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‘Save the milk’: falsos mitos que todos hemos escuchado sobre la leche
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‘Save the milk’: falsos mitos que todos hemos escuchado sobre la leche

La desinformación de la población en materia de alimentación ha provocado problemas de alimentación entre los españoles que pueden ser graves para la salud

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El sistema inmune nos protege contra las enfermedades, pero solo lo hace bien cuando está fortalecido y para ello han de seguirse unas pautas, como llevar una dieta saludable, hacer ejercicio o evitar el estrés, lo que aún no está extendido entre los españoles debido sobre todo a la gran desinformación. El sector de la nutrición ha sido uno de los más afectados en este sentido: superalimentos, adicción al azúcar, dietas de moda o el supuesto riesgo de consumo de alimentos como el chocolate o la leche.

La Asociación Nacional de Informadores de Salud (ANIS) y la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) presentaron recientemente el "Manifiesto por una Comunicación Responsable en Alimentación y Salud", con el que se pretende dotar de mayor rigor y objetividad a las noticias e informaciones que se publican en este ámbito, ante la preocupación de que la desinformación en nutrición pueda suponer un riesgo para la salud, ya que influye en los hábitos de consumo de los ciudadanos, e incluso puede llegar a modificarlos, con el consiguiente riesgo social, económico y personal.

En el caso de la leche, lo cierto es que son muchos los expertos en nutrición que recomiendan su ingesta, tal y como alerta la Fundación Española de Nutrición (FEN), la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), y la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT).

A continuación, aclaramos algunos mitos o tópicos sobre la leche que quizá en algún momento has cuestionado si creerte o no.

1. "Solo para niños"

La leche es un alimento completo que aporta proteínas de alta calidad nutricional, hidratos de carbono, minerales y vitaminas. Por ello puede formar parte de una dieta equilibrada en cualquier etapa de la vida.

Ante este argumento solemos escuchar que el ser humano es el único mamífero que sigue consumiendo leche al terminar la lactancia materna. Es cierto, pero no es negativo, el ser humano cuenta con capacidades superiores al del resto de especies y ha sido capaz de utilizar su entorno para sobrevivir y hacer evolucionar su especie. De hecho, el consumo de leche, que se produce desde el Neolítico, supuso un salto evolutivo para el hombre.

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Se deben consumir entre 2 y 3 raciones de leche o derivados lácteos al día, aunque esta recomendación puede variar según la edad y situación fisiológica. Gregorio Varela, presidente de FEN, asegura que “los adolescentes, las mujeres y los mayores son los que más leche tienen que consumir, entre 3 y 4 raciones diarias”.

2. Lactosa, ¿buena o mala?

La leche sin lactosa es la idónea para aquellas personas intolerantes a este azúcar natural. A día de hoy muchas personas que no presentan ninguna intolerancia optan por este tipo de leche, pero en realidad no existe necesidad. “Desmitifiquemos que es mejor para el conjunto de la población, no es así. La lactosa es el azúcar natural de la leche y, entre otras funciones, ayuda a que se absorba mejor el calcio”, aclara Varela.

3. Alergias sí, pero muy pocas

La alergia a la proteína de la leche de vaca es solo de un 1-2% en la población infantil y suele resolverse a partir del segundo año. Además, hay alternativas para tratar la alergia (la leche hidrolizada) o, en su defecto, aportar un alimento alternativo sin proteína de leche de vaca.

4. La leche y el colesterol

La grasa de la leche aporta una cierta cantidad de colesterol, pero no está demostrado científicamente que el consumo de leche se relacione con un aumento de colesterol.

En todo caso, para personas con hipercolesterolemia existen leches con bajo contenido de grasa que aportan mucho menos colesterol y también leches con un perfil graso modificado, más rico en grasas insaturadas, como el ácido oleico o los omega-3. Gregorio Varela cuenta cómo en 1980 se empezaron a comercializar las primeras leches desnatadas y semidesnatadas, en las que se reduce parte del contenido de la grasa de la leche por un proceso de desnatado. “Esta medida nutricional respondía a una necesidad del consumidor español y supuso un magnífico modelo de adaptación de un alimento. De alguna manera, implicó un antecedente del concepto de la nutrición de precisión, tan de actualidad”.

5. La mejor fuente de calcio

La principal fuente de calcio en la alimentación occidental es la leche y sus derivados (más del 50% del total, situándose a gran distancia el siguiente grupo, el pescado, con algo más del 10%), que destacan tanto por su contenido como por su elevada biodisponibilidad.

Aunque haya quienes afirman que se puede mantener el consumo de calcio sin consumir leche, no hay mejor fuente, ni en cantidad ni en calidad (calcio absorbible o asimilable). Según el informe científico ‘La leche como vehículo de salud: Calcio y sus determinantes en la salud de la población española’, publicado por las Fundaciones Española e Iberoamericana de Nutrición y la FESNAD, su ingesta no solo es deficitaria en la edad adulta, sino que niños y adolescentes españoles también están por debajo de las recomendaciones.

La leche es la principal y mejor fuente de calcio, en cantidad y calidad

l presidente de la Federación Española de Nutrición recalca la importancia del calcio, el elemento mineral más abundante en nuestro organismo: “Es fundamental para la integridad estructural de los huesos y los dientes y es esencial para la transmisión del impulso nervioso, la excitabilidad neuronal y la formación de neurotransmisores. Asimismo, es crítico para el funcionamiento del músculo cardíaco, el mantenimiento del tono del músculo esquelético y la contracción del músculo liso. También es necesario para los procesos de coagulación sanguínea”.

6. ¿La leche engorda?

Una de las grandes ventajas de la leche es que es un alimento con una adecuada densidad nutricional, es decir, aporta una gran cantidad de nutrientes con un contenido calórico muy limitado. Además, existen en el mercado leches desnatadas y semidesnatadas cuyo contenido calórico es incluso más reducido.

7. ¿Contiene azúcar?

Sí, concretamente la existencia de azúcar es en forma de lactosa, un azúcar naturalmente presente que cumple funciones muy relevantes en nuestro organismo y que se metaboliza de forma diferente al azúcar común (sacarosa).

8. ¿Pierde sus propiedades al ser procesada?

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En una central lechera lo que se hace con la leche, básicamente, es calentarla para eliminar cualquier tipo de contaminación microbiológica y favorecer que su conservación y consumo puedan realizarse de forma segura durante un periodo más largo de tiempo.

Durante los procesos de pasteurización y UHT (tratamiento a temperaturas ultra-altas) se producen algunos cambios físicos y químicos en los nutrientes de este alimento pero esto no afecta a los valores nutricionales.

9. ¿Sirven las alternativas vegetales?

En ningún caso las bebidas vegetales son nutricionalmente equivalentes a la leche, ni se pueden considerar como sustitutas de la misma.

La evidencia científica demuestra que en estas bebidas vegetales la gran mayoría del calcio, en caso de contenerlo, es añadido, no está asociado de forma natural a las proteínas, y su utilización en nuestro organismo es inferior. Además, afirma Varela, “debe considerarse si este tipo de bebidas vegetales se encuentran o no enriquecidas con vitamina D, imprescindible para su absorción”.

El catedrático también alerta que este tipo de bebidas, en muchas ocasiones, cuentan con cantidades elevadas de azúcares añadidos.

El sistema inmune nos protege contra las enfermedades, pero solo lo hace bien cuando está fortalecido y para ello han de seguirse unas pautas, como llevar una dieta saludable, hacer ejercicio o evitar el estrés, lo que aún no está extendido entre los españoles debido sobre todo a la gran desinformación. El sector de la nutrición ha sido uno de los más afectados en este sentido: superalimentos, adicción al azúcar, dietas de moda o el supuesto riesgo de consumo de alimentos como el chocolate o la leche.

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