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Seis maneras de perder peso sin hacer dieta avaladas por la ciencia
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Simples y asequibles

Seis maneras de perder peso sin hacer dieta avaladas por la ciencia

Pequeños cambios en las costumbres alimenticias pueden ayudar a adelgazar de un modo notable. Incorpora los siguientes trucos a tu mesa

Foto: Estrategias para vencer a la báscula. (iStock)
Estrategias para vencer a la báscula. (iStock)

La fórmula para perder peso es en esencia tremendamente simple: basta quemar más calorías que las que consumimos. Las estrategias para cumplir esta regla son básicamente dos, dieta y ejercicio. Expuesto así, todo parece un juego de niños, pero quien ha tenido que pasar por un régimen se indignará con razón ante una simplificación tan ingenua que olvida todo el sacrificio que hay detrás.

El escritor estadounidense Mark Twain dijo una vez que “dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé unas 100 veces”. Con la dieta sucede lo mismo, iniciarla es pan comido (valga la paradoja); que el propósito llegue a buen fin es ya otra historia.

Un estudio concluyó que si se utilizaban platos de un color similar al de los alimentos las personas tendían a servirse un 30% más

El principal condicionante de la dieta está en lograr refrenar el impulso que nos lleva a ingerir lo que no deberíamos. En vez de actuar sobre la propia comida, existen, sin embargo, una serie de trucos imaginativos y respaldados por disciplinas como la nutrición y la psicología que implican menos fuerza de voluntad y que nos echan una mano a la hora de burlar a nuestro apetito.

Atento a los platos y los vasos

No solo la comida es importante, también la manera en la que la presentamos en la mesa puede condicionar las cantidades que finalmente acabaremos consumiendo. Por dicho motivo es fundamental jugar con la disposición de los alimentos.

Respecto a los vasos, aquellos que son especialmente altos disimulan que el líquido vertido sea menor al que aparentan contener. Se recomienda por eso utilizar vasos de tubo para aquellas bebidas que pueden estropearnos un régimen y utilizar por el contrario recipientes bajos de boca ancha para el agua.

El mismo principio se aplica a los platos. Observa la siguiente imagen.

Piensa ahora que los círculos negros son comida (ambos tienen la misma circunferencia) y los blancos son un plato. Con esta ilustración esquemática resulta fácil comprender que si ponemos la misma cantidad de alimentos en un contenedor más pequeño a nuestro cerebro le parecerá que tiene delante un suculento banquete.

Incluso algo tan en apariencia accesorio como el color puede jugar un importante papel. El profesor Brian Wansink de la Universidad de Cornell, especializado en psicología de la alimentación, asegura que el contraste entre el plato y la comida no es un asunto baladí. En un estudio dirigido por este experto se comprobó que aquellos que utilizaban un plato de un color similar al de los alimentos tendían a servirse un 30% más.

Toma 15 almendras antes de cada comida

Pese su importante aporte calórico, causado por su elevado contenido en grasas (si bien se trata de grasas “saludables” monoinsaturadas), las almendras pueden ser un buen aliado a la hora de cuidar nuestro peso.

Si consumes directamente del paquete te resultará imposible estimar las cantidades, por lo que es fácil que acabes comiendo más de lo que pensabas

Debido a su alto contenido en fibra, basta solo un pequeño puñado para activar la sensación de saciedad que nos ayudará a comer menos cantidades de otros productos más perjudiciales. Al mismo tiempo, por sus propiedades, las almendras consiguen acelerar el proceso metabólico.

Esconde los productos menos saludables

“Culo veo, culo quiero”: la sabiduría popular tiene con esta frase un modo muy ilustrativo para expresar la facilidad con la que se desata el capricho en nuestra mente. Si no quieres consumir algo, mejor que la tentación no desfile delante de tus ojos.

Coloca los snacks más calóricos en los cajones menos accesibles. Deja por el contrario las frutas y las verduras en lugares visibles como, por ejemplo, en un bol translucido sobre la mesa de la cocina.

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Foto: iStock.

Aplica la misma norma a tu nevera. Utiliza el papel de aluminio para cubrir aquellos restos menos saludables, y almacena los productos más beneficiosos para tu salud en contenedores transparentes.

Evita tener que elegir

¿Sufres una adicción por los refrescos y deseas beber solo agua? Deja entonces dos o tres botellas de en tu escritorio mientras realizas tus tareas de trabajo o estudias. Cuando aparezca la sed, no tendrás que levantarte para ir a la nevera y tenerte que enfrentar al dilema de si debes coger una lata de cola o la jarra con el líquido transparente.

Nunca comas directamente del paquete

El control de las porciones que vamos a ingerir parte de la manipulación consciente de las cantidades. Si consumes directamente desde el paquete te resultará imposible estimar este dato, por lo que es fácil que acabes comiendo mucho más de lo que te habías propuesto.

Coloca los snacks con más calorías en los cajones menos accesibles. Deja por el contrario las frutas y las verduras en lugares visibles

Este truco es particularmente útil para un alimento altamente calórico como los helados. Una pequeña bola puede ser todo lo que el cuerpo necesita para colmar un antojo. Si tomas, sin embargo, esta tentación veraniega directamente desde la tarrina puedes acabar comiéndote todo el producto, sobre todo ante lo adictivo que resultan los productos dulces.

Come con la mano no dominante

Puede parecer un acto absurdo, pero con este cambio de hábito se pretenden conseguir dos cosas: por una parte que al resultar más frustrante la operación para llevar los alimentos a la boca tendamos, automáticamente, a ingerir menos cantidades. Por otra, que al tardar mucho más en realizar el proceso, demos una oportunidad a nuestro estómago para que mande una señal de que ya estamos llenos.

Sobra recordar que ingerir alimentos rápidamente nos lleva a consumir muchas calorías antes de que se despierte en nosotros la sensación de saciedad que dice "basta" a nuestro cerebro. Este es uno de los motivos por el que los especialistas recomiendan también masticar lentamente y de manera repetida.

La fórmula para perder peso es en esencia tremendamente simple: basta quemar más calorías que las que consumimos. Las estrategias para cumplir esta regla son básicamente dos, dieta y ejercicio. Expuesto así, todo parece un juego de niños, pero quien ha tenido que pasar por un régimen se indignará con razón ante una simplificación tan ingenua que olvida todo el sacrificio que hay detrás.

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