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Por qué los chinos y los paquistaníes se están quedando las franquicias de los súper
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saturado el mercado de tiendas de alimentación

Por qué los chinos y los paquistaníes se están quedando las franquicias de los súper

Los chinos y los paquistaníes, dada la saturación de su comercio de conveniencia habitual, se pasan a las franquicias de grandes superficies, que a su vez ocupan así el centro de las ciudades

Foto: Un Carrefour Express. (iStock)
Un Carrefour Express. (iStock)

La calle Joaquín Costa, en el Raval de Barcelona, va expulsando gente de los locales de copas. Es fin de semana, así que es un notable tumulto el que desciende. En una de sus esquinas, con todas las luces encendidas, un supermercado Caprabo compite con la otra decena de tiendecitas de conveniencia que jalonan la estrecha vía. Son más de las doce de la noche. Su propietario es Tanuj, natural del Punjab de 35 años. Es uno de los cientos de paquistaníes y chinos que han abandonado los bazares y los pequeños comercios para abrazar el concepto de supermercado céntrico con una potente marca detrás (Condis, Covirán, Carrefour, DIA…). Además de las cosas habituales de estos supermercados y que le proporciona su proveedor, tiene bebidas en abundancia para surtir a los chicos que están de fiesta (aunque no alcohol) y algunos productos para sus compatriotas.

“Ellos son inteligentes y conocen el mundo del comercio perfectamente, es su sector natural. Lo que intentan es sobrevivir y saben que los ‘todo a un euro’ y los bares son negocios ya saturados que han tocado techo. Además, el sistema de súper franquiciado les es perfecto para que les salga rentable por su estructura de trabajo familiar y sin desmayo, lo que hace que les puedan cuadrar las cuentas mejor que a otro tipo de inversor”, dicen desde una de estas franquicias sin querer que figure su nombre.

El paquistaní Tanuj asegura que lo bueno de las franquicias es que, “como dijo Shakespeare, las cosas necesitan un nombre para existir”

Unas observaciones que en mucha medida confirma el propio Tanuj. “Yo trabajaba en tiendas pequeñas que tenían mis familiares, que es lo que solemos hacer todos cuando llegamos de nuestro país, y veía que no eran tan rentables, que al final eran la tienda de las cosas que se le había olvidado comprar antes a la gente, la tienda del olvido”, explica de manera pausada este comerciante. El paquistaní también achaca a ese tipo de locales que “los precios no son competitivos por cómo se negocia con los proveedores y además necesitas tener mucho género muy variado que luego igual no vendes nunca y se queda ahí amontonado”. Tanuj ha abrazado con entusiasmo las franquicias (tiene tres) y asegura que, “como dijo el inglés William Shakespeare, las cosas necesitan un nombre para existir”. Se refiere a la imagen de marca que le aportan las grandes superficies. Por supuesto, en un radio de menos de cien metros hay varias decenas de lo que Tanuj denomina "del olvido".

“Nosotros les damos publicidad, reparto y, por supuesto, producto”, afirma una portavoz desde Covirán. Esta empresa de origen andaluz no es exactamente igual al resto del sector pues se trata de "una cooperativa en segundo grado" (una alianza no solo entre particulares sino también entre otras formas jurídicas). Esto quiere decir que sus asociados tienen un mayor margen de decisión. “Por ejemplo, pueden mantener sus valores, como dedicarse al producto 'halal' o especializarse en un surtido específico para su comunidad”. En Madrid, desde que iniciaron su expansión hace cinco años, muchos de sus socios son chinos. “Funcionan estupendamente y nuestro concepto se adapta bastante bien a sus valores comerciales”, resumen. "Nosotros les configuramos el surtido también con arreglo a sus gustos y preferencias y si quieren se pueden orientar a su propia gente", insiste la portavoz.

No hay competencia

En Madrid, los chinos no solo han abierto Covirán. También DIA y Carrefour. Cada vez más. “Los asiáticos siempre están pendientes de cuando un negocio empieza a decaer y otro empieza a florecer”, explicaban desde la inmobiliaria china Bafre. En este caso, lo que ha decaído por exceso son las tiendas de alimentación. “Eso explica que ahora esas tiendas han aumentado los precios, ya no compiten contra nadie porque ya no hay nadie más en ese sector con esos horarios”, desliza un franquiciador. En el caso de los DIA, en algunas zonas de la ciudad, como el barrio de Pacífico, ya llevan muchos años regentados por ciudadanos asiáticos.

Berta Güell sabe mucho de comercio paquistaní en Barcelona. De hecho, ha elaborado una prolija tesis sobre el asunto. Uno de los aspectos que preocupan es el de “la extensión de los horarios y la remuneración de los trabajadores”, algo que en cierta medida queda más paliado por el sistema de franquicias, que impone un tipo de convenio. La investigadora y economista también pone el acento en "los lazos familiares", que al igual que en el caso de los chinos, son fundamentales para la viabilidad de estos negocios. Otro aspecto en el que también son muy semejantes es en el de la financiación: en ambos casos el dinero surge de préstamos entre particulares de su comunidad. En la ciudad de Barcelona hay 18.859 ciudadanos paquistaníes; en la Comunidad de Madrid, más de 170.000 chinos.

Hay una gran expansión de las grandes superficies para colonizar con comercios de menor tamaño y horarios de conveniencia el centro de las ciudades

La tendencia es cada vez más evidente. Las antiguas tiendas de alimentación regentadas por ciudadanos de origen extranjero se han 'aliado' a la estrategia de expansión de grandes superficies como Carrefour para colonizar con comercios de menor tamaño y horarios de conveniencia el centro de las grandes ciudades. Es una coincidencia muy feliz de intereses, en palabras del propio Tanuj: “Aprendo mucho de ellos y me aportan limpieza y surtido”. Además, y sobre todo, de la 'shakespeariana' sentencia: “Ahora mis tiendas tienen un nombre que la gente recuerda”. Y caras que causan cierta sorpresa, como el caso de Laura Ramón, habitual del DIA de la calle Madre Antonia Paris, de Madrid, que hace algunos meses se preguntaba: "¿Por qué hay un chino de cajero en el súper?" Después se percató de que no solo era el cajero: una familia de origen asiático se había quedado con la franquicia.

La calle Joaquín Costa, en el Raval de Barcelona, va expulsando gente de los locales de copas. Es fin de semana, así que es un notable tumulto el que desciende. En una de sus esquinas, con todas las luces encendidas, un supermercado Caprabo compite con la otra decena de tiendecitas de conveniencia que jalonan la estrecha vía. Son más de las doce de la noche. Su propietario es Tanuj, natural del Punjab de 35 años. Es uno de los cientos de paquistaníes y chinos que han abandonado los bazares y los pequeños comercios para abrazar el concepto de supermercado céntrico con una potente marca detrás (Condis, Covirán, Carrefour, DIA…). Además de las cosas habituales de estos supermercados y que le proporciona su proveedor, tiene bebidas en abundancia para surtir a los chicos que están de fiesta (aunque no alcohol) y algunos productos para sus compatriotas.

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