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El profesor terapeuta y colega: el futuro pluriempleado que le espera a los docentes
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NUEVAS DEMANDAS, OTROS REQUISITOS

El profesor terapeuta y colega: el futuro pluriempleado que le espera a los docentes

Cada vez son más los expertos que aseguran que los maestros no pueden limitarse a dar clase. Las universidades están aprovechando para que realicen una labor más emocional

Foto: Cada vez más cosas por hacer (¿menos dar clase?). (iStock)
Cada vez más cosas por hacer (¿menos dar clase?). (iStock)

El papel del profesor de colegio o instituto siempre ha sido muy polivalente. Como uno de los responsables de la socialización del estudiante, su papel no se ha limitado a ser un mero transmisor de conocimiento, por mucho que algunos lo califiquen como tal. Especialmente en los primeros años de infantil y primaria, los docentes están muy cerca de los padres, a los que explican las necesidades, problemas y ansiedades de su hijo, ya que pasan más tiempo con él que ellos. Es una sutil labor que se da por hecha, pero que a menudo no ha sido reconocida.

Tanto es así que sigue existiendo la idea de que no se lleva a cabo, y que los currículos deberían reformarse para dar cabida a la motivación, a la inteligencia afectiva u otros aprendizajes más cercanos a lo psicológico que teóricamente no se están impartiendo. En el informe de la OCDE 'Empoderar y capacitar a los profesores para mejorar la equidad y los resultados de todos', dirigido por Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación entre 2012 y 2015, se recuerda en el epígrafe 'Nuevas demandas para los profesionales de la enseñanza' que “los sistemas educativos no solo preparan a los estudiantes para sus carreras profesionales, sino también para llevar vidas personales satisfactorias y gratificantes”.

Se trata de ayudar a los estudiantes cuando se sientan alienados o traumatizados, lo que evita que puedan explotar el máximo de su potencial

La propuesta, por lo tanto, es que los profesores “experimenten una profunda transformación” para preparar a estos alumnos con nuevas habilidades, especialmente las “horizontales y socioemocionales”, y que promuevan el trabajo en equipo, el pensamiento crítico y la resolución de problemas complejos. La OCDE, responsable del programa PISA, se ha preocupado cada vez más por la felicidad y el bienestar de los estudiantes. En la última edición de 2015, España salió bastante bien parada, por encima de la media de la OCDE y con una gran diferencia respecto a la académicamente exitosa pero emocionalmente fallida Singapur.

Foto: ¿Dónde están los límites de cada uno de los actores educativos? (iStock)

Estos datos positivos se debían en parte al rol de los padres, que mantienen una relación con sus vástagos más estrecha que en otros países desarrollados, pero también a otras políticas que intentan proteger la equidad del sistema educativo. Por ejemplo, la utilización de la figura del pedagogo terapeuta, un profesional especializado en Educación Especial y que apoya a los alumnos con necesidades educativas especiales. Pero el suyo es quizá un caso muy concreto que puede estar extendiéndose de forma informal, a medida que cada vez se pide más a los docentes que funcionen como asesores y consejeros.

¿Necesitas ayuda, hijo?

Durante estos meses previos a la universidad, son muchas las señales de que en las universidades americanas se está promoviendo una nueva concepción del profesor relacionada con este papel. En 'Inside Higher Ed', uno de los foros más importantes de la educación superior, Julie Shayne defendía la necesidad del mundo universitario de llenar ciertas carencias que ha arrastrado entre las que se encuentra ese trabajo emocional que se deja de lado en casos de acoso, inmigración o madres solteras que encuentran más dificultades en su día a día.

Se daba por hecho que dejar que los alumnos aprendiesen a vivir solos las exigencias del mundo adulto era parte esencial de la maduración

“Se trata de ayudar a los estudiantes cuando se sientan alienados, marginados o traumatizados, lo que evita que puedan explotar el máximo de su potencial”, recuerda la profesora asociada de la Universidad de Washington Julie Shayne. Ella misma explica que sus alumnos tienen las puertas abiertas si necesitan contarle algo para disponer de su apoyo y asesoramiento; un rol no tan lejano del de un psicoterapeuta o al de un trabajador social. Es un rol ligeramente diferente al de los profesores universitarios habían tenido tradicionalmente, y en el cual se daba por hecho que dejar que los alumnos aprendiesen a vivir por sí mismos las exigencias del mundo adulto era parte esencial del proceso de maduración.

El problema, recuerda la docente, es que este trabajo “extra” no aparece en ningún lugar de sus currículos. La formación de los profesores, especialmente la de los universitarios, no incluye la faceta emocional de su trabajo. Algo que, como recuerda Lindsay Bernhagen, directora del Centro para Educación Inclusiva de la Universidad de Wisconsin en un reportaje publicado en 'Slate', puede ser más un problema que un beneficio: “La expectativa de que los profesores participen en un trabajo emocional no pagado haciendo de socorridos prototerapeutas sin formación no ayuda a nadie, especialmente a los estudiantes que reciben esta 'ayuda'”.

placeholder ¿Es posible un tratamiento personalizado con cada uno de los alumnos? (iStock)
¿Es posible un tratamiento personalizado con cada uno de los alumnos? (iStock)

Son muchos, recuerda, los profesores que intentan aconsejar o ayudar a los estudiantes con problemas. Muchas veces, animados por los propios centros (privados). La mayoría de universidades españolas disponen de servicios de asesoramiento terapéutico para sus estudiantes a través de sus centros de psicología o Clínicas Universitarias, que intentan paliar los problemas de salud mental asociados con la vida en las facultades, y que afectan a un alto porcentaje de los alumnos, especialmente en el doctorado, como recordaba un estudio publicado por 'Research Policy'. A medida que se asciende en la formación y la exigencia es mayor, desaparecen los apoyos en caso de crisis. Esta situación emergente es diferente, y obliga a que sean los profesores los que adopten un rol para el que no están preparados.

El alumno, un cliente

Esta tendencia, recuerda Bernhagen, está íntimamente relacionada con considerar a los estudiantes (de universidades privadas, pero también de publicas) como clientes a los que se les debe agasajar con servicios de los que no disponga la competencia como una ventaja competitiva. Es una manera de evitar que la masificación de las universidades haga sentir al estudiante anónimo y desvalido.

La cercanía entre el docente y el estudiante es un factor “molón” que ayuda a que los padres se decanten por un centro en lugar de otro

Está de acuerdo Deborah J. Cohan, de la Escuela de Medicina de la Universidad de San Francisco, que de nuevo en 'Inside Higher Ed' recuerda que “a simple vista, parece un gesto generoso que los miembros de las Facultades estén en primera línea para conocer y saludar a padres y estudiantes que se mudan a la Universidad y personificar los ideales que muchos centros están intentando comercializar”. Entre ellos, la accesibilidad, una atmósfera familiar o la sensación de que hay un bajo ratio de alumnos por profesor.

El más obvio es la cercanía entre el docente y el estudiante, un factor “molón” que ayuda a convencer a los padres a decantarse por un centro y no otro. Sin embargo, “los miembros de una Facultad no son gerentes de un hotel”, y Cohan considera que este contacto puede dañar su “liderazgo, autoridad, creatividad y credibilidad”. En su caso no se trata de ofrecer asesoramiento psicológico sino de recibir a los estudiantes el primer día de universidad, adoptando roles “familiares” más allá de la docencia que hasta hace poco no les correspondían. Como añade Bernhagen, “la mayoría de profesores universitarios se preocupan por el bienestar de sus estudiantes, pero es irresponsable que esto sea explotado por universidades que no invierten en especialistas formados, ya que ofrecer unos pocos talleres en su lugar no es suficiente”.

Foto: La Universidad de UCLA ha sido una de las primeras en ofrecer estas acreditaciones. (CC)

Lo cual abre un interesante debate sobre el rol que le espera a los profesores. Si el propio Andrea Schleicher, director del programa PISA, insiste en que el rol del docente se asemeja al de un guía, la pregunta razonable es hasta dónde debe llegar ese asesoramiento y cuál debe ser la formación específica para conseguir que este nuevo rol llegue a buen puerto. Algo que pasa también por reconocer económicamente ese esfuerzo adicional. Como revelaba otro informe de la OCDE, los profesores españoles se 'queman' por la escasa evolución salarial de su labor, pero también por soportar una mayor carga económica por alumno, lo que dificulta este supuesto papel “asesor” que deben desempeñar.

El papel del profesor de colegio o instituto siempre ha sido muy polivalente. Como uno de los responsables de la socialización del estudiante, su papel no se ha limitado a ser un mero transmisor de conocimiento, por mucho que algunos lo califiquen como tal. Especialmente en los primeros años de infantil y primaria, los docentes están muy cerca de los padres, a los que explican las necesidades, problemas y ansiedades de su hijo, ya que pasan más tiempo con él que ellos. Es una sutil labor que se da por hecha, pero que a menudo no ha sido reconocida.

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