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La rebelión de las azafatas: una aerolínea baja el sueldo a las que superan la talla 40
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Aeroflot pierde la batalla en los tribunales

La rebelión de las azafatas: una aerolínea baja el sueldo a las que superan la talla 40

Dos empleadas han llevado a la compañía ante la justicia por discriminar a aquellas con más de 40 años. Y acaban de cosechar una victoria legal sin precedentes

Foto: Una azafata modelo, según los estándares de Aeroflot. (Reuters)
Una azafata modelo, según los estándares de Aeroflot. (Reuters)

Todo empezó en un tablón de anuncios. La aerolínea estatal rusa, Aeroflot, ordenó a principios del verano pasado medir, fotografiar y en algunos casos pesar a las auxiliares de vuelo, con la intención de fabricar nuevos uniformes e impulsar así la marca de la compañía. La sorpresa de las azafatas vino después. Aquellas que tuviesen más de 40 años o con una talla superior a la 40 fueron confinadas a los vuelos nacionales, en horarios intempestivos o de corta duración.

“Se nos rebajó el sueldo por nuestra talla de uniforme”, explica a 'The Guardian' Evgenia Magurina, una de las dos azafatas que han llevado a la compañía a los tribunales y que acaban de obterner una victoria legal sin precedentes. Hasta ahora la justicia siempre había dado la razón a la aerolínea, pero este miércoles la Corte Municipal de Moscú revocó las decisiones anteriores y respaldó las quejas de las empleadas. “Tal vez el gobierno esté empezando a sentir algo de vergüenza”, explica Magurina.

Aeroflot es una aerolínea de máxima calidad y parte de la razón por la que la gente paga por sus billetes es la apariencia de sus empleados

Si no hubiesen ganado el juicio, las demandantes, quienes forman parte del grupo de mujeres STS (abreviatura para “viejas, gordas y feas”), habrían llevado el caso al Supremo ruso e incluso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos si hubiera hecho falta. Según datos del sindicato, alrededor de 600 azafatas han sido afectadas por los cambios.

Por la boca muere el pez

De esta forma, y aunque todavía disponen de seis meses para apelar, concluye uno de los casos más notorios de discriminación en el trabajo que se recuerdan hasta la fecha, tras haber acaparado la atención de tanto medios nacionales como internacionales. El corresponsal de 'The New York Times' lo describe como un proceso insólito, empezando por los dos hombres que interrumpieron el juicio para defender a la compañía e increpar a las demandantes, recriminando, entre otros temas, el tamaño de sus pechos.

placeholder Aeroflot es una de la aerolínea más importantes de Rusia. (Reuters)
Aeroflot es una de la aerolínea más importantes de Rusia. (Reuters)

El caso se fue complicando y atrajo más atención tras las explicaciones de Aeroflot, que aunque nunca reconoció la discriminación per se, sí lo hizo de una manera tácita cuando uno de sus representantes, Pavel Danilin, dijo que era “una aerolínea de máxima calidad y parte de la razón por la que la gente paga por sus billetes es la apariencia de sus empleados”. El miembro de la junta defendió las medidas tomadas por la compañía y lo justificó con base en una encuesta a los pasajeros que revela que “el 92% quiere ver a azafatas a las que les caben las tallas de las que estamos hablando”.

No solo hemos demandado por dinero, sino que queríamos que la corte reconociera que no se puede tratar a la gente así

Asimismo, la aerolínea argumentó que los asistentes de vuelo más pesados aumentan los costes de combustible y que podrían ralentizar la respuesta a emergencias. Por su parte, Nikita Krichevsky, otro miembro de la junta, señaló que las penalizaciones no se deben entender como una reducción de salario sino como un incentivo para perder peso. A su vez, acusó a las dos demandantes de “intentar mancillar el nombre de la compañía” y agregó que deberían estar agradecidas a la empresa por preocuparse por su salud: “Yo pesaba 103 kilos y ahora peso 80. Simplemente corregí mis hábitos y perdí peso. No entiendo por qué la petición de mantener determinada talla no es realista”.

"Alguien tiene que empezar la revolución"

Ante las justificaciones de los miembros de la junta, la compañía redactó un comunicado oficial en el que se disculpaba señalando que “estaban expresando opiniones personales”. Sea como fuere, el tribunal le ha dado la razón a las azafatas: “Ha reconocido que la profesionalidad no puede depender del tamaño de la ropa”, dijo la otra demandante, Irina N. Ieursalimskaya, después del veredicto. Por indemnización y daños, Magurina recibirá 22.000 rubos (unos 320 euros) e Ieursalimskaya 16.000 (234 euros). Al respecto, la abogada de las trabajadoras, Ksenia A. Mihaylichenko, señaló que “no solo habían demandado por dinero, sino que querían que la corte reconociera que uno no puede tratar a la gente así”.

placeholder Vuelo Moscú-Habana operado por Aeroflot. (Reuters)
Vuelo Moscú-Habana operado por Aeroflot. (Reuters)

La aerolínea intenta que este embrollo pase lo más desapercibido posible y que no lastre la buena imagen que había alcanzado tras dejar atrás su herencia soviética. Aeroflot es una fuente de orgullo patriótico, como muchas de las grandes empresas de Rusia. “Es la aerolínea con la imagen de marca más poderosa del mundo”, asegura 'RT News', portal de noticias financiado por el gobierno. Por su parte, el director de relaciones públicas de la compañía, Andrey V. Sogrin, dijo a los medios que estaba satisfecho, pues el veredicto no había hecho mención explícita a la “discriminación” que las azafatas habían incluido en sus quejas.

Foto: ¿Qué oculta bajo su sonrisa y sincera simpatía? (iStock)

No obstante, el juicio contra Aeroflot se enmarca también en la que Magurina describió como “una nueva guerra contra las mujeres”. Su caso, asegura, es eclipsado por un sentimiento todavía mayor de injusticia: “La gente sigue preguntándome por qué me enfrento al sistema. Pero alguien tiene que empezar la revolución en algún sitio”.

Todo empezó en un tablón de anuncios. La aerolínea estatal rusa, Aeroflot, ordenó a principios del verano pasado medir, fotografiar y en algunos casos pesar a las auxiliares de vuelo, con la intención de fabricar nuevos uniformes e impulsar así la marca de la compañía. La sorpresa de las azafatas vino después. Aquellas que tuviesen más de 40 años o con una talla superior a la 40 fueron confinadas a los vuelos nacionales, en horarios intempestivos o de corta duración.

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