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Seis grandes trucos para perder peso cuando comes fuera de casa
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PIERDE EL MIEDO AL RESTAURANTE

Seis grandes trucos para perder peso cuando comes fuera de casa

Tan solo necesitas de fuerza de voluntad suficiente y seguir estos consejos para aunar dieta y restaurante en una experiencia placentera y sana a la vez

Foto: Relacionamos comer fuera con el placer y el sabor, pero también con los kilos de más. (iStock)
Relacionamos comer fuera con el placer y el sabor, pero también con los kilos de más. (iStock)

Dietas y restaurantes son dos conceptos que se llevan mal. Uno puede cuidar su alimentación cuando controla las cantidades e ingredientes desde casa, pero para alguien que quiere adelgazar comer fuera es parecido a atravesar un campo de minas. Lo más probable es que te dejes llevar por la presión social del resto de comensales (total, “un día es un día”) y acabes pidiendo azúcares y carbohidratos. E incluso cuando tienes fuerza de voluntad suficiente, te encuentras con unas porciones enormes y los temidos extras: bebidas, pan y postre. No es de extrañar que la mayoría de la gente relacione comer fuera con el placer y el sabor, pero también con los kilos de más.

Por eso, si estamos a dieta, muchas veces preferirmos quedarnos en casa con tal de no tener que enfrentarnos a la báscula el día siguiente. Craso error. No vamos a dejar de salir con amigos por algo así. Sobre todo ahora que los restaurantes han ido renovando sus menús y añadiendo platos que no son las bombas calóricas de antaño. Tan solo necesitas de fuerza de voluntad suficiente y seguir estos consejos para aunar dieta y restaurante en una experiencia placentera y sana a la vez.

Busca los platos más ligeros (horneados, asados, cocidos al vapor o escalfados) y aléjate de todo lo que se describe como frito, empanado o con relleno

Come como un día normal

Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, la tentación será aún mayor. No te quepa duda que en el momento de sentarte, el hambre y sus alicientes caerán como un rayo sobre ti y tus metas de adelgazar. En otras palabras, lo más probable es que te termines tú solito la cesta del pan o que acabes pidiendo una buena ración de patatas fritas. Lo mejor es, por tanto, comer como lo harías en un día normal (con su desayuno y comida) para evitar tentaciones y posteriores empachos. No te reserves.

Sé todo un detective culinario

Cada vez más restaurantes no se limitan a enumerar sus alimentos y precios, sino que también suelen exponer en el menú los ingredientes de cada plato, el riesgo de alergias y las recomendaciones para una dieta saludable. Juega sobre seguro y busca los platos más ligeros (horneados, asados, cocidos al vapor o escalfados) y aléjate de todo lo que se describe como frito, empanado o con relleno. De todas formas, el mejor consejo que podemos darte es que disfrutes, que pidas solo lo que te guste, pero que seas exigente. El concepto clave es este entuerto es 'saber escoger'. También puedes aprovechar la tesitura para probar con la cocina japonesa o vegetariana, pues tienen opciones ligeras y bajas en calorías.

Busca el plato equilibrado

No importa si comes es casa o fuera, si estás a dieta deberías intentar que tu comida sea lo más equilibrada posible: vegetales, proteínas, carbohidratos y grasas buenas. Esta combinación de nutrientes promueve una digestión más lenta y constante que si, por ejemplo, pedimos un plato de pasta con tomate. De esta manera, permanecerás satisfecho por más tiempo. Asimismo, otro truco es beber agua antes de la comida para llenar el estómago y saciar el apetito.

Si quieres adelgazar, lo mejor sería centrarte en el plato principal. Lo sabemos, es pedir demasiado. No obstante, al menos evita el pan. Sí, esa cesta de pan crujiente, aceite y mantequilla que te mira con ojos golosos. Piensa que son calorías que no necesitas.

¡Hagan paso!

Está claro que dejar que el resto de los comensales pidan primero es lo correcto o, al menos, lo educado. Sin embargo, aumentaría las probabilidades de caer la trampa: “Para mí, lo mismo”. Cuando escoges el primero, no te ves influenciado por las decisiones del resto. Los seres humanos somos así. Además, si pides un plato saludable antes que nadie, quizá contribuyas a que el resto de la mesa pida opciones más sanas.

El tamaño de las porciones es tan importante como sus ingredientes. Controla tu apetito: que tu comida se adapte a ti y no al revés

No tengas miedo a los cambios

Pregunta al camarero. A veces un plato normal, con algunas modificaciones aquí y allá, puede convertirse en una elección bien saludable. Por ejemplo, si se te antoja pasta, lo más probable es que al cocinero no le importe hacerla integral en vez de blanca. Sea cual sea el plato, hay innumerables cambios que puedes hacer.

Cuida las cantidades

El tamaño de las porciones es tan importante como sus ingredientes. Controla tu apetito: que tu comida se adapte a ti y no al revés. Antes de hincarle el diente, determina la cantidad que necesitas para acabar satisfecho. Empuja el resto hacia un lado del plato, lo que servirá como recordatorio visual de que, por el momento, eso no se debe comer. Así que olvídate de la norma paterna de que tienes que terminarte todo lo que hay en el plato y dejarlo reluciente. Y no te preocupes por el desperdicio alimentario, ya que después le puedes pedir al camarero que te lo coloque para llevar. No solo evitarás sentirte muy lleno, sino que tendrás comida para mañana.

Es interesante que percibamos nuestra dieta como algo lleno de oportunidades, más que de prohibiciones, así que cuando se trate de un alimento poco calórico y bajo en grasas podremos aumentar la cantidad, a modo de recompensa. Eso sí, si de verdad estás comprometido, olvídate del buffet. Tener fuerza de voluntad en este tipo de establecimientos ya es de sobresaliente.

Dietas y restaurantes son dos conceptos que se llevan mal. Uno puede cuidar su alimentación cuando controla las cantidades e ingredientes desde casa, pero para alguien que quiere adelgazar comer fuera es parecido a atravesar un campo de minas. Lo más probable es que te dejes llevar por la presión social del resto de comensales (total, “un día es un día”) y acabes pidiendo azúcares y carbohidratos. E incluso cuando tienes fuerza de voluntad suficiente, te encuentras con unas porciones enormes y los temidos extras: bebidas, pan y postre. No es de extrañar que la mayoría de la gente relacione comer fuera con el placer y el sabor, pero también con los kilos de más.

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