría son vinculantes en un juzgado. Se trata de los peritos caligráficos, que trabajan “de un modo bastante parecido al que se ve en series como CSI”, precisa uno de ellos, Javier López. “Es una tarea bastante técnica en la que se maneja software, microscopios, espectómetros y muchas horas”, explica este experto pontevedrés. La clave está en que “lo importante no es la letra, sino una serie de automatismos que uno tiene incorporados y no puede modificar aunque quiera”, prosigue el especialista, que dice que determinados “puntos o toques de fuerza” no se pueden cambiar. Y ahí reside la clave. La prueba pericial caligráfica es la única que viene recogida expresamente (concretamente, su método de realización) en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Es la clave que permite detectar las firmas falsas “sobre todo en contratos o documentos privados y en cheques”, subraya Raquel Ruiz. Lo más habitual es litigar con los bancos, y una de las cosas más frecuentes es que el cliente sostenga que esa firma digital que tiene la entidad bancaria no es la suya. “Como los bancos tienen guardada la rúbrica pueden hacer un 'cortapega' en cualquier documento”, explica Ruiz. Así que lo más habitual no es analizar los papeles de Luis Bárcenas, antiguo tesorero del PP, “ojalá”, suspira Ruiz. En otras ocasiones lo que se dirime es si un empleado ha usado documentación de la empresa y la ha falsificado. O, directamente, si se ha hecho a sí mismo un cheque.

Una de las cosas más habituales es analizar anónimos en el trabajo. Se trata de amenazas o insultos

Sin embargo, no solo son contratos o testamentos lo que cae en sus manos. “Una de las cosas más habituales es analizar anónimos en el trabajo. Se trata de amenazas o insultos”, cuenta López. “Tienes que hacer una prueba de verificación con el círculo de personas sospechosas y dedicarle mucho tiempo”, agrega el perito, que, eso sí, dice que una vez realizado el veredicto no hay posibilidad de error: esa persona identificada es la culpable. También se encargan de confirmar la autoría de grafitis, por ejemplo, y que se decida si la correspondiente multa es adecuada o no.

Esa infalibilidad “científica” del peritaje caligráfico se diluye cuando se convierte en “grafología”. Esta, aunque en muchas ocasiones practicada por los mismos especialistas, se detiene en “los rasgos psicológicos y de carácter que se pueden deducir de la letra”, según define Ruiz. Sin embargo, Pablo López lo considera “una especie de tarot, no tiene ninguna base científica. En realidad es más la intuición y la psicología de quien hace el análisis que otra cosa”. Lo cierto es que algunos gabinetes han incorporado esta especialidad a su cartera de servicios y que cada vez tiene más clientes y credibilidad, aunque "no se puede aprender en un cursillo rápido de unos días como hacen muchas academias por mucho dinero", sostienen los especialistas.

Carácter explosivo

Sin embargo, hay bastante empresas importantes que usan estas pruebas para cribar a sus directivos. Les hacen que escriban una carta y el grafólogo descubre a través de ella cosas como si el candidato es “un entrometido” o tiene “un carácter explosivo”. Se fijan en asuntos como el tipo de márgenes que dejan en el folio (temperamento fuerte o débil), el tamaño de la letra, lo anguloso de los trazos (“¿ves?, ¡la firma de Donald Trump está llena de triángulos invertidos y eso implica alguien problemático!”).

placeholder La firma de Donald Trump.
La firma de Donald Trump.

Pero Raquel Ruiz, que sí se encarga de esta clase de trabajos, concede que no son “determinantes al ciento por cien, entre otras cosas porque no todos los días utilizamos la misma letra y cualquiera puede tener un mal día. Para hacerlo bien tienes que ver muestras hechas en distintos momentos”. La realidad es que muchas empresas grandes “tienen estos exámenes en mucha consideración”. Lo cierto es que dos peritos diferentes coincidirían en muchos asuntos en el análisis de una letra determinada de un individuo, pero divergirían en otros. “El análisis de la letra de José Bretón (el hombre que mató a sus dos hijos) llegó a conclusiones que fueron muy relevantes en el juicio”, reivindica Ruiz, que subraya que hay “rasgos concretos que sí se pueden determinar con mucha certeza”.

Aunque algunas grandes compañías analizan la letra para contratar directivos, en España no lo usan aún ni el 10% de las empresas

Una tesis a la que se suma la experta Ana Tapia, con más de 19 años de experiencia profesional, aunque con algunas precisiones: "No se trata de analizar en una firma en una servilleta. Un análisis grafológico serio analiza ocho géneros y 170 especies, más los gestos tipo y la propia firma de la persona". Tapia se muestra muy partidaria de la "grafoselección", una técnica que en España no la usan aún ni el 10% de las empresas (aunque cada vez es más frecuente), pero que en países como Francia se aproxima al 70% de las compañías.

Otra de las tareas que le han tocado a esta especialista es "descifrar qué pone en la carta de los suicidas"

Pero la grafología no solo se centra en el análisis de la personalidad y aptitudes de los candidatos a un puesto de trabajo. La psicóloga grafóloga forense Milagros Almela también apunta otras utilidades: "Son un arma más para los abogados, otras pruebas para infinidad de casos, como los de maltrato familiar, despidos improcedentes o acoso laboral", apunta la experta, que tampoco olvida que se usa para determinar la personalidad de violadores, acosadores o asesinos. Otra de las tareas que le han tocado a esta especialista es "descifrar qué pone en la carta de los suicidas" o confirmar la autoría de anónimos lanzados por debajo de una puerta.

Los peritos caligráficos tienen que apuntarse obligatoriamente en una asociación. Lo que no es necesario es que tengan ningún estudio superior determinado. Hacen cursos en academias y eso ya les capacita para apuntarse a las asociaciones, a las que deben abonar una cuota. Una vez incluido en una de estas, los juzgados les van llamando por orden alfabético. “La verdad es que cada vez hay menos trabajo por el tema de las firmas electrónicas y el uso en documentos oficiales de Internet o los testamentos olográficos”, se lamenta López, que recalca que la "precariedad" laboral también afecta a su oficio de lleno. Desde la Asociación española de Grafología, Investigación y Peritos Calígrafos, la mayor de España, precisan que las tarifas habituales son "700 u 800 euros por una firma dudosa a 2.000 euros de un documento, por ejemplo un testamento ológrafo". Del número de personas que se dedican a ello, no hay respuesta: "Es una profesión no regulada y aventurar una cifra sería muy poco riguroso, sencillamente, no se sabe".

Existen más allá de las pantallas de televisión. En realidad, hay unos tipos que saben analizar la letra de los demás y los dictámenes que emiten sobre su autenticidad o autoría son vinculantes en un juzgado. Se trata de los peritos caligráficos, que trabajan “de un modo bastante parecido al que se ve en series como CSI”, precisa uno de ellos, Javier López. “Es una tarea bastante técnica en la que se maneja software, microscopios, espectómetros y muchas horas”, explica este experto pontevedrés. La clave está en que “lo importante no es la letra, sino una serie de automatismos que uno tiene incorporados y no puede modificar aunque quiera”, prosigue el especialista, que dice que determinados “puntos o toques de fuerza” no se pueden cambiar. Y ahí reside la clave. La prueba pericial caligráfica es la única que viene recogida expresamente (concretamente, su método de realización) en la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

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