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Directiva 58, el plan secreto de EEUU para cuando todo se ponga feo
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Directiva 58, el plan secreto de EEUU para cuando todo se ponga feo

¿Cómo se comportaría el país más poderoso del mundo ante una guerra nuclear? Recientes documentos desclasificados ofrecen importantes pistas

Foto: Lo que ocurriría si esto fuera realidad. (iStock)
Lo que ocurriría si esto fuera realidad. (iStock)

Si se desatara una guerra nuclear como consecuencia de un conflicto abierto con Corea del Norte, Estados Unidos tiene a disposición un extenso plan desarrollado por la CIA, el Ejército y la antigua Administración Carter que ofrecería las pautas para actuar en dicha situación excepcional.

Según 'Foreign Policy Magazine', nuevos documentos recientemente desclasificados han sacado a la luz la Directiva 58, un programa pergeñado durante los últimos meses de la legislatura del trigésimo noveno presidente, que sería posteriormente retocado durante el mandato de Ronald Reagan.

Los documentos revelan varios secretos de seguridad en los que el actual Gobierno Trump, o cualquiera de sus sucesores, podrían confiar en el caso de que el mundo, tal y como lo conocemos, llegara a su punto final.

Proteger a la población y al gobierno

Si bien las principales amenazas nucleares se hallan hoy en países como Corea del Norte o Pakistán, a principios de los años ochenta la mayor preocupación desde el punto de vista occidental se centraba, lógicamente, en la potente Unión Soviética. Cuando Jimmy Carter llegó a la presidencia, los soviéticos se encontraban mucho mejor preparados ante una catástrofe de tal calado, con programas de protección de civil y gubernamental muy definidos y miles de búnkeres subterráneos desperdigados por todo su territorio.

Para salvar el país, el ejército tendría que cruzar numerosas líneas rojas. La ley marcial se establecería en cuanto se vislumbrara el conflicto

Los asesores del presidente Carter tomaron conciencia de tales carencias. De este modo, Estados Unidos confió su programa de emergencia a Ray Derby, quien había dirigido hasta entonces varios grupos de trabajo sobre defensa civil en casos como accidentes nucleares, biológicos y químicos tanto para el ejército como para la OTAN.

En aquellos años, el principal plan federal de cara a catástrofes como una guerra nuclear, requería que cada Estado diseñara, desarrollara y construyera sus propias instalaciones subterráneas, blindadas y protegidas. En caso de emergencia, los gobiernos serían trasladados a los consiguientes búnkeres. Sin embargo, la mayoría de las agencias federales a las que fue encomendada dicha misión descuidaron sus responsabilidades.


Tras evaluar la situación, Derby puso en evidencia cómo los principales esfuerzos por parte del gobierno se habían destinado a la inversión en el desarrollo de nuevas armas y no a la protección de la población en caso de un ataque. Por aquel entonces se destinaban menos de 100 millones de dólares anuales en defensa civil, en comparación a los 30 mil millones de dolares que iban a parar a la renovación de los arsenales de armas atómicas.

A pesar de que, según varias encuestas, los ciudadanos demandaban un programa de defensa civil, los mismos vivían en la ignorancia, asumiendo que sus gobernantes tenían preparado un firme proyecto en el caso de un ataque por parte de la Unión Soviética. En general, no se respiraba la sensación de prisa en el ambiente y las administraciones gubernamentales tampoco habían dado grandes pasos al respecto.

placeholder Panfleto 'Survival Under Atomic Attack'. (CC/National Security Resources Board)
Panfleto 'Survival Under Atomic Attack'. (CC/National Security Resources Board)

Se daban además varios problemas de tipo moral. Para salvar al país en caso de guerra nuclear, el ejército tendría que cruzar numerosas líneas rojas. La ley marcial debería establecerse en cuanto se vislumbrara un conflicto inminente y los militares deberían recibir una serie de atribuciones para administrar la distribución de recursos en todo el país. La población que se encontrara cercana a importantes objetivos militares debería ser trasladada y resultaría inevitable que la fuerza fuera empleada contra la propia ciudadanía. Ni los militares ni los políticos querían hablar abiertamente sobre este tema. Los planes, por tanto, deberían ser trazados de forma secreta y clasificada, a espaldas de la opinión pública.

Carter priorizó la defensa civil. Si estallaba una guerra nuclear el gobierno debería lograr la supervivencia del 80% de la población

Por lo que respecta al gobierno, en caso de emergencia, los Jefes del Estado Mayor Conjunto ordenarían la reubicación de 60 oficiales en sitios estratégicos. La principal base se establecía en Mount Weather, en el Estado de Virginia, donde un cuadro de oficiales de primer nivel tomaría el mando en caso de guerra nuclear. Otros puestos estratégicos se encontraban distribuidos por Hagerstown, Maryland o Martinsburg.

Con todo, el ejército no disponía de suficientes helicópteros para transportar a todos los oficiales requeridos (asumiendo que el traslado a cielo abierto fuera posible) y los líderes que consiguieran llegar a Mount Weather se iban a encontrar con importantes dificultades para entrar en contacto con las agencias federales, otros gobiernos aliados o con la propia ciudadanía, ya que los centros se encontraban equipados con plantillas muy escasas.

El nuevo orden

A pesar de las objeciones puestas por parte del Pentagono, Carter priorizó durante su mandato la defensa civil, concentrando los programas en una sola institución bajo un propósito ambicioso: en el caso de que se desencadenara una guerra nuclear el gobierno debería conseguir que el 80% de la población sobreviviera.

El 19 de Junio de 1979 se constituyó la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). Derby se encargaría de la dirección del nuevo órgano, tomando el control del centro de Mount Weather y siendo el principal responsable de la lista oficial de 'items' para la supervivencia, es decir, el elenco de recursos que sería necesario para reconstruir el gobierno tras una guerra nuclear.

Solo Carter y Mondale tenían acceso a los maletines nucleares. Si hubieran sido asesinados todo el arsenal atómico se habría paralizado

Mientras tanto, la Casa Blanca modificó su plan de evacuación presidencial para esclarecer cómo los servicios secretos deberían proteger al presidente y cómo la Oficina Militar de la Casa Blanca decidiría un sucesor si el máximo mandatario resultaba asesinado. Hasta entonces, según el Coronel encargado de la redacción del nuevo plan, Bill Odom, dichos protocolos carecían de imaginación y de una conexión con la realidad, siendo válidos y satisfactorios solo en condiciones normales y no excepcionales como un ataque nuclear.

Al mismo tiempo solo Jimmy Carter y el vicepresidente Walter Mondale tenían acceso a las así llamadas “pelotas nucleares”, es decir, los maletines desde los que se puede autorizar un ataque. En el caso de que ambos fueran eliminados, o se vieran incapacitados por algún motivo, todo el arsenal atómico de Estados Unidos quedaría paralizado.


Se diseñó así una propuesta de gobierno provisional más descentralizada con cinco cuadros, cada uno formado por cincuenta personas, que serían desplegados como apoyo presidencial bajo el nombre de TREETOP. El primer encargo de estos cuadros sería identificar y autentificar al sucesor (la manera en que se realizaría el proceso está, aún, clasificada).

Muchos otros documentos que ahondan en aspectos específicos se encuentran todavía clasificados

En segundo lugar, cada equipo tendría que ayudar al presidente en sus tres funciones como comandante en jefe, jefe de Estado y jefe de Gobierno. El equipo debería entrar en contacto con otros organismos que hubieran sobrevivido, así como comunicarse con el Pentágono, o lo que quedase de él, para ejecutar un plan de guerra nuclear. Las 50 personas de cada equipo tendrían que estar preparadas como brazo ejecutor, sin ayuda externa, durante al menos seis meses.

Cómo se volvería a formar el Congreso o qué recursos serían movilizados son cuestiones que todavía se mantienen en secreto. Las modificaciones realizadas por la administración Reagan indican que el plan ha ido evolucionando hasta el momento presente y que muchas de las propuestas iniciales no serían, seguramente, las mismas hoy en día. Muchos otros documentos que ahondan en aspectos específicos se encuentran clasificados y se estima que el expresidente Carter habría encargado por lo menos otras 29 directivas.

Si se desatara una guerra nuclear como consecuencia de un conflicto abierto con Corea del Norte, Estados Unidos tiene a disposición un extenso plan desarrollado por la CIA, el Ejército y la antigua Administración Carter que ofrecería las pautas para actuar en dicha situación excepcional.

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