Las asociaciones de desempleados fantasma: qué fue del parado más famoso de España
Desde 2009 surgieron muchas agrupaciones de desempleados que coparon portadas en los medios de comunicación: ya no queda casi ninguna
“Y, por supuesto, consulta con las asociaciones de parados”, recomiendan en las webs de búsqueda de empleo como si fuera una gran obviedad. La realidad es que casi todas las agrupaciones de desempleados que figuran en Internet no existen. Nadie atiende a sus teléfonos, o tienen las llamadas restringidas, o no existe ese usuario, o contesta un tipo que no tiene ni idea de qué le están hablando. Desde las más rimbombantes, que abarcan todo el territorio nacional, a las más modestas, que confiesan que se ubican en un pequeño pueblecito, la posibilidad de que alguien atienda son casi inexistentes.
Sin embargo, muchas de ellas tienen un largo historial de apariciones en medios de comunicación. Hay noticias que las citan, que cuentan que han llegado a acuerdos con otras, que tienen ambiciosos planes, como unirse para crear una especie de agencia de empleo alternativa a las oficiales. Pero, de repente, nunca más se supo de todos aquellos proyectos anunciados en distintas radios, diarios e, incluso, televisiones. La eclosión de estas asociaciones se produjo en los años más duros de la crisis, entre 2009 y 2013. Y por eso, cuando uno visita sus abandonadas páginas web, se topa con que la última fecha con una entrada es de aquellos años. Otras, directamente, ni siquiera se cargan ya y uno da con sus cibernáuticos huesos en un dominio vacío.
Javier ahora trabaja de portero en una finca de Arganda, así que ya no es uno de los tres parados que quedaban en su asociación
Por supuesto, algunas sí que existen y funcionan. Lo más frecuente es que estas pocas que permanecen sirvan de agregador de ofertas de empleo, como es el caso de la de Castellón, una de las poquísimas que se sigue actualizando. También en Albacete, con cerca de 500 miembros y muchas actividades (conciertos, rifas, etc...) para ayudar a sus socios. En la de Baleares, incluso atienden el teléfono. Pero su portavoz advierte que desde hace más de un año no funcionan como una congregación de parados que se ayudan entre sí, sino como un grupo que prepara “documentos de trabajo para presentar a los partidos políticos”. De hecho, muchos de sus miembros no son parados. Su funcionamiento es el de una especie de 'lobby' en favor de los intereses de los desempleados y en contra de las sucesivas reformas laborales. “Lo de contar las miserias a los medios de comunicación no lo va usted a encontrar aquí”, advierten.
Javier ahora trabaja de portero en una finca de Arganda, así que ya no es uno de los tres parados que quedaban en su asociación. “Éramos como unos cien en 2011 e incluso teníamos un huerto y unas tierras de cultivo para que la gente estuviera ocupada y no se comiera el tarro, pero poco a poco la gente se fue desapuntando porque encontraba trabajo, o porque ya se podía acoger a la jubilación”, explica este hombre, que confiesa que sigue cogiendo el teléfono “por si llama alguien y le puedo ayudar dándole direcciones y teléfonos tipo Cruz Roja, pero en realidad esto ya no existe”.
Como recuerda una antigua concejal madrileña de Izquierda Unida que prefiere no dar su nombre, “estas asociaciones siempre han tenido un punto fantasma y aunque es verdad que hay menos parados, la verdad es que siguen quedando varios millones, así que no sé muy bien porque han desaparecido”. En el punto más álgido del desempleo estaban registrados, el último trimestre de 2012, más de seis millones. Actualmente, esa cifra se ha rebajado hasta algo menos de cuatro millones. Un descenso muy significativo, pero que todavía mantiene a España como uno de los países de la Unión Europea con tasas más altas. Desde uno de los sindicatos mayoritarios, un dirigente afirma que "con todos estos grupos montados de manera privada hay que tener cuidado, muchos son simples tapaderas para captar subvenciones o, simplemente, para que se promocionen sus cabezas más visibles".
De la televisión a la nada
El caso más llamativo de estas asociaciones que se han convertido en entes fantasmagóricos es el de Adesorg (Asociación Nacional de Desempleados). Esta organización se jactaba de contar con más de 50.000 socios y mandaba escritos al Ministerio de Empleo arrogándose “la principal representación en el Estado de la voz de los desempleados”. Su cabeza visible era Luis Fernández, un hombre delgado con gafas y bigote, que se fue paseando por casi todos los platós de televisión del país.
Durante varias semanas de 2011 fue protagonista también en los diarios por anunciar que, a modo de manifestación, iban a hacer “la cola de parados más grande del mundo”. Todos los medios se hicieron eco del anuncio y especularon con el resultado. La realidad es que al lugar de la cita, en enero de 2011, solo acudieron 50 personas. La idea original era recorrer desde el Paseo del Prado a la calle Princesa, ambas en Madrid. A pesar del fiasco, Fernández, que propugnaba una renta básica, consiguió ser recibido por la entonces Defensora del Pueblo en funciones, María Luisa Cava de Llano.
En su momento Adesorg fue todo un símbolo. Hasta el punto de que su líder hizo una huelga de hambre frente al Congreso
Fernández también aparecía en todos los reportajes sobre la plataforma ¡Democracia Real Ya!, que fue una de las principales protagonistas del 15-M. Lo cierto es que los miembros de los otros grupos implicados, como Juventud Sin Futuro, no le recuerdan. “La verdad es que no sé quién era ese hombre, pero han pasado muchas caras desde entonces”, comenta ahora con un cierto escepticismo Miguel Bermejo, responsable de Círculos y Extensión de Podemos. Tampoco su compañera Maitane Faturechi lo recuerda: “Ni idea”. Igualmente, otro asistente a esas reuniones, Pablo Olmos, tampoco sabe de quién se le está hablando cuando se le pregunta por Fernández.
Sin embargo, en su momento fue todo un símbolo. Hasta el punto de que entre 2011 y 2012 hizo junto a Jordi Linares, un transportista autónomo en paro de otra asociación, una huelga de hambre frente al Congreso. Duró carca de 80 días y volvió a salir en todo tipo de medios de comunicación. En una entrevista concedida en marzo de 2013 a 'Rebelión', rebajaba hasta 35.000 sus socios, aunque confesaba que no podía "dar una cifra porque hemos tenido problemas con el mantenimiento de la web por falta de pago y se nos escapan muchos datos". Desde esa fecha, la web sigue varada.
Webs abandonadas
Después, el silencio. Creó otra asociación llamada Alternativas, pero esta ya no tuvo ningún impacto. Y luego, sin más, desapareció. Su número de móvil da tono, pero nadie lo coge y a través de Whatsapp aseguran que ese ya no es su teléfono. Su web está abandonada desde 2015. No es ninguna rareza, ese parece que ha sido el destino de todas esas asociaciones de parados por los motivos que fueran (con sus pocas excepciones en ciudades o pueblos muy concretos). Así que si estás en paro, no sigas el consejo de “por supuesto visita...”. No, al menos, las principales que listan los buscadores. Luis Fernández conserva su teléfono, o al menos alguien conserva el que era su teléfono, pero no contesta a las llamadas ni a los mensajes.
Aunque, por supuesto, hay algunas que funcionan y funcionan bien. Es el caso del Observatorio de Trabajo Senior. Andrés de Toro, su presidente, concede que en los últimos años muchas de estas asociaciones se han diluido y han desaparecido. En su opinión se debe a varios factores: "Para empezar, hay una tendencia al sálvese quien pueda y a ir abandonando las agrupaciones según te va la vida. Luego, ha habido un cambio en el sistema de las subvenciones, cada vez más centrado en el nivel cercano, autonómico o directamente local, que ha hecho que no se perciba dinero siendo de ámbito nacional y otra, muy relacionada, la diicultad de mantener un colectivo que por definición está en una posición muy precaria".
Gente a la que se deja reunirse en las dependencias municipales, pero sin constituirse en asociación legal, por afinidad de intereses
De Toro considera que el futuro de estos colectivos de parados es el de descender a lo local. Y en ese punto emergen, sustituyendo a las viejas asociaciones, los "clubes de empleo". Esta idea, parece que importada de Italia, consiste en gente a la que se deja reunirse y organizar eventos en las dependencias municipales, pero sin constituirse en asociación legal, por afinidad de intereses y cercanía "para encontrar soluciones conjuntas a su situación".
“Y, por supuesto, consulta con las asociaciones de parados”, recomiendan en las webs de búsqueda de empleo como si fuera una gran obviedad. La realidad es que casi todas las agrupaciones de desempleados que figuran en Internet no existen. Nadie atiende a sus teléfonos, o tienen las llamadas restringidas, o no existe ese usuario, o contesta un tipo que no tiene ni idea de qué le están hablando. Desde las más rimbombantes, que abarcan todo el territorio nacional, a las más modestas, que confiesan que se ubican en un pequeño pueblecito, la posibilidad de que alguien atienda son casi inexistentes.