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Lo condenaron por un crimen que no cometió. 43 años después, ha resuelto el caso
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Lo condenaron por un crimen que no cometió. 43 años después, ha resuelto el caso

Desesperado, acudió a un programa de radio de asesoramiento jurídico. Y ahí le dieron el mejor consejo de todos: "Busca en internet el nombre del agente que te arrestó"

Foto: La experiencia en el reformatorio le cambió la vida. (iStock)
La experiencia en el reformatorio le cambió la vida. (iStock)

Stephen Simmons, hoy un hombre de negocios en la ciudad inglesa de Dorking, tiene 62 años y ha pasado los últimos 43 buscando limpiar su nombre. Cuando no era más que un muchacho, le arrestaron junto a dos amigos en Clapham, al sur de Londres, por haber robado sacas, repletos de correspondencia, del servicio postal británico, según los informes de la policía.

Hubo un agente en especial, Derek Ridgewell, que la tomó con ellos. Simmons recuerda en 'The Guardian' que les lanzaba objetos, les golpeaba en el pecho y les amenazaba. Se les permitió hablar con un abogado de oficio, pero este les insistía en que si llamaban mentirosos a los agentes, el juez les encarcelaría por mucho más tiempo. Ni siquiera los padres de Simmons le creyeron. Él mantiene que pertenecían a una generación que no concebía que la policía pudiese mentir. Sea como fuere, los tres jóvenes mantuvieron su versión de los hechos, se declararon inocentes y acabaron condenados a pasar ocho meses en un reformatorio.

Yo no soy un criminal. El agente Derek Ridgewell arruinó tres vidas sin razón y estoy seguro de que muchas, muchas más

Aquella sentencia les ha perseguido desde entonces, hasta tal punto que fomentó el alcoholismo de uno de los acusados, que ya ha fallecido. Por su parte, Simmons, que perdió su piso y su trabajo en una lavandería, no se atrevió a relatar la experiencia a sus hijas hasta hace unos meses. Todas las puertas hacia un posible reconocimiento de su inocencia y la consiguiente compensación se cerraban una y otra vez. Esa mancha en su historial le seguía atormentando y, desesperado, acudió a un programa de radio de asesoramiento jurídico. Y ahí le dieron el mejor consejo de todos: "Busca en internet el nombre del agente que te arrestó, a ver si encuentras algo útil".

“Un caso excepcional”

Lo hizo sin esperar nada. Después de todo, era mucha casualidad que fuese a dar con algo relevante para su caso. Pues bien, descubrió que el agente Ridgewell había sido condenado a siete años por exactamente la misma razón por la que a él le internaron en el reformatorio: robo de los sacos del servicio de correos, en 1980, por valor de 300.000 libras. El policía murió en prisión dos años después de ser encarcelado, por lo que no podría utilizar su testimonio. Sin embargo, la extraña coincidencia señalaba a algún tipo de irregularidad sospechosa y fue suficiente para reabrir el caso.

placeholder 'Black for a Cause', de Winston N. Trew
'Black for a Cause', de Winston N. Trew

“Me la jugaron”, resume el acusado en una entrevista para 'The Guardian'. Tras emitir la apelación, Lord Justice Burnett, presidente del Tribunal Supremo, lamentó que el caso hubiera tardado tanto tiempo en volver a los tribunales y señaló que las pruebas que tenía ante él eran “extremadamente reveladoras”. Además, la batalla legal de Simmons ha servido para descubrir una serie de sucesos de mayor importancia con relevantes ramificaciones raciales: el agente Ridgewell fue responsable de otros casos en los que unos jóvenes negros fueron falsamente acusados de robo en el metro de Londres, algo que le sirvió para hacerse un nombre y ascender en el cuerpo.

Uno de ellos es Winston N. Trew, quien estuvo presente durante la apelación y cuyo libro 'Black for a Cause' fue útil durante el juicio. La técnica del policía, asegura la obra de Trew, era ir vestido de civil, enfrentarse a los negros, acusarlos de robar, golpearlos si se resistían y conseguir una confesión. Lo hizo con varios grupos de jóvenes hasta que cometió el error de acusar a unos estudiantes jesuitas de la Universidad de Oxford, lo que levantó las sospechas del juez. Sin embargo, tan solo le cambiaron de puesto y le asignaron la tarea de investigar el robo de las sacas del servicio postal británico. Fue ahí cuando se unió a un par de criminales con los que repartía las ganancias y ocurrió el incidente que le cambiaría la vida para siempre a Simmons.

El policía que lo arrestó había sido condenado a siete años por exactamente la misma razón por la que a él le internaron en el reformatorio

“Este es uno de los días más felices de mi vida. Ya no soy un criminal. Puedo mantener la cabeza alta”, dijo tras el fallo a favor. "Ridgewell arruinó tres vidas sin razón y estoy seguro de que muchas, muchas más... si esto puede ayudar a alguien que también fuese arrestado por él, entonces al menos se habrá logrado algo."

Stephen Simmons, hoy un hombre de negocios en la ciudad inglesa de Dorking, tiene 62 años y ha pasado los últimos 43 buscando limpiar su nombre. Cuando no era más que un muchacho, le arrestaron junto a dos amigos en Clapham, al sur de Londres, por haber robado sacas, repletos de correspondencia, del servicio postal británico, según los informes de la policía.

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