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Una Diada a 50 metros de la sede del PP: butifarra de 'botiga', caracoles y sardanas
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Una Diada a 50 metros de la sede del PP: butifarra de 'botiga', caracoles y sardanas

En el día de Cataluña, buscamos algunas de las señas de identidad catalanas en Madrid: desde los embutidos típicos a las clases de bailes folclóricos, pasando por los 'castellers'

Foto: Mostrador de La Garriga de la calle Génova. (Mundofranquicia)
Mostrador de La Garriga de la calle Génova. (Mundofranquicia)

A menos de 100 metros de la sede central del Partido Popular, en la madrileña calle Génova, y a menos de 50 de la Audiencia Nacional, se sirve y vende al peso la mejor butifarra —blanca, negra, da igual el color— de Madrid. Eso dicen ellos, claro. Es la última sucursal de las ‘botigas’ que creó en 1959 la familia Pedró. Una saga familiar que han heredado los cuatro hermanos Pedró i Subirats.

Es 11 de septiembre. Diada. En Barcelona, según los cronistas de este diario, reina una extraña calma chicha, a diferencia de la agitación de los últimos años en esta fecha. Eso, antes de la manifestación vespertina. En La Garriga del barrio de Almagro, la más moderna de las tres que hay en Madrid, tampoco hay demasiado movimiento. Eso, antes de la hora de salida a comer de las oficinas. Ejecutivos y ejecutivas solitarios, un individuo cuyo rostro resulta familiar, pero no se sabe si porque se trata de un tertuliano o de un político (o de ambas cosas a la vez), turistas y algún funcionario. En la cercana plaza de Colón, ondea una gigantesca bandera española. Un poco más lejos, en la plaza de España, los miembros del Círculo Catalán de Madrid van apurándose para llegar a la comida prevista: caracoles.

Su jamón, su fuet y su butifarra son una institución entre los hombres trajeados que trabajan en el corazón financiero de Madrid

“Servimos sobre todo a hombres de negocios de la zona y a gente que viene de los juzgados. Los que no vienen son los del PP, por lo menos los que son famosos”, explica María en La Garriga, parapetada tras la parte de charcutería. María va vestida como una antigua dependienta de tienda de ultramarinos. La gracia de este negocio, cuya primera sede lleva en la Castellana 44 años, desde que se llamaba avenida del Generalísimo, es mezclar la parte de colmado con una pequeña barra de bocadillos elaborados con los productos que venden. El café, por otra parte, tiene una particularidad muy reseñable: vale solo un euro.

Lo de pequeña barra, en el caso de la casa madre, la de la Castellana, es muy literal. Apenas se cabe y, desde luego, no hay sillas. Pero su jamón, su fuet y su butifarra son una institución entre los hombres trajeados que trabajan en esta parte de la ciudad, donde está el corazón financiero de la capital.

Expansión por franquicias

Por supuesto, su origen catalán, en tiempos convulsos, no supone ningún sobresalto para los locales de La Garriga. “Tenemos ADN catalán, pero también corazón madrileño”, explican desde la empresa, que prepara una importante expansión en este próximo año. “Por lo pronto, queremos llegar a las seis tiendas en poco tiempo, todas en Madrid, a través del sistema de franquicias”, explican. “Vamos despacio porque se trata de un negocio familiar en el que se prefiere ir paso a paso y dedicar mucha exclusividad a las personas que se involucren”, dicen.

Su butifarra, aunque en este momento quien la tiene delante del plato se exprese en inglés y haya llegado a ella a través de una guía de viajes, “es la más auténtica y la más artesanal de Madrid”, se jactan en la tienda. En la ciudad hay otros prestigiosos charcuteros catalanes que, seguramente, también reclamarán para sí el cetro. La Garriga también posee otros dos establecimientos en Barcelona. “Muy rica”, concede la turista antes de recoger sus bolsas con compras y despedirse.

Sobre el clima político de los últimos años, replican que su único problema es “con el clima de verdad, porque si llueve no se puede bailar”

No muy lejos de allí, en la plaza de España, el Cercle Catalán de Madrid celebra su particular Diada. El evento consiste en una comida abierta en el restaurante del centro, cuyo primer plato son caracoles obligatoriamente. El segundo ya es a elegir. Por la tarde, casi ya de noche, se exhiben los 'castellers'. Solo faltan las sardanas, pero esas tendrán que esperar. Concretamente, al domingo 17 de septiembre. Entonces, regresará la Agrupación Sardanista a la actividad después de tres meses de descanso para mostrar sus habilidades en pleno Retiro. De hecho, los bailes se celebran en la Glorieta de la Sardana, adornada por la fuente de la Sardana, en el corazón del céntrico parque.

La agrupación, creada en 1953, organiza regularmente audiciones de este baile folclórico catalán desde 1964. Muchos de sus integrantes, según los testigos, podrían ser perfectamente fundadores: la edad media es elevada, aunque "hay un poco de todo". Los primeros y terceros domingos de cada mes se dan clases de danza a cargo de profesores titulados.

Teatro y exposiciones

Preguntados sobre si tienen algún problema por el clima político de los últimos años, replican que su única preocupación es por "el clima de verdad, porque si llueve no se pueden dar las clases, que son al aire libre”. Según afirman, “suele ir bastante gente, aunque la cosa depende de los meses y del frío”.

Durante toda la semana, el Círculo Catalán celebrará actos casi cotidianamente. Entre ellos, teatro, exposiciones y charlas. Para culminar, siempre quedará cerca alguno de los establecimientos de La Garriga y sus butifarras (o quizás otro de los muchos locales de comida catalana que hay en la capital). Y más desde que han comenzado su expansión por toda España.

A menos de 100 metros de la sede central del Partido Popular, en la madrileña calle Génova, y a menos de 50 de la Audiencia Nacional, se sirve y vende al peso la mejor butifarra —blanca, negra, da igual el color— de Madrid. Eso dicen ellos, claro. Es la última sucursal de las ‘botigas’ que creó en 1959 la familia Pedró. Una saga familiar que han heredado los cuatro hermanos Pedró i Subirats.

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