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El romance prohibido entre el ministro inglés y la "despampanante" espía nazi
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EL SEGUNDO CASO PROFUMO

El romance prohibido entre el ministro inglés y la "despampanante" espía nazi

Aunque su romance con una joven corista de 19 años sacudió los cimientos de la política inglesa, no fue ni el primer ni el más peligroso amorío de John Profumo

Foto: Modelo de día, espía de noche.
Modelo de día, espía de noche.

Es posible que al lector le suene el nombre de John Profumo por el escándalo sexual que lleva su nombre y que sacudió Reino Unido a principios de los años 60. El sonado caso estalló después de que se revelase que el político conservador, por aquel entonces ministro de Guerra, había intimado con una corista llamada Christine Keeler. Nada excepcional más allá del adulterio si no fuese porque esta, a su vez, había mantenido relaciones con el espía soviético Yevgeny Ivanov. En lo más crudo de la cruda Guerra Fría, a Profumo no le quedó otra que dimitir y dar por terminada su carrera política. Pasó el resto de su vida limpiando lavabos en Toynbee Hall.

Esta semana, gracias a la publicación de nuevos documentos por parte del MI6 (el Servicio de Inteligencia Secreto británico) hemos descubierto que este no fue el único desliz romántico-político de su carrera. Ni siquiera el más grave. Ya ocurrió algo parecido durante los años 30 y 40, cuando conoció –en profundidad– a una joven modelo alemana llamada Gisela Klein, que no solo era una de las modelos más bellas de la época, sino que también trabajaba como espía para la inteligencia nazi. Al principio de su relación, era un simple hijo de buena familia que ultimaba sus estudios en Oxford y estaba a punto de unirse a los Royal Armoured Corps.

En el verano de 1933, cuando Profumo tenía apenas 18 años, Gisela visitó Oxford, donde comenzó a trabajar como modelo


La mayoría de la información proviene de un memorando que Cyril Machray, uno de los agentes clave del MI6, envió a un compañero en el MI5 a comienzos de los 60, cuando el caso Profumo acaba de estallar. Aunque nunca llegó a ver la luz del día, y el británico advertía que “no es particularmente relevante para el caso actual”, trazaba un claro precedente de lo que algunos consideran el gran escándalo político del siglo XX, que no solo se llevó por delante al ministro, sino que también propició que los laboristas llegasen al poder en las elecciones de 1964, tras 12 años fuera del gobierno.

Foto: Foto de boda de Betty Pack.

¿Quién era la tal Gisela Klein, o Gisela Winegard, su nombre de casada? Tal y como reproduce el informe, “una joven despampanante” que trabajaba como modelo y era una gran simpatizante del régimen nazi. En el verano de 1933, cuando Profumo tenía apenas 18 años, Gisela visitó Oxford, donde comenzó a trabajar como modelo. Allí fue donde, como recuerda el artículo publicado por los Archivos Nacionales, “conoció a un tal Jack Profumo, un adinerado sujeto británico de orígenes extranjeros”. Su padre, el cuarto barón Profumo, pertenecía a una dinastía italiana.

Me acosté con una espía

Profumo no fue el único de los británicos con el que la modelo mantenía buenas relaciones. Según el documento que recoge su trayectoria, también tuvo contacto con el teniente Richard Derek Cardiff y con el teniente Hammer C. Hanbury, hijo de un parlamentario 'tory' con el que llegó a viajar a París. Su relación con Profumo, al parecer, era aún más estrecha, ya que vivió con él y con su familia –recordemos, el barón Profumo, abogado y diplomático inglés– a lo largo de 1937.

Según el documento, fue “extremadamente amistosa con uno o dos oficiales franceses y con un príncipe cuyo nombre no conocemos”

Las alarmas entre la inteligencia británica no saltaron hasta el año siguiente, cuando el corresponsal inglés de 'The Times' en París escribió a la seguridad de su país un nada sutil mensaje en el que les alertaba de que “Lord Erleigh ha ligado con un bombón pro Nazi llamado Klein que es amante del agregado militar alemán aquí”. La medida que tomó Reino Unido fue retirarle el visado a la alemana, que ya había tenido problemas con él cuando se descubrió que estaba trabajando como modelo. “Su presencia en nuestro país no es deseable” fue la razón aducida.

Según los Archivos Nacionales, no queda claro en qué punto exacto la joven comenzó a trabajar para la inteligencia alemana. Sobre todo, si lo hizo durante esos años en Oxford, en los que se codeó con los escalafones más altos del ejército inglés, o si comenzó en 1939. Es lo que contó su marido años después, cuando aseguró que fue captada por el general Von Stülpnagel dicho año. Hay una buena razón para pensar que no es así, recuerda el reportaje: en caso de que fuese dicho personaje quien se hubiese acercado a ella, lo habría hecho mucho antes, ya que Von Stülpnagel fue el director de la inteligencia alemana entre 1933 y 1936. Curiosamente, este fue uno de los participantes en la Operación Valkiria, lo que le hizo ser ejecutado por conspiración.

placeholder Profumo y su mujer, Valerie Robson. (Cordon Press)
Profumo y su mujer, Valerie Robson. (Cordon Press)

Ya que no podía volver a Reino Unido, Klein pasó el verano de 1939 en Francia, donde tampoco perdió el tiempo. Esta vez, el memorando afirma que fue “extremadamente amistosa con uno o dos oficiales franceses de permiso y con un príncipe cuyo nombre desgraciadamente no conocemos”. Algo que también ocurriría cuando se trasladó a Egipto, donde el MI5 descubrió que había hecho buenas migas con “oficiales del ejército británico (uno de ellos quería casarse con ella)”. Cabe preguntarse si ninguno se preguntó por las posibles intenciones ocultas de la alemana o si, directamente, les dio igual.

Últimos pasos

Como hemos dicho, Profumo se alistó en el ejército en 1939. Un año después, pasó a formar parte de la Cámara de los Comunes como parlamentario de del partido conservador, pero aun así, siguió manteniendo contacto con su amiga alemana. Lo hizo incluso cuando la inteligencia británica le llamó a declarar para ponerle al día de esa sospechosa agente, una comparecencia en la que aclaró que ella “siempre se definió como anti nazi”. No obstante, el MI5 interceptó una carta que esta le escribió en 1942: “Jack, cariño, es muy difícil para mí escribirte, no me acostumbro a la idea de que soy libre para escribirte sin censura”. Le explicaba que era feliz, “pero no tanto como lo fui contigo en 88 Seymour Street”.

Winegard, por su parte, manifestó que no fue hasta después de la guerra cuando conoció la filiación de su esposa, “100% pro alemana”


Fue lady Astor, la célebre mujer que ocupó por primera vez un escaño en la Cámara de los Comunes, quien denunció a la alemana en 1945. Su hijo, el mayor J.J. Astor, escribió al MI5 asegurando que tanto ella como otro hombre llamado Rudolf Goldschmidt trabajaban para el espionaje alemán. Es una casualidad sorprendente, ya que unos 18 años más tarde fue en casa de William Astor (hijo y hermano) donde se conocieron Profumo y Christine Keeler. De su lado tenían la declaración de un agente de la Abwehr (organización de inteligencia alemana) que afirmó que Klein había sido su amante durante los últimos años. Sin embargo, la investigación mostró que, aunque su comportamiento era “consistente con un alto nivel de espionaje”, no había ninguna pista para demostrar que fuese más que “una aventurera muy viajada y con muy buenos amigos”.

La alemana fue detenida poco después, y en prisión se reencontró con un oficial americano que se llamaba Winegard. Si les suena el apellido es porque ya lo han leído antes: la modelo se casó con él poco después y se fueron a vivir al sur de Francia, donde ocultaron a un antiguo espía nazi. Incluso cuando se mudaron a Tánger tuvieron problemas, después de que Gisela mostrase sus simpatías nacionalsocialistas en la radio. Winegard, por su parte, manifestó que no fue hasta después de la guerra cuando conoció la filiación de su esposa, “100% pro alemana”. El amor se les rompió, ya que en 1950 se separaron brevemente… después de que Winegard descubriese que su esposa había estado recibiendo cartas de un tal John Profumo escritas en folios con el membrete de la Cámara de los Comunes. Hay cosas que nunca cambian: un documento semejante fue clave en el caso de Catherine Keener, décadas más tarde.

Es posible que al lector le suene el nombre de John Profumo por el escándalo sexual que lleva su nombre y que sacudió Reino Unido a principios de los años 60. El sonado caso estalló después de que se revelase que el político conservador, por aquel entonces ministro de Guerra, había intimado con una corista llamada Christine Keeler. Nada excepcional más allá del adulterio si no fuese porque esta, a su vez, había mantenido relaciones con el espía soviético Yevgeny Ivanov. En lo más crudo de la cruda Guerra Fría, a Profumo no le quedó otra que dimitir y dar por terminada su carrera política. Pasó el resto de su vida limpiando lavabos en Toynbee Hall.

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