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Lo peor que te puede pasar con los ligues de una noche
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TODO LO QUE PUEDA SALIR MAL, SALDRÁ MAL

Lo peor que te puede pasar con los ligues de una noche

Todos sabemos que acostarnos y, sobre todo, despertarnos con un desconocido puede dar lugar a situaciones espinosas, pero hay veces que las cosas se ponen incluso peor

Foto: Debe de ser algo muy habitual, porque hay un montón de fotografías con parejas sorprendidas y apuntadas con armas de fuego. (iStock)
Debe de ser algo muy habitual, porque hay un montón de fotografías con parejas sorprendidas y apuntadas con armas de fuego. (iStock)

El amor es riesgo. Entregamos nuestro corazón a otra persona, dejamos que juegue con él, que lo rompa o lo dañe. Ponemos nuestra vida a disposición de nuestra pareja. Nos mostramos vulnerables. Abrazamos la zozobra causada por la incertidumbre. ¿Y el sexo? El sexo es mucho peor, porque si es el clásico ligue de una noche, debemos añadir a la ecuación cantidades desmesuradas de alcohol, intimidad con desconocidos y, sobre todo, despertares espeluznantes en casas ajenas que tienen aún peor pinta a plena luz del día, una vez el entusiasmo amoroso se ha evaporado, que de noche.

Un hilo de ese pozo sin fondo de anécdotas que es Reddit ha recogido unos cuantos cientos de testimonios de rollos de una noche que terminaron regular, a veces por los excesos viciosos de los protagonistas, a veces porque ese ligue nocturno terminó convirtiéndose en una puerta abierta a otra dimensión. Como siempre, se mezclan las historietas tan sosas que tienen que ser verdad con aquellas tan retorcidas que es fácil dudar de su autenticidad… pero que no cabe duda de que constituyen muy apañadas obras de ficción.

Le despertaron cuatro tíos con armas que le apremiaban a salir de la cama. Eran de la división antivicio de la policía local

Si hay una experiencia frecuente, tanto en la red como en la vida real, son los despertares accidentados. Algunos casi llegan a la tragedia, como ocurre con el usuario TheLegendofMace, que abrió los ojos y se encontró con el marido de la mujer con la que se había acostado apuntando con una pistola a su cara, desde su silla de ruedas. “Malditas maduras”, lamenta. Al menos, consiguió zafarse de la muerte –o de un dramita familiar– vistiéndose rápidamente y saliendo por patas. Algo más triste es el testimonio de FundyM, que al despertarse se encontró con un tipo de 50 años que le espetó a la chica con la que estaba “imagino que este es el final de nuestra relación, ¿no?”

placeholder Está al orden del día. (iStock)
Está al orden del día. (iStock)

Volvamos a las pistolas y los celos, el lado trágico del amor. O tan solo a las armas de fuego: a thekiddzac le despertaron “cuatro tíos con pistolas gritándonos para salir de la cama” mientras dormía con el ligue de la noche anterior. A continuación, llamaron a su padre, juntaron a los tres –padre, hijo e invitada– y revisaron la casa de arriba abajo. Fue tan solo una confusión (pero ¿no son acaso todas estas historias relatos de confusión?), pero eso no impidió que el improvisado trío diese con los huesos en la cárcel por una sospechosa pastilla en el bolso de la joven. Hablando de tríos, Snapcrackleburp despertó entre un matrimonio con el que se había acostado la noche anterior… y pasaron la mañana viendo el álbum de bodas, que había sido apenas tres semanas antes.

Esto no es lo que parece

O sí. Una de las situaciones más vergonzosamente habituales es que te cacen en la cama con alguien. Puede ser hasta divertido, como le pasó a notwinslow, cuyo padre le pilló en la cama con una compañera que conocía desde el instituto. Al progenitor le pareció hilarante, no tanto a los jóvenes amantes. Peor es si añadimos unas cuantas botellas de alcohol vacías en la habitación, como le ocurrió a DkahreForPrez, y un inoportuno calor que te hace dormir con todo al aire, sobre todo si al padre de tu amante irrumpe en su habitación un par de días antes de lo esperado. O el colmo del mal rollo, que es que te despierte el bebé de la mujer con la que uno se ha acostado la noche anterior porque “pensaba que era su papá”.

Una chica abrió la puerta, empezó a buscar a alguien y se metió borracha en su cama. A la mañana siguiente, no recordaba nada

Otra cosa que te puede ocurrir es que te encuentres algo inesperado, pero no en la habitación que te rodea, no, sino en tu móvil. Por ejemplo, fotografías de tu pene en Snapchat, como le pasó a atariharding, que supone –porque no está seguro– que su compañera casual las hizo en mitad de la noche. “Pero el sexo fue bueno”, matiza. Entre las cosas más extrañas que te pueden ocurrir se encuentra algo que le pasó a un amigo de palmtrees2blizzards, que una buena noche, vio cómo una chica borracha –y desconocida– entró en la habitación de su residencia buscando a alguien antes de meterse en su cama. ¿Qué hizo el desconcertado estudiante? Agarrar la consola, echarse unas partidas y jugar hasta que la visitante se despertase, “muy confusa sobre lo que había ocurrido”.

También puede ser que uno quiera escurrirse en mitad de la noche para ahorrarse esos disgustos matinales… y que le salga mal. Le ocurrió a FaunoBastard, que se levantó en mitad de la noche porque no quería pasar con su ligue por el peliagudo proceso del desayuno del día después. Al intentar abrir la puerta del dormitorio, se encontró con una desagradable sorpresa: estaba cerrada con llave. “¿Dónde vas?”, le preguntó desde la cama su posesiva amiga. “A beber agua”. Como una buena carcelera, le abrió la puerta, le acompañó a la cocina para que bebiese todo lo que quisiera y volvieron juntos a la habitación, no sin antes volver a cerrarle bajo llave.

placeholder Hay quien prefiere salir corriendo que enfrentarse a la realidad. (iStock)
Hay quien prefiere salir corriendo que enfrentarse a la realidad. (iStock)

La trampa de la habitación cerrada es algo relativamente habitual, especialmente cuando vives con tus padres y tienes que esperar que estos se vayan de casa antes de poder salir. Algo que por lo general suele ser bastante latoso, pero que resulta peor aún si –ejem– te han vomitado en una parte especialmente delicada de tu cuerpo y no puedes ducharte. “Salí por la ventana del segundo piso y me lancé a la carretera”, explica el valiente Hopglock. “Seguí andando y me metí en un callejón sin salida. Me di la vuelta para salir y ahí estaba su madre, con una bata, mirándome mientras bebía su café mañanero”.

Encuentros en la tercera fase

Dejamos para el final las experiencias casi místicas o, por así decirlo, más literarias, como la de ITeachFuckingScience (¡a pesar de lo que pueda sugerir su nombre!). “Me desperté solo, antes del amanecer, en una casa sin muebles”, explica. “Que fuese tan grande hacía que el que estuviese vacía resultase aún más perturbador”. Así que, como el protagonista de una película de terror, se lanzó a inspeccionar la casa. Pero no encontró absolutamente nada en ella, hasta que reparó en algo de la habitación en la que había amanecido.

Imagínate que eres conductor de Uber y, de repente, tienes que ir a recoger a alguien a tu propia casa... donde, que tú sepas, solo está tu hija

¿Qué era lo que le hizo sentir un escalofrío en la espalda? “Cientos de putas latas de Pepsi light”. Al parecer, estas cubrían por completo las paredes, de arriba abajo, de izquierda a derecha, formando un muro que no dejaba ni un solo resquicio. Nunca supo quién (o qué) vivía exactamente en la Casa de la Lata, pero asegura que aún hoy le da escalofríos. “Esa persona no las coleccionaba para venderlas por dinero o algo así, simplemente las bebía y las acumulaba, digo yo”. Una historia con moraleja para tener cuidado la próxima vez: si vas a tu casa y tiene miles de latas perfectamente alineadas, piénsatelo dos veces antes de acostarte con él.

La última historia apela a un tema de rabiosa actualidad: los conductores de Uber y los peligros de recurrir a estas plataformas anónimas. Sobre todo si, como le ocurrió a sid_reed, tienes la mala suerte de pedir un coche para que te recoja en la casa de tu último ligue y que, curiosamente, el conductor descubra que es la dirección de su casa… donde, hasta él sabe, tan solo se encuentra su querida hija durmiendo. “Desde luego, el viaje en coche más raro de mi vida”, añade. Y que lo digas, sid, y que lo digas.

El amor es riesgo. Entregamos nuestro corazón a otra persona, dejamos que juegue con él, que lo rompa o lo dañe. Ponemos nuestra vida a disposición de nuestra pareja. Nos mostramos vulnerables. Abrazamos la zozobra causada por la incertidumbre. ¿Y el sexo? El sexo es mucho peor, porque si es el clásico ligue de una noche, debemos añadir a la ecuación cantidades desmesuradas de alcohol, intimidad con desconocidos y, sobre todo, despertares espeluznantes en casas ajenas que tienen aún peor pinta a plena luz del día, una vez el entusiasmo amoroso se ha evaporado, que de noche.

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