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“Como no tengas el mejor móvil...”: el futuro, según el informe para la Cámara de los Lores
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LAS PREVISIONES DE IBM, DELOITTE Y KPMG

“Como no tengas el mejor móvil...”: el futuro, según el informe para la Cámara de los Lores

El organismo británico ha encargado a diversas instituciones contestar a su cuestionario sobre las previsiones del futuro, y sus respuestas resultan tremendamente esclarecedoras

Foto: Al calor del 'smartphone'. (iStock)
Al calor del 'smartphone'. (iStock)

El futuro genera más incertidumbre que nunca y, sin embargo, no parece que las actuaciones de los gobiernos para hacer frente a los retos que presenta vayan sean suficientes, quizá porque son metas a largo plazo que nada tienen que ver con el cortoplacismo de la política. La Cámara de los Lores británica, no obstante, ha dado un paso al formar un Comité sobre Inteligencia Artificial que intenta identificar a través de diversos informes de expertos, entidades privadas y centros académicos cuáles son los riesgos, oportunidades y posible intervención política de esta nueva era.

Es un buen mapa para moverse en el futuro inmediato, y también una guía para conocer cuáles son los intereses que se ponen de juego. El documento remitido por John McNamara, investigador senior de los laboratorios ingleses de Hursley de IBM, es uno de los que más atención han recabado tanto por su rol en uno de los centros más importantes de las islas británicas como por el panorama que describe a través de sus palabras. Como él mismo indica, “mientras hoy ser pobre significa no poder permitirse el último modelo de 'smartphone', mañana esto puede marcar la diferencia entre formar parte de un grupo de personas que puedan mejorar extraordinariamente su capacidad física, su habilidad cognitiva, su salud, su esperanza de vida y otro mucho más grande que no”.

Desafortunadamente, los empresarios menos imaginativos tan solo lo verán como una ruta a una rápida reducción de costes salariales

Las posibilidades son enormes, coinciden estos informes, como también lo son las probabilidades de que estas novedades sean tremendamente caras y, por lo tanto, estén solo al alcance de un puñado de personas que por ello mismo tendrán cada vez más y mejores posibilidades. McNamara sitúa dentro de 20 años este escenario de nanomáquinas de inteligencia artificial que se insertan en nuestros cuerpos y que repararán nuestras células, músculos y huesos, mejorarán nuestra salud mental e, incluso, nuestra capacidad de pensar. Pero el gran riesgo es que tan solo un puñado de personas pueda acceder a ello.

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No es el único informe de todos los recopilados que apunta en dicha dirección. Accenture, por ejemplo, recuerda que aquellos que pueden salir perdiendo en este nuevo contexto “no son únicamente los que tienen un menor acceso o habilidades en términos tecnológicos, sino aquellos que sufren un mayor desequilibrio en la clase de información que se recoge sobre ellos”. El problema es, por lo tanto, de qué manera la recolección de datos redefinirá los equilibrios de poder, como si se tratase de un nuevo colonialismo en el que la información es el principal recurso a explotar.

Y los trabajos, ¿qué?

Como es natural, una de las preguntas realizadas por la Cámara de los Lores está relacionada con el futuro de millones y millones de puestos de trabajo. La respuesta que proporciona McNamara es muy reveladora: “Los líderes empresariales más ilustrados utilizarán esta tecnología para el crecimiento, para desarrollar nuevos servicios e instalaciones y aquellos que puedan permitirse utilizar estos servicios deberían estar contentos”. Pero acto seguido matiza: “Desafortunadamente, los empresarios menos imaginativos tan solo verán la adopción de la inteligencia artificial como una ruta a una rápida reducción de costes salariales”.

Los trabajos que desaparecerán estarán ubicados “en el extranjero” y consistirán en puestos de oficina sin contacto con el cliente

El texto remitido por la consultora KPMG LLP indica, citando un estudio de este mismo año, que “las empresas y sus accionistas son actualmente los principales beneficiados de la inteligencia artificial a través del ahorro de costes y las oportunidades para generar ingresos que esta supone”. Su veredicto es breve y palmario: “Los robots y la inteligencia artificial pueden mejorar la productividad en un 30% en algunas industrias. Los trabajos desaparecerán a medida que las firmas aumenten los niveles de automatización”. Una vez más, los trabajos no se extinguirán de forma proporcional en todos los sectores, ya que la mayoría lo harán “en el extranjero”; en concreto, el trabajo de apoyo sin contacto con el cliente, como contabilidad.

Previsiblemente, la fórmula que promueven las empresas consultadas para sortear estos efectos dañinos de la informatización pasa por la colaboración entre gobiernos y empresas y una rápida adopción de los avances en inteligencia artificial. “La única manera en la que el gobierno puede jugar un papel significativo en el desarrollo y uso de la IA es dar luz verde a proyectos que la utilicen (quizá para resolver problemas de la sociedad)”, explica McNamara. Es decir, utilizar la tecnología para “implementar soluciones para un problema (como mejorar la educación)”. En su opinión, lo peor que puede hacer un gobierno es adoptar una posición “reactiva”.

placeholder Lo de Blockbuster fue tan solo el comienzo. (iStock)
Lo de Blockbuster fue tan solo el comienzo. (iStock)

“Hay quien manifiesta su preocupación de que el desarrollo y uso de los datos y de la inteligencia artificial serán acaparados por unos pocos, y que esos individuos o entidades sacarán un mayor provecho porque estarán mejor situados a través de la ventaja inherente a su posición para capitalizar pronto esta tecnología, impidiendo potencialmente que los demás se beneficien de la misma forma”, se puede leer en el informe de Accenture. Para prevenirlo, la consultora anima una vez más a que los gobiernos colaboren con las comunidades empresariales para “mitigar las potenciales disparidades en acceso y oportunidad”.

2022, 2027, 2037

Como ocurre en el caso del Proyecto Millennium de Jerome Glenn, McNamara también plantea diversos escenarios con un alcance de cinco, diez y quince años. El corto plazo es el tiempo de las startups que transformarán nuestras actividades cotidianas, desde la forma de conducir (cambiando la temperatura del vehículo o la inclinación del asiento) hasta nuestras bebidas (máquinas de café que nos reconocen y preparan el producto tal y como nos gusta) pasando por tecnología que “reacciona cuando estás feliz/triste/encantado/molesto y actuará en consecuencia”. La investigación en salud también experimentará una significativa mejora gracias a la posibilidad de extraer fácilmente patrones del corpus existente.

Los cambios en el sector servicios, y más concretamente en las tiendas, pueden provocar “desempleo masivo”

Dentro de 10 años podemos esperar un cambio sustancial en el sector servicios y en la forma en que consumimos. Será entonces cuando la inteligencia artificial sea capaz de “reconocer a los clientes y tener acceso a sus hábitos, estilos y rasgos de personalidad (ya sea a través de las redes sociales o de las bases de datos de clientes)”. Ello permitirá crear recomendaciones completamente individualizadas para cada uno de los consumidores, que podrán utilizar sus avatares virtuales (“gobernados pos sus propios gustos, preferencias, visiones políticas y modelados por sus interacciones sociales”) para seleccionar entre una cosa u otra. ¿Una potencial consecuencia si no se toman medidas? “Desempleo masivo y la aparición de un grupo socialmente marginado”.

Llegamos así a 2037, ese futuro dorado de microchips implantados en nuestros cuerpos en el que podremos “controlar nuestro entorno con nuestros pensamientos y gestos”. Es posible que, para entonces, la brecha ya sea demasiado amplia. Como recuerda el ingeniero, “al igual que con la división del átomo, hay una oportunidad sin precedentes para que la tecnología mejore la sociedad, pero también para dañarla irreparablemente”. Para evitarlo, insiste, las autoridades deben tener conciencia de los riesgos y comenzar a actuar antes de que sea demasiado tarde. Es una amenaza, pero también una buena oportunidad de negocio para su sector.

El futuro genera más incertidumbre que nunca y, sin embargo, no parece que las actuaciones de los gobiernos para hacer frente a los retos que presenta vayan sean suficientes, quizá porque son metas a largo plazo que nada tienen que ver con el cortoplacismo de la política. La Cámara de los Lores británica, no obstante, ha dado un paso al formar un Comité sobre Inteligencia Artificial que intenta identificar a través de diversos informes de expertos, entidades privadas y centros académicos cuáles son los riesgos, oportunidades y posible intervención política de esta nueva era.

Trabajo Inteligencia Artificial KPMG Accenture
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