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El pueblo nazi donde surgió la destrucción global: el laboratorio de Peenemünde
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AHÍ NACIÓ EL V2

El pueblo nazi donde surgió la destrucción global: el laboratorio de Peenemünde

No es uno de los lugares más conocidos de la segunda guerra mundial, pero sin las pruebas que allí se realizaron, los últimos años de la guerra habrían sido completamente diferentes

Foto: Uno de los cohetes V2 originales. (CC/Richard Penn)
Uno de los cohetes V2 originales. (CC/Richard Penn)

Por su ubicación septentrional, no suele pillar de paso a los viajeros que se internan en Alemania para rastrear los restos de la historia nazi, pero Peenemünde quizá sea uno de los centros neurálgicos de la violencia nacionalsocialista. A simple vista, con sus 249 habitantes, nadie lo diría de esta pequeña localidad en la isla de Usedom, en el mar Báltico, pero pronto es fácil darse cuenta de que este puerto de mar es una de las grandes capitales de la destrucción global, al menos desde que en 1935 fuese seleccionado por el ingeniero mecánico y aeroespacial Wernher von Braun como el lugar perfecto para experimentar con misiles y cohetes a lo largo y ancho de su costa.

Von Braun fue el principal responsable del misil de crucero V2, encargado por el alto mando alemán con el objetivo de alcanzar territorio enemigo; en concreto, el de sus enemigos ingleses. Era la evolución del A3, que se diseñó en las instalaciones de Peenemünde, lejos de la mirada de los alemanes. Para ello fue necesario un ingente esfuerzo económico y de capital humano. Como recuerda un reportaje publicado en la sección de viajes de 'BBC', hasta 12.000 personas llegaron a trabajar en el megalaboratorio militar de Peenemünde, diseñado por el gran arquitecto del Tercer Reich, Albert Speer. Muchas de ellas eran prisioneros de campos de concentración que provenían de Francia, Bélgica y Países Bajos.

Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de V2

No fue nada fácil para los científicos, entre los que también se encontraba Walter Dornberger, director del programa de cohetes y misiles, convencer al Führer de que su trabajo podía marcar de verdad la diferencia durante la guerra. Cuando esta empezó, en 1939, la construcción del complejo aún no se había terminado, y había que recortar de donde fuese para pagar los gastos de la contienda. Por ejemplo, del “ilimitado” presupuesto del que disfrutaba el programa de cohetes y misiles. No fue el único: como ya explicamos recientemente, una actitud similar fue la que impidió que la Unión Soviética dispusiese antes de la bomba nuclear.

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Las primeras pruebas se realizaron con un modelo a escala, el A5. En noviembre de 1938, el marsical Walter von Brauchitsch había ordenado la construcción de una planta para producir el A4. A finales de 1941, el prototipo se terminó y se probó el 13 de junio de 1942, con resultado fallido. Algo similar ocurrió con el 16 de agosto del mismo año. Por fin, el 3 de octubre de ese año, el A4 levantó el vuelo, mientras los soldados en Stalingrado se preparaban para una de las batallas más cruentas que el hombre ha conocido. Gracias a una película con el lanzamiento exitoso del misil, Hitler se entusiasmó y decidió que debía producirse en cadena, pero ya con el nombre de “V2, “arma de venganza número 2”, con los ingleses en mente.

Los entresijos

La aprobación de Hitler marcó el inicio de la época de esplendor de Peenemünde, donde también se desarrollaron otros misiles como el Wasserfall, Schmetterling, Rheintochter, Taifun y Enzian. Entre los proyectos también se encontraba un hipotético V3, cuyo alcance era aún mayor que el del V2, y que debía alcanzar suelo estadounidense, nuevo objetivo después de que estos entrasen en la guerra en 1942. Un par de años después, el propio Hitler reconocería el error que había cometido al infravalorar la importancia de esta planta, y le escribió al propio Dornberger: “Solo he tenido que pedir disculpas a dos hombres en toda mi vida. El primero era el mariscal de campo Von Brauchitsch. No le presté atención cuando me dijo una y otra vez lo importante que era tu investigación. El segundo hombre eres tú”.

placeholder Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)
Vista aérea de Peenemünde. (Cordon Press/Topfoto)

La producción del V2, afortunadamente, siguió encontrando problemas. Los aliados, gracias a las fotografías aéreas de la Inteligencia Inglesa, eran conscientes a mediados de 1943 que Peenermünde era un lugar clave en la producción alemana de armas de largo alcance. El 17 de agosto comenzó la llamada Operación Hidr, en la que la Real Fuerza Aérea Británica bombardeó, comandada por el capitán John Sarby, el complejo. Aunque no fue particularmente exitosa (miles de civiles atrapados en un cambio de concentración murieron), causó un retraso de dos meses en la producción, que se vio obligada a trasladarse bajo tierra, a Mittelwer.

El V2 fue utilizado por primera vez el 6 de septiembre de 1944 con dos disparos muy poco precisos sobre París, pero tenían de sobra: la producción llegó a ser de 10.000 unidades Su existencia fue revelada al público después de los bombardeos de Londres del 8 de septiembre, al mismo tiempo que la propaganda nazi presumía del carácter indestructible de estos misiles, que además pasaban desapercibidos en los radares. Hasta 4.320 fueron lanzados en territorios aliados entre septiembre de 1944 y marzo de 1945, un gran número de los cuales (1.400) fue dirigido a Inglaterra. Su capacidad de destrucción era similar a la del V1, pero al no poder ser anticipados, resultaban mucho más letales.

El final de una pesadilla

El 5 de mayo de 1945, el Ejército Rojo invadió la isla de Usedom. Durante los primeros años de la posguerra, fue utilizada como una base naval soviética hasta que fue devuelto a la República Democrática Alemana. Los científicos que allí trabajaron fueron captados por países de ambos bloques, tanto del soviético como del occidental (Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos), ya que conformaban la vanguardia de la investigación militar. Dornberger, por ejemplo, participó en la Operación Paperclip de Estados Unidos, diseñando misiles guiados. Más tarde, fue parte de Bell Aircraft Corporation en el proyecto Z-20 Dyna-Soar, la base para el transbordador especial americano. Tenía sentido: al fin y al cabo, el V2 fue el precursor de los cohetes especiales.

Von Braun terminaría convirtiéndose en la cara visible del programa espacial estadounidense durante los años 50

Algo semejante ocurrió con Wernher von Braun, que también formó parte de la Operación Paperclip y fue nacionalizado estadounidense en 1955 para trabajar en el ejército americano. No solo eso, sino que fue la cara visible durante los años 50 del programa especial estadounidense, y llegó a aparecer en tres programas de Disney dedicados al tema. Finalmente, en 1960, fue transferido a la NASA donde se le encargó la labor de construir los cohetes Saturno, que terminarían llevando al hombre a la luna en 1969. Mientras tanto, Peenemünde siguió utilizándose con objetivos militares y geoestratégicos hasta que, finalmente, albergó un museo histórico-técnico que nos recuerda el lado más oscuro de la tecnología.

Por su ubicación septentrional, no suele pillar de paso a los viajeros que se internan en Alemania para rastrear los restos de la historia nazi, pero Peenemünde quizá sea uno de los centros neurálgicos de la violencia nacionalsocialista. A simple vista, con sus 249 habitantes, nadie lo diría de esta pequeña localidad en la isla de Usedom, en el mar Báltico, pero pronto es fácil darse cuenta de que este puerto de mar es una de las grandes capitales de la destrucción global, al menos desde que en 1935 fuese seleccionado por el ingeniero mecánico y aeroespacial Wernher von Braun como el lugar perfecto para experimentar con misiles y cohetes a lo largo y ancho de su costa.

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