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Cinco factores por los que podrías sufrir un infarto ahora mismo
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Cinco factores por los que podrías sufrir un infarto ahora mismo

Cada día fallecen cerca de 100 personas por parada cardíaca en España. Darte cuenta a tiempo es esencial, el 45% de los casos ocurren sin avisar

Foto: Una mujer es atendida por los servicios médicos de emergencia. (iStock)
Una mujer es atendida por los servicios médicos de emergencia. (iStock)

Una tarde, terminas de comer después de haber madrugado. Retiras los platos de la mesa. Vas al salón. Enciendes la televisión. Observas el dulce y soporífero programa de documentales sobre cómo viven los pingüinos en el Ártico. El momento perfecto, tan relajado como soporífero, en el que no puedes evitar que se cierren tus pestañas y sumirte en una profunda y placentera siesta. Puede parecer de película, pero quizás ya no despiertes jamás.

Desgraciadamente, es una realidad: los infartos siguen siendo la primera causa de muerte en España y en el mundo. Cada día fallecen alrededor de 100 personas por paro cardíaco en nuestro país según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), algo que los expertos atribuyen, entre otras razones, a la crecida de los niveles de contaminación en las grandes ciudades, la obesidad o el sedentarismo.

Muchas veces ocurre de forma repentina en una situación en la que nadie sabe cómo actuar

El infarto se produce cuando el riego sanguíneo se bloquea en el corazón, normalmente debido a un coágulo en las arterias coronarias. Una detección a tiempo sigue siendo esencial para ponerle freno, ya que cuando sucede fuera del hospital solo una de cada cinco víctimas recibe reanimación cardiopulmonar, una intervención que si se realiza a tiempo puede lograr que el paciente sobreviva y que no tenga secuelas. Sin embargo, muchas veces ocurre de forma repentina o bien en una situación en la que nadie sabe cómo actuar o no dispone los conocimientos necesarios para atajarlo.

Foto: No mires, actúa. (Corbis)

Por ello, es necesario mantenerte alerta ante cualquier síntoma o señal de que pueda suceder. Muchas veces no es suficiente, ya que el 45% de los casos aparece sin avisar, con un dolor torácico leve que muchos asocian a una indigestión y más tarde acuden al médico para descubrir que se trataba de un ataque cardíaco silencioso. Es así como un tercio de las mujeres y un cuarto de los hombres sufren ataques al corazón sin tener ningún tipo de síntoma en el pecho.

Con el objetivo de que sepas detectar a tiempo un posible infarto futuro y acudas regularmente al médico para hacerte una revisión, te ofrecemos una serie de estudios académicos recopilados por la revista Men´s Health con claves observables en el cuerpo de quien está a punto de sufrir uno de ellos.

placeholder Foto: iStock
Foto: iStock

Piel escamosa y psoriasis

La psoriasis, una de las enfermedades más comunes de la piel, puede estar directamente relacionada con la posibilidad de tener un paro cardíaco. Así lo demuestra un estudio de la International Journal of Cardiology, realizado por la doctora Mona Gohara, profesora asociada de dermatología de la Universidad de Yale: “El denominador común es la inflamación crónica de las personas con psoriasis, lo que puede deparar un riesgo mayor de padecer un infarto o accidente cerebrovascular”.

Otra investigación asegura que el 1% de las personas con esta enfermedad dermatológica asumen el riesgo de tener un ataque. Un dato positivo: algunos tratamientos de psoriasis reducen el riesgo de parada del corazón.

Los suplementos de aceite de pescado con ácido omega-3 suelen ayudar a reducir los riesgos

Aire contaminado

El conocido como “smog” o “nube tóxica” que afecta a grandes capitales está directamente relacionado con distintas enfermedades médicas, incluida el infarto. Un estudio resolvió que la exposición a los gases CO2 de la atmósfera puede empeorar los niveles de azúcar y colesterol en sangre, muchas veces los detonantes claros de tener un paro cardíaco. Pero tranquilo, no estás condenado de por vida a sufrir uno de ellos en caso de vivir en una urbe contaminada. Existen aparatos para depurar el ambiente tan comunes como el aire acondicionado o los purificadores de aire, presentes en automóviles y viviendas. Un ensayo científico de la revista 'Circulation' reveló que el uso de purificadores del hogar redujo hasta en un 82% el número de partículas finas contaminantes y que accionar el aire acondicionado en el coche logró disminuir hasta en un 34% los gases nocivos.

placeholder La contaminación aumenta notablemente los riesgos de sufrir un infarto. (iStock)
La contaminación aumenta notablemente los riesgos de sufrir un infarto. (iStock)

Pero, ¿qué hacer en caso de no tener estos aparatos para librar a su casa o medio de transporte personal de la polución? Una solución nutricional puede ser tomar suplementos de aceite de pescado. Un estudio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental encontró que dichos suplementos contienen ácidos omega-3, beneficiosos para reducir los efectos negativos de los gases contaminantes de la atmósfera.

Analgésicos: ibuprofeno y paracetamol

Los analgésicos antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno o el paracetamol, tan comunes en el tratamiento de dolencias como gripe o fiebre, pueden ser claros aumentar el riesgo de sufrir un infarto en un 3,4%. La cardióloga de Texas Sarah Samaan, autora del libro 'Best Practises for a Healthy Heart', reconoce que estos medicamentos pueden incrementar la probabilidad de padecer hemorragias o desarrollar coágulos de sangre peligrosos en las arterias cardíacas, así como elevar la presión sanguínea.

placeholder El excesivo consumo de analgésicos puede ser el detonante de una parada cardiaca. (iStock)
El excesivo consumo de analgésicos puede ser el detonante de una parada cardiaca. (iStock)

“Recomiendo evitar en la medida de lo posible este tipo de fármacos a personas mayores de 50 años con factores de riesgo como hipertensión, diabetes o colesterol alto”, asegura la doctora Samaan. En su lugar, recomienda sustituirlos por líquidos calientes, reposo y aspirinas.

Foto: Tomamos paracetamol para paliar cualquier dolor, y no deberíamos. (iStock)

Dolor en el hombro

Una investigación en el 'Journal Of Occupational and Environmental Medicine' asegura que las personas aquejadas de dolor en el hombro tienen más posibilidades de desarrollar una enfermedad cardíaca. Un total de 36 aspirantes con una colección vasta y densa de factores de riesgo -presión alta, colesterol elevado o diabetes-, tenían casi cinco veces más probabilidades de padecer dolores de hombro que aquellos sin ningún factor de riesgo.

Hay que señalar que se trata de un estudio pequeño y se precisa de información adicional para demostrar sus hipótesis, según subraya el autor del estudio, Kurt Hegmann, profesor de medicina familiar y preventiva en el Centro de Salud Ocupacional y Ambiental de las Montañas Rocosaas de Salt Lake City, Utah.

Foto: Es especialmente molesto, pues utilizamos los hombros hasta en los movimientos más cotidianos. (iStock)

Sonidos estridentes

Otro de los inconvenientes de vivir en un gran casco urbano es la abundancia exacerbada de sonidos estruendosos: sirenas de ambulancia o policía, el ruido de una taladradora en una construcción o incluso el cortacésped en un concurrido jardín, pueden ser perjudiciales para la salud de nuestro corazón. Una investigación publicada en el 'Journal of the American College of Cardiology' demuestra que las personas expuestas a ruidos agudos y frecuentes tienen mayores índices de insuficiencia cardíaca, arritmias o presiones arteriales altas.

Los investigadores advierten que el ruido provoca un aumento de las hormonas del estrés que en determinados momentos puede causar daño vascular. Es precisamente el ruido nocturno el más nocivo de todos: la revista 'Noise Health' se hace eco de una investigación que asegura que el ruido aumenta la producción de cortisol, la conocida hormona del estrés, que puede llegar a aumentar tu presión arterial, incluso cuando estás dormido.

Una tarde, terminas de comer después de haber madrugado. Retiras los platos de la mesa. Vas al salón. Enciendes la televisión. Observas el dulce y soporífero programa de documentales sobre cómo viven los pingüinos en el Ártico. El momento perfecto, tan relajado como soporífero, en el que no puedes evitar que se cierren tus pestañas y sumirte en una profunda y placentera siesta. Puede parecer de película, pero quizás ya no despiertes jamás.

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