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“Cataluña puede independizarse de España, pero no de Google”
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BARRY C. LYNN, EL HOMBRE ANTIMONOPOLIO

“Cataluña puede independizarse de España, pero no de Google”

En junio de este año, su nombre se convirtió en la comidilla de Washington tras ser despedido por elogiar la política antimonopolio de la Comisión Europea. Esta es su historia

Foto: Su poder es mayor al que jamás ha tenido cualquier otra empresa. (Reuters/Mike Blake)
Su poder es mayor al que jamás ha tenido cualquier otra empresa. (Reuters/Mike Blake)

El 27 de junio de este año, el 'think tank' New America publicó una elogiosa nota de prensa que alababa la decisión de la Comisión Europea de multar con 2.420 millones de euros a Google por contravenir las reglas antimonopolio europeas, dando preferencia a uno de sus productos a través de su buscador. Apenas dos días después, el 29 de ese mismo mes, Barry C. Lynn, el director del programa responsable de ese texto, Open Market, recibía la noticia de que se prescindía de sus servicios y de los de la organización.

Como él mismo explicaba a 'The Washington Post', la verdadera razón detrás de ese movimiento era que Google había financiado a través de Alphabet al 'think tank', y su CEO, Eric Schmidt, había formado parte de su consejo. Como el propio Lynn espetó, “ningún 'think tank' quiere dar la impresión de que está a las órdenes de sus donantes, pero eso es exactamente lo que ha ocurrido”. Era, irónicamente, la confirmación de las ideas antimonopolio que el periodista lleva décadas propugnando en publicaciones como 'Financial Times' o 'Harvard Business Review', o ahora a través de Citizens Against Monopoly.

Las grandes empresas son ahora mucho más poderosas y disponen de más información que ninguna otra que conociésemos

“Me sorprendió cuando me dijeron que todo mi equipo se tenía que marchar, porque ni yo ni nadie queríamos irnos”, confiesa a El Confidencial. “Es una decisión desafortunada que afecta negativamente a todo el mundo. Seamos francos. Creo que es un signo de torpeza, lo que ocurre cuando estás acostumbrado a salirte con la tuya todo el tiempo y has perdido la costumbre de reconocer que has cometido un error”. El último libro de Lynn, ' Cornered. The New Monopoly Capitalism and the Economics of Destruction' (Wiley) se centra precisamente en cómo el siglo XXI es el de los mastodontes monopolistas que habrían sido ilegales hace apenas 30 años, pero que han conseguido concentrar un gran poder creando la ilusión de que operan en un mercado abierto.

Foto: Barry Lynn, el despedido por criticar a Google.

“Lo primero que debemos entender es que las grandes empresas son ahora mucho más poderosas, intrusivas y disponen de más información que ninguna otra compañía o 'lobby' al que nos hayamos enfrentado antes”, sintetiza Lynn, uno de los grandes activistas 'antitrust' de EEUU. “Lo segundo es que tenemos en nuestras manos todo lo que necesitamos para regularlas, de manera que podamos seguir beneficiándonos de las tecnologías que ofrecen al mismo tiempo que garantizamos el funcionamiento de nuestra democracia”. ¿De quién habla exactamente? No hace falta ser un lince: de Amazon, Facebook y Google, que han reinventado el concepto de empresa global.

En la era de los paquidermos

Durante años, Open Markets ha identificado esas compañías como las grandes amenazas a la libertad de comercio. En parte, por su poder, pero también porque no disponemos de las herramientas analíticas o conceptuales para entenderlas. “Aún se hacen pocas cosas”, explica Lynn después de aplaudir a la Comisión Europea. “El trabajo que se hace está atemperado por un marco de análisis que se ha utilizado durante años, el del bienestar del consumidor, que se centra ante todo en los precios de los productos a los que estos acceden, que deja fuera muchos de los daños colaterales que están ocasionados por estas grandes corporaciones”. Una vieja idea para una nueva realidad.

Que los precios bajen es falso, porque en otros sectores donde esto ha ocurrido los precios están en un máximo histórico

A simple vista, matiza Lynn, puede parecer que muchas de estas compañías están abaratando el mercado. Es algo que ocurre de manera patente con Amazon, cuya estrategia es ofrecer sus productos un poco más baratos que los competidores. Pero ello tiene un efecto a medio plazo: “Si el resto de tiendas son incapaces de competir durante mucho tiempo, terminarán cayendo en la bancarrota y cerrando”. El monopolio puede parecer un chollo en un primer momento –es el procedimiento conocido como 'dumping'–, pero una vez la empresa accede a una posición preminente en el mercado, los precios comienzan a subir. “La idea de que los precios bajan es en muchos sentidos falsa, porque en otros sectores donde esto ha ocurrido, los precios se encuentran en un máximo histórico”, recuerda el autor de ' End of the Line: the Rise and Coming Fall of the Global Corporation' (Crown Business).

Es el caso, por ejemplo, del sector de la aviación comercial estadounidense, que en los últimos años ha experimentado un proceso de consolidación y reestructuración en el que el número de competidores se ha reducido a la mitad. “Hace poco, el CEO de American Airlines decía 'nunca volveremos a perder dinero'.”, recuerda el periodista. “Ahora tienen tanto control sobre la competencia que no importa lo que ocurra, porque siempre podrán manipular el mercado de forma que nunca tengan pérdidas. Pero tampoco riesgos, por lo que no se verán en la necesidad de mejorar los servicios. Hay casos y casos que muestran que los precios altos están para quedarse, y que hay menos competencia en casi todos los sectores”.

placeholder El autor, Barry C. Lynn.
El autor, Barry C. Lynn.

Otro de los problemas que Lynn señala en 'Cornered' es que la concentración empresarial en casi todos los ámbitos es mucho mayor que hace apenas unas décadas, pero mucho menos evidente a los ojos del consumidor, por lo que se convierte en una especie de “monopolio escondido”. “En ocasiones parece que disponemos de muchas opciones de elección”, recuerda el escritor. “De lo que la gente no se da cuenta es de que todas estas alternativas pertenecen a la misma compañía. Pueden ser cuatro, cinco o seis marcas, pero todas pertenecen a la misma corporación”. ¿Un ejemplo? The Coca-Cola Company comercializa también Fanta, Sprite o Minute Maid.

Dentro de nuestras cabezas

Aparte de su poder económico, los monopolios tecnológicos destacan por su capacidad para influir en entornos ligados con la información, como ocurre con Facebook y el periodismo. Lynn recuerda que este, por ejemplo, puede ser analizado como un mercado tradicional que se comporta como tal, con lo cual la diferencia no debería ser demasiada. La diferencia se encuentra en que “lo que estas empresas (Google, Facebook) tienen en sus manos es el flujo de la información entre el periodista, el editor y el lector”. ¿Tienen el control sobre nuestras ideas? “Bueno, parece que lo tienen. Pero aún no disponen de la capacidad de ahogar otras alternativas”.

Si la gente no se viese como consumidora sino como trabajadora, se daría cuenta de que cada vez tienen menos libertad


En opinión del periodista, las tecnológicas “destinan una gran cantidad de dinero y de esfuerzo a promover ideas libertarias, porque su idea básica es que las empresas deberían ser completamente libres para hacer lo que quieran, independientemente de las consecuencias para la gente”. Se trata de una idea popular en Silicon Valley, promovida por iconos como Peter Thiel, cofundador de PayPal o el propio Elon Musk, que se definía como “una especie de libertario”. Es el marco conceptual y económico que mejor les viene en un entorno en el que su crecimiento tan solo puede verse limitado por la acción de los gobiernos.

Uno de los problemas, recuerda Lynn, es que estos dejen de lado sus obligaciones: “Tienen que entender que su deber es regular a estas compañías para proteger a la gente, y comprender la verdadera magnitud de las amenazas”. Ya disponemos de las herramientas necesarias para conseguirlo, añade, tan solo faltan la voluntad y un plan. También una toma de conciencia por parte de la gente: “Si la gente dejase de verse a sí misma como consumidores y empezasen a verse a sí mismos como trabajadores, se darían cuenta de que cada vez tienen menos libertad”. El cierre del acceso a la competencia atenta directamente contra los derechos del ciudadano.

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Cornered

Este estado de las cosas también deja desprotegidos a los Estados de nuevo cuño. El propio Lynn saca el tema de Cataluña sin que haga falta preguntarle: “Hay algo que los catalanes deben entender, como ocurre también en el caso del Brexit”, explica. “Cuando consigues lo que consideras tu independencia, a veces te encuentras a expensas de amenazas de las que antes estabas protegido por los poderes de los que formabas parte. Alguna gente en Cataluña puede sentirse liberada del gigante español, pero eso les deja desnudos respecto frente a Facebook, Amazon o Google. ¿Qué vas a hacer, deshacerte de un gobierno intrusivo para arrojarte a la misericordia de los tipos de Silicon Valley?” Una pregunta pertinente que tiene una respuesta: hay que poner límites a los abusos de las corporaciones, como el movimiento 'antitrust' siempre ha hecho.

El 27 de junio de este año, el 'think tank' New America publicó una elogiosa nota de prensa que alababa la decisión de la Comisión Europea de multar con 2.420 millones de euros a Google por contravenir las reglas antimonopolio europeas, dando preferencia a uno de sus productos a través de su buscador. Apenas dos días después, el 29 de ese mismo mes, Barry C. Lynn, el director del programa responsable de ese texto, Open Market, recibía la noticia de que se prescindía de sus servicios y de los de la organización.

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