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“Me hice la tonta y me fue bien”: el secreto del éxito de la gran magnate inmobiliaria
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“Me hice la tonta y me fue bien”: el secreto del éxito de la gran magnate inmobiliaria

Desde que era pequeña supo que no iba a consentir que los hombres la menospreciaran. Y por eso adoptó una peculiar estrategia

Foto: La magnate inmobiliiaria por excelencia.
La magnate inmobiliiaria por excelencia.

Aunque no le suene su nombre, Barbara Corcoran es una de las mujeres más poderosas del mundo. No lo decimos nosotros, lo dice la revista 'Fortune', que recuerda que la suya es la marca personal de más valor en el mercado inmobiliario americano; su patrimonio personal ronda los 90 millones y su compañía está valorada en 5.000 millones de dólares. También la historia, que la presenta como una de las inversoras más audaces de las últimas décadas, al haber conseguido establecer uno de los imperios inmobiliarios más importantes de Nueva York con su propia empresa, The Corcoran Group, que se fundó con un capital inicial de apenas 1.000 dólares. Casi medio siglo más tarde, y gracias al programa de la ABC 'Shark Tank' –una especie de 'Gran hermano' de la inversión–, se ha convertido en un rostro popular en los hogares americanos.

¿Cómo ha conseguido llegar tan lejos, especialmente teniendo en cuenta que cuando comenzó (e incluso hoy en día) el del sector inmobiliario era un mundo de hombres? O, mejor dicho, en el que la mayoría de comerciales eran mujeres, pero las compañías estaban dirigidas tan solo por varones. Básicamente, como ha explicado a 'Inc.', jugando la carta de la “rubia tonta” (“dumb blonde card”). Como recuerda el medio americano, es un consejo polémico hoy en día, pero que la inversora sigue reivindicando como una forma de fría venganza contra los machos que se creen muy listos.

Cuando un hombre me hablaba, ponía mi mejor cara. Iba a sacar de esa persona lo que necesitase de ella, lloviese o tronase


Cuando un hombre se acercaba a ella, mostraba la mejor de sus sonrisas. Si le explicaba algo (o le hacía 'mansplaining', como ahora se dice), parecía sorprendida y le respondía: “¡Qué bueno! Nunca se me habría ocurrido algo así. ¿Cómo tienes esas ideas tan buenas?”, mientras se reía en sus adentros. En ocasiones, simplemente halagaba al hombre, o intentaba alimentar su ego mostrando sus propias inseguridades y creando una ilusión en la que él se pensaba que esta mandando. Pero, como ella misma explica, no era así.

Cayeron en la trampa

“Hay que hacer lo necesario”, explicaba. “Así son las ventas”. En su caso, no tenía ningún reparo en comportarse de una forma que, en apariencia, le dejaba en mal lugar. O, desde luego, le hacía parecer más estúpida de lo que realmente era. “Cuando un hombre me hablaba, ponía mi mejor cara”, explica. “Iba a sacar de esa persona lo que necesitase, lloviese o tronase. Incluso cuando lo lograba, a veces ya no lo quería, pero me aferraba a ello simplemente para mostrarle que no era más listo que yo. No querría que me olvidase. No iba a tolerarlo. Así que simplemente me decía 'que le jodan'”. Guau.

placeholder Corcoran, en 'Shark Tank'. (Reuters/Phil McCarten)
Corcoran, en 'Shark Tank'. (Reuters/Phil McCarten)

La inversora traza un origen muy claro para esta actitud ante los hombres: su infancia, y en concreto, la relación entre su padre alcohólico y abusador y su madre. “Cuando bebía, le faltaba verbalmente el respeto a mi madre”, explica. “Ella lo aceptaba. De pequeña, me decía a mí misma que nunca dejaría que un hombre me hablase así. Era como una mecha dentro de mí”. Algo que vio reflejado más tarde en su propia biografía, cuando su exnovio Ramone Simone (al que conoció antes de que los Ramones se formasen), con el que fundó su compañía, le dijo que sin él estaba perdida. Desde luego, el hombre que la dejó para liarse con su secretaria no podía estar más equivocado.

Esa furia alimentada por su padre y su antigua pareja allanó el terreno para comportarse de esta forma. “Se convirtió en mi mejor aliado mientras montaba mi negocio”, recuerda. Sin embargo, esta actitud no quiere decir que fuese tonta, sino que era una manera de ocultar que en realidad estaba “mejor preparada” que sus competidores. Como ella misma explicaba a 'Business Insider', “la gran ventaja que tuve –y que sigo teniendo, porque la gran mayoría siguen siendo hombres– es simplemente ser una mujer”. En su caso, defiende, no fue una carga, sino una forma de diferenciarse, un rasgo que hacía que los hombres la recordasen. “Creo que tienes que portarte mal para conseguir atención positiva, porque eso es lo que atrae los negocios”, concluye. Que cada cual aprenda lo que quiera (o necesite).

Aunque no le suene su nombre, Barbara Corcoran es una de las mujeres más poderosas del mundo. No lo decimos nosotros, lo dice la revista 'Fortune', que recuerda que la suya es la marca personal de más valor en el mercado inmobiliario americano; su patrimonio personal ronda los 90 millones y su compañía está valorada en 5.000 millones de dólares. También la historia, que la presenta como una de las inversoras más audaces de las últimas décadas, al haber conseguido establecer uno de los imperios inmobiliarios más importantes de Nueva York con su propia empresa, The Corcoran Group, que se fundó con un capital inicial de apenas 1.000 dólares. Casi medio siglo más tarde, y gracias al programa de la ABC 'Shark Tank' –una especie de 'Gran hermano' de la inversión–, se ha convertido en un rostro popular en los hogares americanos.

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