¿la superarías?

La prueba de la sopa: cómo sabía Edison quién era inteligente y quién no

A buen seguro empresas como Apple y Facebook no ponen a sus candidatos en tantos aprietos como lo hacía el prolífico inventor durante sus entrevistas de trabajo

Foto: Si querías trabajar con Thomas Edison tenías que pasar su particular entrevista. (Wikimedia Commons) — Si querías trabajar con Thomas Edison tenías que pasar su particular entrevista. (Wikimedia Commons)

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Miguel Sola

18/08/2017 - 05:00

Las entrevistas de trabajo son situaciones hostiles en las que por muchas sonrisas forzadas que haya en el ambiente el cuerpo se tensa, se llena de sudores fríos y espera de forma irremediable que todo acabe lo antes posible. Una vez atraviesas la puerta, entras en territorio comanche y empiezas a percibir trampas agazapadas tras cada pregunta, apretón de manos y expresión corporal.

Salvados los primeros escollos, terminas acostumbrándote a la coyuntura. Muchas entrevistas consisten en seguir un a, e, i, o , u preestablecido y basta con tirar de experiencia y seguir los consejos que has leído y requeteleído antes de la gran prueba. No obstante, justamente para evitar que el diálogo se convierta en un mero trámite, ahora las empresas más punteras recurren a la originalidad para hacer la criba. Que si quién es tu superhéroe preferido, que si cuál es tu mayor debilidad, que si qué diría de ti tu enemigo… es duro hacerse paso en el mercado laboral.

Si el candidato le echaba sal o pimienta a la sopa antes de probarla, Edison decidía no contratarle. No quería supuestos ni prejuicios en su laboratorio

Sin embargo, esto que ahora nos sorprende por lo singular (a veces lo ridículo) de las pruebas, no es, ni mucho menos, una novedad. A buen seguro empresas como Apple y Facebook no ponen a sus candidatos en tantos aprietos como lo hacía Thomas Alva Edison. En efecto, el prolífico inventor estadounidense tenía un método muy particular para reclutar a sus empleados: los invitaba a comer y pedía para ellos una sopa.

La sopa, el espejo del alma

¿Qué tiene que ver esto con los inventos? Al parecer, mucho; mucho más de lo que seguramente la mayoría de los candidatos se imaginó al ver la sopa frente a sus narices. Pues bien, si el posible futuro empleado le echaba sal o pimienta antes de probarla, Edison decidía no contratarle. Pensaba que a una persona con tantos supuestos en la vida cotidiana (como, por ejemplo, que a la sopa siempre le falta sal) le sería muy difícil entrenarlo para que pensara de forma creativa. No quería prejuicios, ya que, según el científico, tienden a matar cualquier brote de innovación.

Thomas Edison en su laboratorio. (Wikimedia Commons) Asimismo, Edison le pedía a sus candidatos que respondiesen a un extenso y agotador cuestionario (de 146 preguntas) lleno de trivialidades que, en principio, poco o nada tenían que ver con el trabajo que iban a desempeñar a sus órdenes. Dicho test se filtró a la prensa en 1921 y se convirtió en todo un 'trending topic' de la época. El 'Chicago Tribune' envió a periodistas a recorrer las universidades para ver qué tal lo resolvían sus estudiantes y, al parecer, no dieron pie con bola. Los hombres promediaron un 35% de respuestas correctas y las mujeres un 28%. El periódico, ni corto ni perezoso, advirtió de que los malos resultados eran una señal de los jóvenes son cada vez más estúpidos.

Pero aquí hay que romper una lanza por los estudiantes. Ni Albert Einstein ni el hijo del propio Edison superaron el cuestionario. Irónicamente, Edison dijo que creó la prueba porque se sentía frustrado con los candidatos que buscaban trabajo y que, según él, no tenían el conocimiento apropiado. Si quieres hacer la prueba, aquí tienes las 20 primeras preguntas de las 146 (el resto las tienes en el artículo original de 'The New York Times'). Pero recuerda responder como si estuvieses en 1921. Es decir, no eches mano de San Google. Tal vez, así veas con otros ojos las "originales" preguntas de las empresas de hoy en día. Ah, y recuerda, prueba siempre la sopa antes de echarle sal.