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Qué sucede justo antes de morir, según un médico que lo ha vivido
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"el ahora es todo lo que tienes"

Qué sucede justo antes de morir, según un médico que lo ha vivido

Nadie sabe lo que ocurre realmente en el último momento. Aún así, algunas personas como el doctor Miller tienen algo que contar sobre el misterio por su experiencia directa

Foto: ¿Hay una separación entre ser y dejar de existir? (iStock)
¿Hay una separación entre ser y dejar de existir? (iStock)

Podemos huir o enfrentarnos a él, pero hasta que el elixir de la vida eterna se transforme de mito en realidad (si es que tal descubrimiento es posible) siempre habrá un momento, más lejano o más próximo en el tiempo, en el que ya no estaremos aquí. Si reflexionamos sobre la muerte, la principal angustia para la gran mayoría no se halla en el instante en sí, sino en qué ocurre justo antes de afrontarlo. ¿Cómo será ese último hálito? ¿Tremendamente amargo o un espacio de consuelo que permitirá vislumbrar, aunque sea solo por un segundo, qué sentido tiene la existencia?

En un reciente artículo hemos hablado de Bruce J. Miller, un médico especialista en cuidados intensivos que a través de su experiencia personal y profesional desea ofrecer un punto de vista diferente sobre qué supone el final en la experiencia humana.

El testimonio de este médico esconde siempre un mensaje optimista, sin grandes frases, ni grandes fórmulas, pero complejo en su significado. Miller ha aparecido recientemente, en uno de los programas de más audiencia de la televisión americana, el ‘talk show’ de la célebre Oprah Winfrey. Sus declaraciones intentan, de nuevo, arrojar un poco más de luz para repensar el gran misterio.

Nada más que presente

Tal y cómo se narra en el suplemento del periódico americano ‘The New York Times’ la particular historia de Miller comienza la aciaga madrugada en que, tras una juerga con los compañeros de facultad, se sentó sobre el techo de un tren estacionado. Por accidente, su reloj de pulsera tocó los cables de catenaria, circulando la corriente de alta tensión por todo su cuerpo: “Esa noche empezó mi relación formal con la muerte. Con mi muerte”.

La muerte es la que crea la belleza, la que crea el sentido. La muerte es la prueba de la vida

11.000 voltios cruzaron su cuerpo desde su brazo izquierdo hasta los pies, quemándolo desde dentro. La funesta consecuencia: tres miembros amputados (el citado brazo y sendas piernas). Curiosamente, Miller no recuerda nada de lo sucedido, despertándose varios días después en la unidad de quemados del centro Médico St. Barnabas de Nueva Jersey como si hubiera salido de un extraño sueño.

A pesar del duro golpe, Miller consiguió rehacer su vida y su carrera profesional hasta acabar dirigiendo el así llamado 'Proyecto del Hospicio Zen', en la ciudad de San Francisco, un peculiar centro donde se conjugan los cuidados intensivos, con el arte y hasta la espiritualidad.

“La gente que está muriendo, está todavía viva” cuenta Miller en el citado show de Winfrey, incidiendo de alguna manera sobre la verdad de que ambos hechos, vida y muerte, se encuentran tan conectados que separarlos no es más que un constructo: “La muerte es la que crea la belleza, la que crea el sentido. La muerte es la prueba de la vida. Sabes que estás vivo porque morirás algún día”.

Es algo continuo, mundano. Hay un momento que es tan solo un hecho. Ese es el hechizo. Esa es su belleza

Es aquí donde toma especial relevancia el ahora: “Vivir en el presente es todo lo que tienes. No hay una promesa de futuro y el pasado es el pasado”, aclara el médico quien explica también que no es necesario pasar por una experiencia como la suya para adquirir esta conciencia. La sintonía con el momento actual, explica Miller, modifica el conocimiento o lo vuelve superfluo: “Una cosa que mis lesiones me han enseñado es que no siempre es necesario saber”.

La ansiedad no existe sin esa presencia del futuro y del tiempo pretérito. Desde la perspectiva del presente “la muerte no es ese ogro que pensamos. Incluso en un determinado punto podemos ofrecerle hasta la bienvenida. Hay que darle la vuelta al hecho de que la muerte es en sí misma horrible”.

Detalla así el doctor la cotidianidad con la que sobreviene un hecho similar en su centro: “Puedo estar sentado con la familia del paciente, y de repente la persona fallece en medio de nuestra conversación. Es algo continuo, sin interrupciones. Es algo casi maravilloso… mundano. Él está aquí y después se va. Hay un momento que es tan solo un hecho. Ese es el hechizo. Esa es su belleza”.

Concluye así Miller que “es una profunda e imponente experiencia ver el cuerpo, finalmente, como un caparazón. Desprovisto de la persona. En ese momento de transición estás en contacto directo con el ‘continuum’ de la vida, sabes que la vida es proceso. El individuo se ha ido, pero la vida sigue adelante”.

Podemos huir o enfrentarnos a él, pero hasta que el elixir de la vida eterna se transforme de mito en realidad (si es que tal descubrimiento es posible) siempre habrá un momento, más lejano o más próximo en el tiempo, en el que ya no estaremos aquí. Si reflexionamos sobre la muerte, la principal angustia para la gran mayoría no se halla en el instante en sí, sino en qué ocurre justo antes de afrontarlo. ¿Cómo será ese último hálito? ¿Tremendamente amargo o un espacio de consuelo que permitirá vislumbrar, aunque sea solo por un segundo, qué sentido tiene la existencia?

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