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El timo que cada vez más británicos intentan colar a los hoteles españoles
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CUANDO EL TURISTA ES el estafador

El timo que cada vez más británicos intentan colar a los hoteles españoles

Los turistas de Reino Unido en España han dado con la fórmula para las vacaciones gratis: una combinación del trabajo de abogados sin escrúpulos con una falsa intoxicación alimentaria

Foto: Turistas británicos en Magaluf, Mallorca. (Reuters)
Turistas británicos en Magaluf, Mallorca. (Reuters)

La escena se repite cada vez con más frecuencia. Zona turística de Mallorca, de esas en las que se escucha más inglés o alemán que mallorquín o castellano. A la entrada de un hotel espera un comercial de un bufete de abogados. Una vez se aproxima a los turistas, les pregunta qué tal, cómo les va, si están disfrutando, y entre frase y frase deja caer a sus compatriotas que si se sienten mal o les duele algo las vacaciones les pueden salir gratis. Y si no, también.

Hay pocas ideas que tengan tanto tirón como la de las vacaciones gratis, y más aún cuando están al alcance de cualquiera que se haya alojado en un hotel español bajo un régimen de todo incluido. Al parecer, basta con reclamar ante la Justicia británica. Cada vez que llega una nueva denuncia, los hoteleros tiemblan. “Es un goteo incesante”, dicen desde la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT).

La industria hotelera asegura que las indemnizaciones le cuestan 60 millones de euros cada año y que espera que este verano aumenten

Pongamos que una familia ha pasado unas vacaciones estupendas, sin quejas. Sin embargo, a la vuelta al Reino Unido argumentan que su estancia se ha visto arruinada por falsas diarreas y gastroenteritis, y ahora exigen que se les devuelva el dinero. Además, no se necesita justificante médico, pues basta con el resguardo de haber comprado el medicamento apropiado, que ni siquiera precisa receta.

Meses después, a veces años, el touroperador que trajo a estos turistas le descuenta al hotel el coste de lo que han reclamado ante la Justicia y, por el camino, los abogados se llenan los bolsillos. La CEHAT asegura que las indemnizaciones le cuestan 60 millones de euros cada año a los hoteles españoles y que espera que durante la campaña de verano que ahora comienza aumente el número de reclamaciones, de las que, señala, más del 90% son fraudulentas.

Los hoteleros no se explican cómo los alimentos de sus bufets que comen todos los clientes de los establecimientos, sean españoles, alemanes o franceses, solo afectan a los británicos. De los 75,3 millones de turistas que visitaron España el año pasado, una cifra de récord, los británicos son los que constituyen el grupo nacional más grande. Al parecer, entran en este juego asesorados por abogados, especialmente en Baleares. Solo en Mallorca las denuncias han aumentado un 700% en el último año. Según señala el diario regional, “hace unos años se daban casos aislados, pero ahora los abogados han extendido sus estrategias gracias a las redes sociales y a un engranaje comercial que desplaza a la isla a los profesionales en busca de falsos perjudicados”.

Los hoteleros se sienten indefensos

Como resultado, la paciencia de la industria está llegando a su fin. “Si fueran ciertas, se habría decretado ya una alerta sanitaria mundial, y sin embargo los números de casos asociados registrados por las autoridades sanitarias no deja de bajar por los mayores y mejores niveles de calidad, higiene y seguridad que se emplean en la industria hotelera española”, señala la CEHAT.

No estamos ante aficionados, sino ante organizaciones muy complejas, bastante bien organizadas y muy profesionales

No obstante, según recoge la Cadena Ser, el presidente de la patronal hotelera pitiusa, Juanjo Riera, afirma que ve difícil poner coto a las demandas esta temporada y señala que habrá que esperar a 2018. Asimismo, recomienda que “no se contrate con los touroperadores, cuyos clientes son los que reclaman a través de bufetes de abogados”.

El origen de este embrollo tiene su origen en la reforma de la Ley Jackson, que se realizó en 2013, por la que se excluyó del arbitraje de consumo todas las denuncias por prestación de servicio realizados fuera de Reino Unido. Es decir, la legislación británica beneficia al consumidor, y el resultado es que poco a poco han ido aumentando las reclamaciones hasta el aluvión actual que están sufriendo los hoteles españoles.

Por su parte, la Asociación de Agentes de Viajes Británicos (ABTA, por sus siglas en inglés) reconoce que “no estamos ante aficionados, sino ante organizaciones muy complejas, bastante bien organizadas y muy profesionales, lo que les plantea muchos problemas para combatir las prácticas fraudulentas”. Mientras, la prensa del Reino Unido asegura que las denuncias están dañando la reputación del país en el extranjero y advierte a los turistas de los peligros que, si se prueba, podría acarrearles el intento de fraude.

La escena se repite cada vez con más frecuencia. Zona turística de Mallorca, de esas en las que se escucha más inglés o alemán que mallorquín o castellano. A la entrada de un hotel espera un comercial de un bufete de abogados. Una vez se aproxima a los turistas, les pregunta qué tal, cómo les va, si están disfrutando, y entre frase y frase deja caer a sus compatriotas que si se sienten mal o les duele algo las vacaciones les pueden salir gratis. Y si no, también.

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