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El riesgo oculto que conlleva entrar los primeros en el avión
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El riesgo oculto que conlleva entrar los primeros en el avión

En estos aparatos se comparte el mismo aire reciclado durante horas y el contacto entre personas es inevitable, lo que les convierte en un caldo de cultivo para las enfermedades

Foto: Todos los pasajeros son iguales, pero unos más que otros. (iStock)
Todos los pasajeros son iguales, pero unos más que otros. (iStock)

Viajar en avión es a buen seguro la manera más rápida de llegar a tu destino, pero también es la forma más fácil y veloz para que las enfermedades infecciosas se propaguen entre personas, ciudades y países. Es un lugar común: cuando alguien vuelve con algún achaque, pensamos que habrá cogido algo en el avión. Y no son meras suposiciones. En estos aparatos se comparte el mismo aire reciclado durante horas y el contacto entre personas de regiones y contextos muy diversos es inevitable, lo que les convierte en un caldo de cultivo insuperable para las infecciones.

Con esto en mente, los investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, de la Estatal de Florida y de la Aeronáutica Embry-Riddle se han preguntado cómo minimizar las posibilidades de enfermar. Su estudio, publicado en la revista científica 'Physical Review E', revela que factores como el tamaño del avión y el método de embarque pueden tener un impacto enorme en las tasas de infección e incluye recomendaciones que pronto podrían ser adoptadas por las aerolíneas.

Algo tan simple como cambiar la forma de entrar al avión puede tener un impacto enorme en la propagación de una enfermedad

Para mejorar la seguridad aérea incluso en el peor de los escenarios, los investigadores analizaron los diferentes métodos de embarque con un hipotético brote de ébola. Ya en 2014, durante el peor momento de la epidemia, las aerolíneas pusieron en marcha un protocolo centrado en identificar al portador sospechoso. No obstante, ningún sistema es infalible del todo. Si hoy se volviese a replicar un brote de las mismas características, señala el estudio, el método actual de dividir el embarque en tres secciones (primera clase, zona media y sección trasera) sería en realidad la peor estrategia para reducir el número de infectados.

Pueden proceder a embarcar

En concreto, hay un 67% de posibilidades de que sean 20 o más los pasajeros infectados al mes, ya que el método estándar obliga a los pasajeros a permanecer juntos en el pasillo mientras esperan a que los primeros tomen asiento. No es que las colas en la puerta de embarque, en el 'finger' o en la entrada del avión sean algo común, sino que más bien son insalvables. Sería mucho mejor, aseguran los investigadores, si el avión se dividiese en dos secciones y los pasajeros entrasen al avión de forma aleatoria dentro de cada una. En este escenario, el riesgo de infectar a 20 personas por mes se reduce al 40% y, de paso, probablemente agilizaría el embarque.

placeholder Siempre habrá gente enferma en los aviones. (iStock)
Siempre habrá gente enferma en los aviones. (iStock)

“Cambiar las políticas de las aerolíneas -algo tan simple como la forma de entrar al avión- puede tener un impacto significativo en la propagación global de una enfermedad infecciosa”, señala el profesor Anuj Mubayi, de la Universidad Estatal de Arizona. Por ejemplo, si la persona infectada tiene su asiento en la fila 18, ha de esperar a que llegase su tanda de entrada y luego cruzar varias filas hasta llegar a su puesto. De esta forma, los que se sientan al principio, los de primera clase, tendrían más posibilidades de entrar en contacto con el infectado cuando entra al aparato. Al contrario, el método para salir del aparato es mucho menos importante, ya que la gente tiene prisa y lo abandonan más rápido.

El uso de aviones más pequeños, en lugar de prohibir por completo los vuelos, puede reducir la probabilidad de introducir el virus

En cuanto al tamaño del avión, uno podría pensar que cuanto más grande sea el riesgo se dividiría entre los pasajeros. Pero las infecciones no funcionan así. De hecho, el estudio descubrió que los aviones de menos de 150 asientos son mucho mejores. Para empezar, hay menos personas susceptibles de portar un virus, menos posibilidades de contacto y también se necesita menos tiempo para alcanzar tu asiento. “El uso de aviones más pequeños durante un brote, en lugar de prohibir por completo los vuelos a un destino específico, puede reducir drásticamente la probabilidad de introducir un virus”.

placeholder Los aviones pequeños representan un menor riesgo. (iStock)
Los aviones pequeños representan un menor riesgo. (iStock)

Los investigadores esperan que sus recomendaciones sean adoptadas por las aerolíneas. No solo en el caso de un brote de ébola, sino también para otras enfermedades como la gripe. La adaptabilidad de sus métodos, señalan, proporcionará una gran ventaja extra a la hora de detener las epidemias, incluso antes de que estas se manifiesten. En este sentido, entender cómo nos comportamos en los entornos modernos más poblados (ya sean centros comerciales o aeropuertos) es fundamental. No hay que perder de vista que la gente enferma continuará volando, que cada vez viajará más gente en avión y que los espacios entre asientos serán más reducidos. Por ello es necesario cuestionar los métodos y rutinas que damos por sentados y preguntarnos si cambiar algo tan simple como el método de embarque podría mejorar las cosas.

Viajar en avión es a buen seguro la manera más rápida de llegar a tu destino, pero también es la forma más fácil y veloz para que las enfermedades infecciosas se propaguen entre personas, ciudades y países. Es un lugar común: cuando alguien vuelve con algún achaque, pensamos que habrá cogido algo en el avión. Y no son meras suposiciones. En estos aparatos se comparte el mismo aire reciclado durante horas y el contacto entre personas de regiones y contextos muy diversos es inevitable, lo que les convierte en un caldo de cultivo insuperable para las infecciones.

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