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Tensiones raciales en el 'pequeño Caribe': "¡Aquí pasa de todo!"
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Tensiones raciales en el 'pequeño Caribe': "¡Aquí pasa de todo!"

La muerte de una chica de 16 años en el barrio madrileño vuelve a poner el foco en las bandas de dominicanos y la inseguridad cada vez mayor en que viven sus vecinos

Foto: Velatorio improvisado en el 'pequeño Caribe' hace unos meses. (D. B.)
Velatorio improvisado en el 'pequeño Caribe' hace unos meses. (D. B.)

“Lo siento, no se trata de racismo, pero al resto de latinoamericanos no nos gusta mezclarnos con los dominicanos porque tienen todos esos problemas de violencia”, dice muy claramente, aunque sin especificar mucho, Blanca, ecuatoriana y residente en el distrito de Tetuán, en el que campan los Trinitarios, la banda juvenil latina más numerosa, más activa y más peligrosa de España. Paulo, también ecuatoriano, no solo se ha mezclado con ellos, sino que ha tenido dos hijos con una mujer de esta nacionalidad: “Hay de todo, es verdad que hay jovencitos que son un poco locos, pero tampoco hay que exagerar, la mayoría de la gente es buena”, comenta este albañil de 27 años. Su mujer prefiere no hacer comentarios, excepto que a ella le molesta que la asocien con violencia y le parece “muy injusto”.

Su cuñado, Elvis, tiene 18 años y lleva el 'uniforme' de los chavales dominicanos de la zona. Una vestimenta que se puede adquirir en una tienda de la calle Almansa de 'ropa vaquera', que en realidad lo que vende es el 'kit' completo del pandillero latino: parcas con mucho peluche en la capucha, gruesas cadenas con un fusil como colgante, sudaderas, gorras y toda la parafernalia que suelen vestir los chicos de las bandas. Por supuesto, él no está en ninguna: “En el barrio, todos los amigos visten así, es la moda, no tiene nada que ver”, explica. El barrio es conocido como 'el pequeño Caribe', aunque en realidad hay más ecuatorianos que dominicanos (en Tetuán, 156.000 habitantes, hay algo más de 5.000 residentes originarios del país centroamericano).

Sus padres hallaron a la chica de 16 años tumbada en su cama, desnuda y muerta, al regresar del trabajo por la tarde

Una de esas niñas que vivían en esas calles murió asesinada el pasado miércoles. La hallaron en su domicilio con la cara destrozada por un golpe. Había regresado el día anterior de una fiesta de Halloween en la que, según los investigadores, “bebieron y consumieron estupefacientes”, y la acompañó un muchacho. La hallaron a las seis de la tarde tumbada en su cama, desnuda y muerta, sus padres al regresar. Por el momento, las pesquisas se centran en sus amigos, no en sus familiares ni en sus compañeros de piso. Varias mujeres de la calle Panizo, donde vivía la víctima, se abrazaban ayer en plena acera mientras lloraban. No es el único hecho muy violento que tiene lugar en la zona. Con este son cinco los asesinatos en menos de dos años.

El más reciente, en la calle Marqués de Viana el pasado 17 de octubre, cuando un hombre de nacionalidad dominicana mató a tiros a un colombiano. "Ajuste de cuentas", con toda probabilidad, según las pesquisas policiales. Y hace menos de un año, otro en calle Topete, a las puertas de un bar de copas, el Azúcar Drink Billar. Un tipo descerrajó ocho tiros a Alexander del Villar, alias 'Velo'. No se trataba de una reyerta entre bandas, sino de una simple pelea de jóvenes, según los investigadores, aunque posteriormente el joven detenido por estos hechos fue identificado como un antiguo miembro de los Trinitarios. Pero el uso de armas de fuego volvió a activar todas las alarmas en un barrio que los vecinos más antiguos, como los que se reunen en Casa Eladio (“desde 1946”, según el castizo cartel de la entrada), no se cansan de calificar “como el Bronx”. El bar de copas donde fue abatido Del Villar ya no existe y ahora es un restaurante.

Corrillos y coches patrulla

Un coche de policía para a la altura de uno de los bares latinos que jalonan la estrecha vía. Paraliza el tráfico. Pegados al muro, cerca de las puertas de los locales, hay jóvenes apoyados en las paredes. No parecen esperar a nada, algunos están en un pequeño corrillo y miran a los extraños fijamente. Una furgoneta del Samur dobla la calle. Los viandantes se quedan parados en las esquinas, tratando de escudriñar qué es lo que sucede. Pero no sucede nada. El coche patrulla se marcha, la ambulancia pasa de largo. Y los chicos siguen apoyados en la pared.

Cerca, en el colegio de los Salesianos, un policía municipal vigila la salida de los niños. Una cámara de televisión está agazapada al otro lado de la calle. Los vendedores ambulantes hacen su ronda y el barrio, que durante la mañana estaba casi vacío, se va llenando según se acerca la hora de comer. Por estas mismas calles el ayuntamiento ha admitido y decidido colocar cámaras. Pero habrá que esperar a mediados de 2018. La propuesta por la "creciente inseguridad" fue del grupo municipal de Ciudadanos, a la que se adhirieron PP y PSOE.

En realidad, solo dos de estas pandillas, los Trinitarios y los Dominican Don't Play, han resurgido en cuanto a número

“Aquí hay peleas diarias, broncas de todas clases, drogas, armas y lo que quieras”, telegrafía sin detenerse una señora mayor con un carrito de la compra. Los vecinos han denunciado que muchos de los bares de la zona funcionan como ‘after hours’ y que las riñas son muy frecuentes. No muy lejos de allí, a finales de 2016, una de esas peleas, en este caso por deudas, acabó con una mujer apuñalada muerta y su pareja herida.

Según fuentes policiales, las bandas latinas han experimentado un repunte en los últimos dos años. Pero parece que son cifras muy distorsionadas. En realidad, solo dos de estas pandillas, los Trinitarios y los Dominican Don't Play, han resurgido en cuanto a número. Especialmente los primeros, cuyo territorio es, precisamente, el distrito de Tetuán. En cualquier caso, en total no son más de 300 chicos los que integran estos grupos de delincuentes.

Gente trabajadora

“Son los únicos latinos con los que no tenemos el mismo buen trato, aunque es verdad que hay de todo”, insiste Blanca, que precisa: “Si los conoces de algo de trabajo o eso, pues no hay problema, porque no somos racistas y ya sabes que es gente trabajadora. El problema es en la calle, porque tienen bandas y eso”, insiste esta mujer. “Somos como todos los demás, incluidos los españoles, los hay buenos y los hay malos”, replica Ramón, dominicano de 57 años. Él vive en Usera, pero sus dos hijas residen, junto a sus nietos, en ese conflictivo triángulo entre las calles Topete, Almansa y Tenerife.

No es ajeno a esta realidad el que República Dominicana, su país de origen, lleve más de cinco años sufriendo una ola de violencia imposible de controlar por sus autoridades. Al mes, hay más de 40 asesinatos por atracos o robos. Un clima que ha convertido al país caribeño en uno de los más peligrosos de Centroamérica, con una elevada tasa de asesinatos, aunque muy lejos de las cifras de Honduras, Guatemala o El Salvador.

“Lo siento, no se trata de racismo, pero al resto de latinoamericanos no nos gusta mezclarnos con los dominicanos porque tienen todos esos problemas de violencia”, dice muy claramente, aunque sin especificar mucho, Blanca, ecuatoriana y residente en el distrito de Tetuán, en el que campan los Trinitarios, la banda juvenil latina más numerosa, más activa y más peligrosa de España. Paulo, también ecuatoriano, no solo se ha mezclado con ellos, sino que ha tenido dos hijos con una mujer de esta nacionalidad: “Hay de todo, es verdad que hay jovencitos que son un poco locos, pero tampoco hay que exagerar, la mayoría de la gente es buena”, comenta este albañil de 27 años. Su mujer prefiere no hacer comentarios, excepto que a ella le molesta que la asocien con violencia y le parece “muy injusto”.

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