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Así inviertes en tu salud y en la del planeta

por EC Brands

Algo está cambiando. Lo vemos cada día en los supermercados, cuando nos paramos frente a las estanterías y damos la vuelta a los productos para leer concienzudamente la información en sus etiquetas. Procedencia, forma de cultivo, contenido en nutrientes, calorías... Nos importa lo que comemos más que nunca.

El debate surge cuando nos planteamos si esta corriente ‘foodie’ es una moda o una revolución que transformará los hábitos alimenticios para siempre. El término en cuestión se acuñó en 1984 tras la publicación de ‘The Official Foodie Handbook’, una obra que se considera la Biblia de los que creen firmemente que la alimentación moldea al ser humano. Desde entonces ha copado la oferta gastronómica, desde los comercios hasta los restaurantes, justo cuando el mercado alcanzaba su punto álgido de oferta ‘fast food’.

Y es que, cuando todo tipo de hamburguesas, kebabs y pizzas ya llegan a casa en moto o bicicleta y en menos de media hora, son muchos los comensales que han preferido optar por pensar en la salud y en cómo la alimentación repercute en su día a día... y en el del planeta.

Somos lo que comemos

Según datos del Estudio ‘Nutrición y estilo de vida en las familias españolas’, el 70% de los españoles quiere cuidar más su alimentación, mientras que el 83% trata de controlar lo que come, aunque solo 1 de cada 4 cree que su alimentación es muy buena. Las nuevas generaciones se muestran igual o más preocupadas que las precedentes: los adolescentes son más críticos que los padres y más de la mitad considera que come mejor que sus progenitores.

Pero ¿qué significa comer mejor? Cada vez más esas elecciones tienen que ver tanto con opciones personales de salud como con alternativas que tienen en cuenta el impacto en nuestro entorno. Emmanuel Faber, presidente de Danone, explicaba recientemente que “cada vez que nos alimentamos estamos votando por el mundo en el que queremos vivir”. Es decir, ya no somos lo que comemos como personas individuales, también como sociedad y civilización.

Somos lo que comemos

En 2016 existían 31 ciudades de más de 10 millones de habitantes, según la ONU. En el año 2030 serán 41. Hemos vivido el auge de la ciudad y pronto veremos su conversión en megalópolis. Podemos esperar que esto cambie, pero de momento las ciudades son lugares donde el acceso a lo natural no es fácil, lo que ha provocado que el consumidor se haya ido alejando del origen de los productos que consume.

Sin embargo, esto está cambiando ya que está surgiendo en el consumidor un sentimiento de cierta desconfianza hacia ese “no saber lo que comemos”. Cada vez está más preocupado por lo que come y bebe. Una preocupación que está redefiniendo la forma de producir y consumir alimentos, ya que la demanda por alimentos saludables y naturales está en crecimiento, y todo apunta a que esta inclinación sea mucho más que una moda pasajera.

El consumidor, hoy más que nunca, tiene el poder de elegir. Hoy más que nunca elige saber qué hay detrás de un producto, qué ingredientes contiene, cuál ha sido su proceso de fabricación y también dónde ha sido producido y envasado. Y respecto a este último punto, el consumidor confía en productos cuyo origen es local. De ahí nace lo que se conoce como ‘modelo de proximidad’: una forma de hacer y servir al consumidor profundamente conectada con su entorno.

Planeta solo hay uno

Cuando velas por tu alimentación también lo haces por el medio ambiente. Aunque parezca mentira, tu dieta influye en la biodiversidad, el cambio climático, los recursos naturales, la erosión del suelo...

Hablar actualmente de dietas sostenibles no es solo referirse a aquellas que protegen la biodiversidad y los ecosistemas, sino las que también tienen en cuenta el derecho fundamental a la alimentación. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las dietas sostenibles garantizan el alimento a generaciones futuras y generan un impacto medioambiental negativo mínimo.

Planeta solo hay uno

Las empresas tienen en este sentido una responsabilidad muy importante. Velar por una producción responsable y que proteja el medio ambiente debería ser una prioridad dentro de la actividad de las compañías de alimentos y, también en este ámbito, las cosas están empezando a cambiar. Por ello nacieron las Benefit Corporations (B Corps), un movimiento global que reúne a más de 2.000 compañías de 50 países que compaginan el beneficio económico con la generación de beneficios sociales y ambientales, con un fuerte compromiso de transparencia y responsabilidad corporativa.

Danone ha sido la primera compañía española de gran consumo en obtener la certificación B Corp. Las buenas prácticas del grupo lácteo incluyen también programas orientados a la comunidad: bancos de alimentos a los que han donado más de 10 millones de unidades de productos al año; la creación de la Escuela Social Ana Bella, con 155 empleos creados y cerca de 1000 mujeres víctimas de violencia de género empoderadas, las Escuelas Deportivas Danone que ofrecen acceso al deporte y apoyo escolar a niños de entornos desfavorecidos o el Programa Respect, que vela por que el 100% de los proveedores cumpla con sus principios de sostenibilidad.