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Por qué nunca deberías caminar sobre las escaleras mecánicas
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"Stand on the right, walk on the left"

Por qué nunca deberías caminar sobre las escaleras mecánicas

Si eres de los que no pueden perder ni un segundo, tomarás el carril de la izquierda para subir andando. No obstante quizá la mejor opción para todos sea quedarse quieto

Foto: El lado izquierdo se suele reservar para los que van con prisa. (iStock)
El lado izquierdo se suele reservar para los que van con prisa. (iStock)

Es hora punta. En la fiebre de la mañana, el vagón del metro está a reventar de cuerpos inertes. No cabe ni la punta de un alfiler. Pero en cuanto las puertas se abren, la marabunta ruge y corre hacia las escaleras mecánicas. Pronto (en un santiamén) se forma una cola infinita que avanza despacio, con prisa, pero despacio. Llega por fin tu turno y entonces te has de enfrentar a una de esas pequeñas decisiones que marcan el día: ¿las subo andando o me quedo quieto? Tampoco puedes pensártelo mucho, la prisa manda.

Si eres de los que no pueden perder ni un segundo, tomarás el carril de la izquierda, la autopista en forma de escalera. Así harás algo de ejercicio, que nunca viene mal. Por si fuera poco, te sentirás un ser civilizado que cumple con las normas oficiales. El propio Metro de Madrid tiene carteles en cada estación que describen las características del pasajero ejemplar cuando se trata del truculento asunto de las escaleras: “El lado derecho es para ir parado y el izquierdo para subir o bajar andando”.

En cambio, si tu intención es subir las escaleras como quien sube en ascensor, quédate a la derecha. En caso de quedarte parado en plena vía rápida, prenderás la ira del resto de pasajeros, obligándolos a caminar alrededor de tu descortesía.

Cómo acelerar el paso

Sin embargo, un artículo reciente de 'The New York Times' ha reavivado el viejo debate de si se debe o no caminar sobre las escaleras mecánicas. Su conclusión fue contundente: lo estás (lo estamos) haciendo mal. Reservar un carril para los impacientes es aprovecharse del resto y, por tanto, la mejor opción es ponerse en la escalera de dos en dos, y así acelerar el paso de todos.

El metro de Londres fue el primero en introducir la discusión en la agenda pública. El colmado transporte público de la capital inglesa, con 56 millones de pasajeros cada año, está en busca y captura de algún pequeño milagro ingenieril que permita aligerar su tránsito diario.

Un experimento que imitaba los hábitos de los pasajeros de Hong Kong redujo la congestión de una estación del metro de Londres en un 30%

En uno de estos experimentos, los pasajeros de la estación de Holborn (una de las más ajetreadas) se enfrentaron durante tres semanas a una provocación peor que cualquier retraso imprevisto o cierre de vía. Cuando se dirigieron a las escaleras mecánicas y miraron arriba, vieron algo francamente escandaloso: justo delante de ellos, decenas de personas estaban de pie, inmóviles, en el carril izquierdo. Vieron cómo se derrumbaba uno de los pilares de la sociedad británica: "Stand on the right, walk on the left".

La izquierda, hasta entonces, estaba reservada para las prisas. Y no, no eran unos usuarios antisistema. El Tfl (Transport for London) los estaba obligando a quedarse quietos a ambos lados de las escaleras. Pues bien, el experimento se encontró con la ferviente oposición de los pasajeros con apego a sus tradiciones subterráneas, pero, mal que les pese, redujo la congestión en un 30%.

La idea del ensayo humano vino de Hong Kong, donde los pasajeros del transporte público viajan de pie tranquilamente y, al parecer, de manera más eficiente y segura que el resto.

79 segundos más rápido

Ante semejantes resultados, consultores de la multinacional Capgemini se midieron a sí mismos durante días caminando y de pie sobre una escalera mecánica de la estación de Green Park. Según sus cálculos, se tarda en subir la escalera andando unos 26 segundos, en comparación con los 40 si te quedas quieto.

Sin embargo, en hora punta hay que contar con el tiempo que la gente tarda en llegar a la escalera (las temidas colas), pues en este caso el tiempo se reduce drásticamente cuando todos se dejan llevar por la inercia de la máquina. Cuando el 40% de la gente camina, el promedio es de 138 segundos. Cuando todos están parados, 59. Para la minoría activa supone una pérdida de 13 segundos de su valioso tiempo, pero, para todos, la mejoría es de 79.

El problema, claro está, es que no siempre lo más rápido significa necesariamente mejor. Si solo nos fijamos en el individuo, trepar escalón tras escalón es en verdad más rápido y sano. De eso no hay duda. Pero si hacemos un ejercicio de solidaridad con la mayoría silenciosa que prefiere subir tranquilamente con el ojo atento a su zapato o smarthphone, entonces deberíamos empezar a cuestionarnos nuestros hábitos.

Es hora punta. En la fiebre de la mañana, el vagón del metro está a reventar de cuerpos inertes. No cabe ni la punta de un alfiler. Pero en cuanto las puertas se abren, la marabunta ruge y corre hacia las escaleras mecánicas. Pronto (en un santiamén) se forma una cola infinita que avanza despacio, con prisa, pero despacio. Llega por fin tu turno y entonces te has de enfrentar a una de esas pequeñas decisiones que marcan el día: ¿las subo andando o me quedo quieto? Tampoco puedes pensártelo mucho, la prisa manda.

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