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"Dos 'chuches' al día": la polémica sobre qué debes dar a tus hijos
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"Dos 'chuches' al día": la polémica sobre qué debes dar a tus hijos

España ocupa el segundo puesto en el ránking europeo de obesidad por debajo de Reino Unido. Allí se han difundido nuevas normas para los padres, que no han gustado a todos

Foto: ¿Cuál es el límite? (iStock)
¿Cuál es el límite? (iStock)

“Si te portas bien, te compro una chuchería”. Intercambiamos el citado premio por cualquier otro manjar azucarado y a buen seguro todos hemos oído esta frase en algún momento de nuestra infancia. A eso hay que sumarle los cereales industriales en el desayuno, la bollería del recreo, los batidos de la merienda y la comida rápida que nos permite solucionar una cena. Con todo, tenemos una dieta muy extendida y responsable de la epidemia de obesidad, hipertensión y diabetes que sufren los jóvenes y que probablemente acarren de por vida.

España ocupa desde hace años el segundo puesto en el ránking europeo de obesidad, justo por debajo de Reino Unido. Allí el Ministerio de Salud Pública acaba de difundir unas sugerencia para los padres mucho más estrictas de lo que se esperaba: que no tomen más de dos raciones azucaradas, es decir, no más de 200 calorías diarias. En consecuencia, el azúcar que toma un niño inglés debería reducirse de media al menos un tercio para no sobrepasar el nuevo límite recomendado. No obstante, algunos individuos aumentan esa cifra a cuatro o cinco raciones. En total, calcula la agencia, un niño come alrededor 400 galletas, más de 120 pasteles, 100 'snacks', 70 tabletas de chocolate, 70 helados y 150 zumos y latas de bebidas con gas.

La agencia estatal insta a los padres a mantener la tentación fuera de la vista de los niños y a no tener reparos en negarse a dar chucherías

Cabría esperar que el problema residiese en las meriendas y desayunos azucarados que los padres dan a sus hijos y, sin embargo, el organismo oficial apunta a otro factor determinante: los niños también pican entre horas y suelen optar por lo menos saludable. “Los padres están preocupados”, resume la doctora Alison Tedstone, nutricionista de la agencia estatal. Si bien se calcula que consumen de media unas 3,4 raciones al día, Public Health England sospecha que en realidad pueden ser muchos más, puesto que no se contabilizan, por ejemplo, las bolsas de patatas fritas que toman entre el colegio y su casa, lo que al final repercute en las comidas normales con la familia.

placeholder Las recomendaciones buscan fijar un límite en el consumo de azúcares. (iStock)
Las recomendaciones buscan fijar un límite en el consumo de azúcares. (iStock)

Sin duda, restringir este tipo de calorías a 200 al día es un cambio significativo en la dieta de todo niño, ya sea inglés o español. Para poner la medida en perspectiva hay que caer en la cuenta de que no se podrían comer más que 100 gramos de helado de chocolate o que otros 100 gramos de patatas fritas ya lo superaría con creces. La campaña viene acompañada de un etiquetado especial en los supermercados y de ofertas en frutas y verduras o galletas y bebidas sin azúcar, con el fin de que los padres varíen los hábitos alimenticios de sus hijos.

No más dos raciones de 100 calorías cada una

Asimismo, la nutricionista insta a los padres a mantener la tentación fuera del alcance (y la vista) de los niños y a no tener reparos en negarse a dar este u otro capricho. En este sentido, cada vez que ellos insistan, recomienda preguntarse si te lo piden porque de verdad están hambrientos o si no es más que el hábito innecesario que a la larga fomenta la obesidad. “No siempre tienes que decir que sí”, insiste.

placeholder Hay alternativas. (iStock)
Hay alternativas. (iStock)

Sea como fuere, las recomendaciones no han sentado bien a todos los padres, bien porque las consideran excesivas o por que las han malinterpretado. Prueba de ello es el artículo publicado en 'The Sun' que asegura que “el gobierno británico ha prohibido a los niños comer chucherías”. Para ejemplificar la polémica, señalan que una barra de Mars ya sería una ración demasiado grande. El mismo texto cita a Chris Snowdon, del Instituto de Asuntos Económicos, quien asegura que “decir a los padres lo que pueden y lo que no pueden hacer con sus hijos es tan solo otra más en la larga lista de interferencias innecesarias de la agencia” y lo califica como “un insulto a la inteligencia de la gente”. Además, la medida ha sido descrita por el diputado conservador Andrew Bridgen como “excesivamente prescriptiva”.

Al respecto, las ONGs de salud pública insisten en que es muy difícil no superar el límite recomendado, puesto que los niños (y los padres) eligen la comida sin saber bien cuánto azúcar contiene cada bocado. Por eso, alaban que se difundan mensajes lo más sencillos posibles: “No más de 100 calorías por ración azucarada. No más de dos”.

“Si te portas bien, te compro una chuchería”. Intercambiamos el citado premio por cualquier otro manjar azucarado y a buen seguro todos hemos oído esta frase en algún momento de nuestra infancia. A eso hay que sumarle los cereales industriales en el desayuno, la bollería del recreo, los batidos de la merienda y la comida rápida que nos permite solucionar una cena. Con todo, tenemos una dieta muy extendida y responsable de la epidemia de obesidad, hipertensión y diabetes que sufren los jóvenes y que probablemente acarren de por vida.

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